Por @pmpalermo
Desde su irrupción en el ciclismo europeo y sobre todo al máximo nivel durante la Vuelta a España 2012 trabajando para Valverde, Nairo Quintana no ha dejado de maravillar, mejorando a pasos agigantados hasta tocar el techo con las manos en el Tour de Francia pasado, cuando fue 2º detrás de Chris Froome.
En el camino quedaron enormes resultados y victorias, como las obtenidas en la Volta a Catalunya, País Vasco, Tour de San Luis o Vuelta a Burgos forjando un aura de invencibilidad a su alrededor que lo acompaña allí donde toma la salida y lo ubica como favorito indiscutido en las apuestas.
Pero falta algo en su currículum, la derrota, y aunque sus coterráneos lo tengan en la más alta consideración y su figura haya alcanzado cotas de popularidad impresionantes en las que se lo trata como un súper hombre, lo cierto es que el buen Nairo no deja de ser un joven de 24 años que tiene mucho que aprender y mejorar, y parte de ese aprendizaje es fallar, algo que no probó en carne propia y que parece rondarlo los días que corren.
Así, por más que el optimismo lo rodee, el (por primera vez) Jefe de Filas absoluto de Movistar se encuentra a 1´45´´ de Cadel Evans, el mejor ubicado entre los favoritos, quién hubiera firmado un cheque en blanco si antes de comenzar la competencia hubiera recibido la oferta de terminar el primer contacto con la montaña vestido de rosa, con ese margen y sin sobresaltos.
Tampoco es que el escarabajo haya perdido algo, pero no ha transitado un camino de rosas, con caídas, golpes, nervios y mucha presión, esa que sus propios compatriotas acentúan al tratarlo como una máquina, un robot que dejará tirados al resto de los oponentes cuando lo desee.
No es un secreto que Quintana tiene atributos físicos suficientes para atacar en las cimas y dar un vuelco a la general, pero no puede seguir regalando más ventajas porque en el igualado ciclismo actual y frente a un experimentado fondista como Evans, no será nada sencillo recuperarse.
Ojalá, por el bien del pedalista cafetero y de la competencia, pueda maravillar una vez más, pero si así no lo hiciera no será un fracaso sino un escalón más rumbo a la madurez y un guiño a Eusebio Unzué, zorro viejo que no quiso llevarlo al Tour consciente de todo esto y para no obligarlo a vestirse de amarillo, el siguiente paso lógico en la ronda gala.
La vida se trata de procesos y Quintana debe atravesar el suyo por más virtuoso que sea y, antes o después, experimentará la amargura de la derrota como está conociendo ahora la de las caídas y los cortes de tiempo en la nerviosa parte inicial del Giro.
Con esto queremos marcar también que debe perfeccionarse como corredor, ya que si bien es el mejor cuesta arriba, quedó a la vista que no siempre se coloca correctamente en el grupo, a diferencia de Evans que viaja en vanguardia por más desgastante que resulte.
Tal vez, lo mejor que pueden hacer sus orgullosos paisanos es dejar de presionarlo y fijar sus ojos en el tranquilo Rigoberto Urán, un atleta con más rodaje y menos prensa, un ciclista con mayor madurez que ya pasó tragos amargos y tiene cimientos sólidos desde los que construir.
Una vez más, que no se mal interpreten estas líneas: Nairo es el máximo talento surgido en el ciclismo mundial desde Alberto Contador y Andy Schleck pero como ellos en su momento, aún tiene mucho que aprender y posiblemente este Giro sea el primer paso en ese sentido.
Por eso, aunque su rostro se muestre imperturbable y los antecedentes lo respalden, los aficionados deben estar preparados para el día que “Nairoman” o “Kingtana” muestre síntomas de debilidad y será entonces cuando entenderán que es de carne y hueso, pero sobre todo, que tiene derecho a fallar.
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