Löfkvist, reminiscencias de un talento
Por @pmpalermo
Thomas Löfkvist es uno de los más destacados exponentes del ciclismo nórdico surgidos durante la década pasada y así lo evidencia su palmarés, que decoró rápidamente desde su prematuro debut en la élite hace ya diez temporadas enrolado en las filas del FDJ.
El sueco, es un corredor sumamente sólido que no suele bajarse de la bici y basa su éxito en la potencia y habilidad para rodar, como ya demostró apenas se hizo profesional cuando ganó la última jornada del Circuito La Sarthe 2004 con 20 años y tras estar 150 kilómetros fugado en solitario.
Nacido en Visby, es dueño de una planta impresionante, una calidad superior a la media y una gran inteligencia para correr puesto que no se deja ver pero siempre está, y cuando ataca, es difícil neutralizarlo.
Especialista en carreras de una semana, muy regular, supo destacar sobre todo en la Tirreno Adriático, dura competencia en la que fue tercero en 2008, cuarto en 2009 (y mejor joven) , o décimo en 2011.
Además ganó la Strade Bianche en 2009 (por ese entonces Monte Paschi Eroica), fue segundo un año más tarde, octavo en 2008 y como si eso fuera poco, vistió la Maglia Rosa en el Giro y se consagró campeón nacional en línea y contra el reloj.
Es claro que sus habilidades son muchas y le permiten abarcar cantidad de pruebas ya que a su capacidad rodadora le sumó una notable mejoría en la escalada y redondeó gran número de clasificaciones en el top ten en competencias diversas como Tour de Polonia, Vuelta a Andalucía, Criterium Internacional, Tour de California o Tour de Suiza.
Löfkvist prometía mucho en sus inicios, sobre todo al ser segundo en el Tour del Porvenir, y cumplió durante años, alcanzando su techo en 2009 cuando corría para el Columbia, pero su llama se fue apagando lentamente, sobre todo con su llegada a SKY, donde las lesiones y la gran proliferación de líderes lo dejaron de lado.
Allí perdió paulatinamente el brillo de antaño y pese a su posterior fichaje por IAM Cycling, arrastra dos temporadas casi anónimas en las que apenas se pareció a su mejor versión en la última edición del Tour del Mediterráneo en la que, por cierto, ganó por lo hecho en la crono.
A la inversa que la mayoría, camino de los 30 años, su rendimiento cayó y dejó de ser el regular corredor siempre candidato al top ten con facultades para atacar en los repechos de las clásicas, como ya probó reiteradamente en la Strade Bianche.
Claro está que la suerte y la salud no estuvieron de su lado, ya que sin ir más lejos, se perdió sus objetivos estacionales de Romandía y las Ardenas tras ser atropellado por un auto en abril pasado o, en 2012, al enfermarse en plena disputa de la Tirreno Adriático.
Lo concreto es que Gotland, como lo llaman sus amigos, ingresó en el tramo final de su contrato con la escuadra suiza en la que todavía es una de las cabezas visibles, hecho que lo obliga a proveer resultados, sobre todo si el IAM aspira a dar un paso más, llegar a las grandes y posteriormente al World Tour.
Por eso, si la fortuna lo acompaña y recupera la confianza tras años de sinsabores, tal vez pueda retornar a la senda exitosa que lo llevó a soñar alguna vez con colarse entre los diez mejores del Tour de Francia y demuestre que, pese a la llegada de Mathias Frank y Sylvain Chavanel, él es todavía un líder fiable.
Pablo Martín Palermo
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