Por Oscar Trujillo Marín
Giacomo Nizzolo (NTT) se mostró como el más poderoso en el reducido sprint de la segunda etapa en la Paris-Niza, entre Chevreuse y Chalette-sur-Loing tras 166 km de recorrido llano. Se impuso ante Ackerman y Stuyven, en otra jornada caótica y trepidante en la parte final, donde Quintana y Alaphilippe despreciados por la suerte se dejaron buena parte (si no todas) de sus opciones llegando a 1:25.
El fugado reincidente de ayer Jonathan Hivert (TDE), quien hoy partió con la camiseta de la montaña y José Manuel Díaz (Nippo-Delko…) se embarcaron muy pronto en la escapada del día. Transitados 30 km a un ritmo suave por el lote (después de la paliza de ayer) su renta era de dos minutos y medio. Restando 100 a meta empezó -para variar- a llover y más por desgaste de los punteros la diferencia empezó a caer, ya solo era de 1:40.
A diferencia del demencial ritmo de la jornada anterior el pelotón rodaba tranquilo, la cacería de los dos punteros se produjo por fatiga de los mismos, no por derroche del mayoritario. En el grupo, hasta el momento, no había mayor despliegue y menos alardes de fuerzas hoy. Cuando la meta aún estaba a 60 km, los únicos protagonistas de la jornada eran los chubasqueros y demás indumentaria invernal, la infinita llanura desolada y un cielo gris con obstinada lluvia intermitente que menguó solo para el tramo final. Sin embargo, las aguas lucían sospechosamente mansas.
Cuando restaban 30 para el arribo EF pro Cycling, Trek-Segafredo y Bora Hansgrohe decidieron que ya estaba bien de tanta parsimonia y metieron el turbo con la esperanza de causar algún tipo de corte, que en efecto se produjo dividiendo primero en dos el pelotón, y luego en mil pedazos. Los temidos abanicos irrumpieron de nuevo, con muy mala suerte para Julian Alaphilippe, que justo tuvo un percance mecánico y perdió la estela del grupo destacado. Parodiando a Woody Allen: “si quieres hacer reír a Dios cuéntale que eres el favorito antes de empezar la Paris-Niza”
Con 25 km por recorrer, el infortunio se cebó con otro de los destacados. Quintana tuvo que echar pie a tierra, (al momento de escribir esta crónica, no se sabe si por caída o avería mecánica) se repuso tras ceder segundos valiosos y pudo continuar tomando la bicicleta de su hermano Dayer. No parecía tan grave, pero si lo suficiente para perder el paso del lote principal absolutamente lanzado. Por supuesto, más aún sabiendo que los dos grandes favoritos se habían quedado rezagados. Nuevamente el caos, los nervios y varios pequeños grupos desgranados marcaron un dramático final de carrera.
Nibali, Schachmann, Pinot más un admirable Higuita, ilesos, marchaban adelante con 15 km por recorrer. De ahí para atrás el reguero de damnificados era un rosario, en una carrera totalmente destrozada. En uno de esos grupos posteriores venía Nairo y Julian a 45 segundos, sus opciones de ir por la general se empezaban a esfumar.
En la pancarta de 5 a meta el par de figuras perdían 1:30, ya era definitivo: no cazarían jamás. Los dos principales favoritos cayeron en la segunda jornada, mientras Bora Hansgrohe con su poderosa armada intacta volaba en cabeza del grupo de avanzada conformado por apenas 11 unidades, resto de favoritos incluidos.
Estos mismos punteros (excepto Pinot que se dejó 18 segundos en meta) se jugaron la victoria al sprint donde el más listo y rápido consiguió ser Nizzolo, venciendo a un Bora Hansgrohe y Trek-Segafredo que se encontraban en mayoría. Otra dantesca pero maravillosa jornada de ciclismo puro de toda la vida, en una carrera que jamás defrauda, ni escatima drama y desenlaces inesperados.
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