Los ciclistas franceses recibirían luz verde para salir a rodar en carretera a partir del 11 de mayo
Por Oscar Trujillo Marín
Ha sido para nosotros muy duro y desagradable tener que dar solo malas noticias en el último mes y medio acerca de cancelaciones de carreras, problemas económicos en equipos, corredores que son mandados a engrosar las listas de desempleados etcétera. Nos gusta hablar de competencias, batallas épicas en las mismas, heroísmo y clasificaciones diarias, pero desde hace tiempo no ha sido posible.
Es evidente que está siendo una época de zozobra e incertidumbre para el mundo del ciclismo, pero de la misma forma para buena parte de la humanidad que ha permanecido angustiada y prisionera de la más feroz e inédita crisis que se recuerde en tiempos modernos, todo por culpa de un nuevo virus que trastocó nuestras vidas y nos ha mantenido encerrados y expectantes de quien sabe qué impredecible derrotero, por que esto no se parece a nada que hayamos vivido.
Por eso es grato que hoy coincidan al menos tres buenos augurios y atisbos de esperanza en nuestra portada diaria. Según L’Équipe, los corredores profesionales franceses podrán reanudar sus entrenamientos fuera de casa a partir del 11 de mayo. Si todo evoluciona de forma decreciente como hasta ahora, se puede hacer extensiva a los aficionados después. Por supuesto de forma individual en principio, y con las correspondientes precauciones sanitarias reglamentarias.
Este martes próximo, el primer ministro Edouard Phillippe someterá a voto de la asamblea el plan de desescalada donde está contemplada esta petición de la UNCP (Unión de Ciclistas Profesionales) que se hizo hace ya 20 días.
El confinamiento comenzó en Francia un poco más tarde que en sus también castigadas vecinas España e Italia. Desde el pasado 17 de marzo, los corredores galos o residentes en dicho territorio, no salen a entrenar a la carretera.
Sin duda son buenas noticias, a pesar de la complejidad de la situación y de que falta mucho para poder cantar victoria ante el Covid-19. Que se abra una rendija de luz para una población asustada, de por si ya bastante deprimida y ávida de esperanzas, esto es muy positivo.
No es en absoluto frívolo ni irresponsable, es coherente con una paulatina merma en la cantidad de contagios y víctimas, que de mantenerse sería bueno para todos. Preferimos eso a alentar el catastrofísmo más apocalíptico, que para sufrir estando vivo y siendo humano, siempre habrá tiempo.
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