Nairo, amo y señor en San Luis

Por @pmpalermo

Es imposible para Nairo Quintana no destacar cuando de andar en bicicleta se trata, ya que como quedó a la vista en la octava edición del Tour de San Luis, aún sin estar en plenitud de condiciones dejó a todos tirados en la primera dificultad seria de  la carrera.

Dueño de un talento único e irrepetible, el joven Nairo está llamado a grandes gestas para el delirio de los fanáticos del deporte pedal, que verán como este sencillo colombiano baila sobre sus pedales cuando las rutas se empinan, para levantar los brazos en alto una y otra vez en las principales cimas del mundo.

Tranquilo, humilde y muy apegado a su familia, Nairo maduró de golpe desde su salto al estrellato en la Vuelta 2012 cuando brilló con luz propia al servicio de Valverde y hoy, camino de ser padre, ya es jefe de filas del mejor equipo del circuito y firme candidato a la victoria allí donde tome la salida.

Debutante en San Luis, demostró su categoría y profesionalismo, venció en la dura trepada a El Amago y honró la competencia, a diferencia de otros astros que, si bien acuden pudiendo no hacerlo, sólo viajan a entrenarse.

En tiempos en los que la tecnología avanza a pasos agigantados y se mezcla en todos los ámbitos de la vida, el escalador de Movistar es un soplo de aire fresco cuando sale del pelotón parado en sus pedales buscando la meta en las montañas casi sin mirar atrás, sabedor de su superioridad.

Tras la exhibición que brindó bajo el calor puntano, los organizadores del Tour de Francia se estarán agarrando la cabeza ante la probable ausencia de nuestro protagonista, sobre todo al ver como todos  los demás gallos se retorcían y agonizaban camino del puerto sanluiseño quejándose del calor en un claro aviso de lo que podría haberse visto en la Grande Bouclé.

Mientras tanto, el cafetero se dedicó a lo suyo y subió con una facilidad pasmosa, frente a miles de personas enloquecidas que ansiaban su triunfo aún sabiendo que quién venía detrás, Sergio Godoy, es miembro  de la escuadra local San Luis Somos Todos.

Eso es Nairo Quintana, un talento sobrenatural y nuevo ídolo del ciclismo, un deporte vapuleado que necesitaba este tipo de atletas jóvenes y limpios que se ganan al público a base de trabajo y no mediante declaraciones estruendosas o campañas de marketing millonarias, algo de lo que por cierto, el tímido corredor escapa.

Amado por las masas y centro de todos los flashes en las calles de la provincia cuyana, dejó casi en el anonimato a Sagan, Cavendish y compañía en lo que lleva de estadía en el país gaucho, donde elevó su fama a niveles insospechados.

En ese contexto, Quintana dio un vuelco al Tour como si de poca cosa se tratara, se encamina a quedarse con la general y a escribir un nuevo y glorioso capítulo en su corta pero ya maravillosa trayectoria, que amenaza con ser una de las más grandes de la historia del ciclismo mundial.

Pablo Martín Palermo