Mauricio Soler: “Yo tenía para varios ataques y hacer cambios de ritmo, y esto casi ya no se ve”
Por Oscar Trujillo Marín
Mauricio Soler- en su fugaz paso por el ciclismo debido a su trágica y prematura retirada, logró hacerse en un nombre de honor en la historia de este deporte en Colombia.
En una época de sequía en figuras internacionales para el ciclismo del país andino, tras el final de los destellos de protagonismo dejados por Botero con su mundial de crono, y el mismo Santiago junto a Chepe González y Félix Cárdenas con etapas ganadas y destacadas actuaciones en Giro, Tour y Vuelta, llegó un momento a mediados de la primera década del nuevo siglo en que la nación cafetera -como hecho insólito desde los ochentas- se quedó sin apenas representantes en la máxima categoría. Y menos protagonismo en las montañas, su hábitat natural. Pero allí estuvo un joven boyacense, Soler, en 2007 para debutar con maravillosa victoria en una dura fracción del Tour de Francia y llevarse la camiseta de la montaña maravillando a la prensa especializada y aficionados.
A sus 24 años, Soler logró devolver una fe en el pedalismo nacional que se encontraba por los suelos, sin ídolos de renombre ya en el panorama, sin equipos de nivel. Atravesaba un periodo de depresión con déficit de corredores y resultados en la élite mundial. Su ejemplo, tenacidad, clase, protagonismo y legado -en sus 4 temporadas en la élite- marcaron el inminente camino de la poderosa generación que vino después, a partir de 2010, con Quintana, Urán Chaves y compañía. Su palmarés, algo corto sobre el papel, no se ajusta ni hace justicia a sus magníficas condiciones para el ciclismo, pero sobre todo la escalada.
Esa desafortunada caída en el Tour de Suiza 2011, donde había ganado una etapa y se jugaba la victoria final, lo cambió todo. Salvó su vida por muy poco, y tras un angustioso coma de tres semanas, seguido de una muy larga, paciente y ardua rehabilitación, recobró su vida cotidiana. Bueno, salvo algunos recuerdos previos al accidente, que simplemente se esfumaron. Sin embargo, tuvo que enterrar al ciclista profesional cuando apenas empezaba a explotar su mejor edad competitiva. Eran todavía los tiempos en que un corredor solo daba lo mejor de sí y explotaba a obtener sus mejores triunfos por lo general a partir de los 28 años.
El escalador alto, más pesado para el biotipo promedio (y prototipo de ciclista colombiano) nacional, aunque muy explosivo y con buenas dotes de rodador, en entrevista para la Federación Colombiana de Ciclismo habló de actualidad y de un pasado donde el héroe al otro lado de la pantalla fue él.
“Sé que lo que gané, pero mi memoria se había anulado totalmente. Ahora, por suerte, he recuperado algunos buenos recuerdos. Era un escalador atípico, en la crono hasta habría podido ir un poco más fuerte, pero cuando arrancaba de para arriba era impresionante. Pertenezco a una generación muy aguerrida, donde figuraba Contador y otros que carburaban bien. Yo tenía un organismo privilegiado, tenía para varios ataques y hacer cambios de ritmo y esto casi ya no se ve. Era bonito cuando partía y los demás quedaban sin aire”, afirmó con orgullo Soler, quien gracias a Youtube, si queda alguna laguna, puede hoy ver la dimensión de su enorme calidad.
“Fue un momento difícil, cuando desperté después del accidente a los 22 días no sabía dónde estaba. Me dijeron que estaba en Pamplona, pero no podía expresar lo mucho que sentía porque había perdido el habla, tuve que aprender a hablar de nuevo, a caminar… pero como me vi en cama y anestesiado pensé que no era mayor cosa. Un día intenté pararme pero mi cerebro ignoraba el lado izquierdo, tuve una trombosis venosa. Ha sido la etapa más difícil que he tenido que vivir, pero gracias a Dios y a los cuidados médicos, de Patricia (su esposa) que estuvo pendiente siempre, todo esto se superó”, explicó Mauricio.
“El día que el doctor me dijo que lo del ciclismo se había acabado, que no podría volver a montar en bici, fue duro. Me advirtió que el ejercicio hace subir la tensión, no podía caminar, tenía vértigo… pero un día, como cuatro años después del accidente me atreví aquí en Colombia a subirme a una bici de montaña que es más estable. Le bajé un poco la silla, lo pude hacer y fue una satisfacción enorme”.
“Siempre tuve presente esa llegada, esos dos kilómetros de ascenso del Galibier, esos nunca se me olvidaron. Los imaginaba esos no se me fueron. El podio en los Campos Elíseos… quisiera que se repitiera, pero no se pudo repetir. Ahora soy feliz de ver a estos chicos, corredores que tenemos que están haciendo lo que yo no pude hacer. Extraño la forma como se corría antes. Era otra manera, más agresiva, ahora ya se ha cambiado, es más técnico, parecen programados, no sé hasta donde tenga gracia”.
Tuvo la oportunidad de coincidir en los comienzos de Nairo Quintana: “Con él competí en Europa cuando estaba en el 4-72, se le notaba las ganas que tenía y lo buen corredor, lo agresivo que era y sigue siendo. Soler también compartió equipo con Chris Frome en Barloworld, cuando el keniata empezaba su carrera, de él se despacha en elogios.
“Froome es un tipazo, una sencillez única. A Chris lo conocí en Sudáfrica, nos llevaron a tres corredores a Safari con las señoras, estuvimos allá y de regreso antes del vuelo teníamos una cena y lo conocí. Él era el chico que nos iba a acompañar en 2008-09. Luego él se fue para el Sky y yo para Caisse d’Epargne. Es impresionante su humildad, es el mismo chico de hace años, siempre todo un señor, muy tranquilo”, recordó Soler del que luego se convertiría una de las leyendas del Tour.
“A mí el Tour me quitaba el sueño e insistía que me llevaran, no importaba lo que tuviera que hacer, para mí era muy especial. Un Giro o una Vuelta hacen parte de las tres más grandes, pero a veces los seres humanos tenemos nuestras preferencias y yo prefería el Tour. Allí van siempre los mejores en su mejor momento, por eso me obsesionaba. Pensaba que si seguía trabajando duro tenía opciones, no pudo ser. Lo importante es que ya lo tenemos en Colombia gracias a Egan. Todo esto motiva a las nuevas generaciones a soñar que sí se puede, y Egan es un fuera de serie”, dijo Soler, un ejemplo de superación, coraje y entereza.
“Yo vivo agradecido con Dios de haber conocido la bicicleta, para mí como para muchos es el juguete más hermoso que han inventado, y yo tuve el privilegio de hacerlo parte de mi vida y mi herramienta de trabajo. Lastimosamente uno siempre quiere más, pero no se logró lo que se pensaba. Sin embargo, satisfecho con lo poco que se hizo. Me había planificado para retirarme a los 35 años en el ciclismo se sufre mucho, pero hoy viendo a Valverde montando yo podría estar allí, al lado de ellos”
Hay deportistas que no necesitan abarrotar, llenar sus vitrinas de los más prestigiosos trofeos para meterse en el corazón de la gente, dejar una fecunda huella y mantener una valoración unánime de su calidad deportiva y humana. Su dimensión como atletas es más integral, va más allá del probable palmarés, se convierten en ejemplos para una sociedad. Eso vale más que cualquier medalla.
Oscar Trujillo Marín
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Que grande Soler. Gracias por traernos a la memoria a uno de los más grandes escaladores del continente, para mí dentro del top 5. !!Gracias Mauricio por esas faenas!!
Todo un guerrero del camino era Juan Mauricio Soler, gran escalalador, como minguno, lástima que la fatalidad nos haya quitado la oportunidad de haber disfrutado de sus hazañas, que estoy seguro hubieran sido muchas. Juan Mauricio, ojalá los muchachos de ahora se inspiraran en como era usted y copien esa agresividad suya para cada vez que la carretera se empinaba; usted era el ciclista colombiano que yo más admiraba cuando usted corría, tuvo muchas caídas y sin embargo se levantaba con más bríos como si nada hubiera pasado, hasta que le pasó lo de la Vuelta a Suiza y de donde usted también salió victorioso porque le ganó a la muerte y hoy gracias a Dios como aficionado al ciclismo goza con esas proezas que están consiguiendo nuestros ciclistas.
Grande Mauro que Dios te bendiga por siempre, fuiste y sos una inspiración para toda una generación de grandes Ciclistas