Ciclismo Internacional

Opinión: BORA-hansgrohe se encarga de resucitar al Tour de Francia

Por Oscar Trujillo Marín

Para provocar cambios la inacción, la inercia no suele ser muy efectiva. Bastó una actitud valiente de una sola escuadra, que en los primeros 100 kilómetros no recibió apoyo de nadie, para otorgarle a una carrera anestesiada y tediosa unas cotas de emoción que en sus seis jornadas anteriores no había vivido. La épica regresó hoy de nuevo al Tour con inefable sello teutón.

Si hoy la etapa se rompió en mil pedazos y, salvo los 40 corredores que llegaron en el grupo puntero, los demás arribaron en un desperdigado rosario, se fueron en pérdidas o debacles, no fue porque ningún aspirante a ganar -salvo la escuadra de Buchmann- moviera un dedo. Ellos solitos causaron el caos y la escabechina, que al final logró que otros -sin hacer mayor mérito-, se subieran también en el carro de las ganancias.

Ya cuando olieron la sangre, el desgaste y el daño estaba hecho. En los últimos 35 km entró INEOS a colaborar y solo cuando algunos favoritos se represaron por una caída a falta de 25 km que produjo un corte, los equipos de los demás aspirantes a ganar el Tour, se acordaron que podían buscar el error del contrario y echar una mano para sembrar la anarquía y distanciar rivales en común. Si Bora no se mueve, el menú hubiera sido el estándar: fuga de seis, paseo de los favoritos, cacería faltando 20 km y sprint final. No está mal de vez en cuando, pero desde hace unos años que apenas hay ataques en la montaña, la manida formula ya cansa. Parece que nunca es el momento para atacar y buscar diferencias. Luego en la última semana el mega crack de turno los remata.

No se puede obtener renta sin atacar; no se puede causar la falla o encontrar la debilidad en los rivales superiores sin proponer agresividad. No se puede -como mayor estrategia- supeditar subir en la general a expensas de que a otros les ocurra una desgracia mecánica, se enfermen o caigan. La mejor defensa es un ataque y cada jornada por anodina y fácil que parezca sobre el papel puede guardar un gran botín si se enfrenta con audacia y valentía. Hay que intentar sumar cada día porque a todos les llega su momento difícil para el cual es mejor tener renta a favor.

Si mañana el Tour amanece un poco más propicio para la emoción y la sana (y necesaria) competencia, que es lo mínimo que se le pide a una contienda deportiva, hay que concederle todo el crédito a Bora-Hansgrohe, que dinamitó un Tour abúlico y aletargado hasta el día de hoy. También, aunque en menor medida –pero siendo admirable- a INEOS Grenadiers que, aunque debilitado -con Sivakov arrastrándose convaleciente y tocado por la mala fortuna en su segundo hombre para la general y Caparaz, que pinchó con la carrera lanzada a falta de 20 km sin poder retornar adelante-, el conjunto británico se mostró ambicioso también y fue artífice de la renta final del lote de avanzada sobre Porte, Mollema, Landa y Pogacar.

Puede que incluso la suerte en forma de inoportuno percance mecánico le haya negado un remate soñado a Bora con un Sagan, que pudo haberse metido en la pelea de la etapa. Puede que incluso al final Buchmann no gane el Tour y ni haga siquiera podio. Pero la lección que le dieron los alemanes a todos los equipos de segunda fila (que no son Jumbo o INEOS, quienes de momento han demostrado un poco más de ambición), es que solo si se mueve el árbol se consiguen frutos.

Ser valiente en una competencia deportiva no es imperativo, pero es hermoso cuando alguien rompe la dictadura de la resignación, el conformismo o la especulación. Ya verán como mañana muchos se acuerdan que si pueden atacar, es una pena que solo les salga la vena competitiva cuando otros se adelantan y les clavan ventaja. Ir siempre a contracorriente es la mejor forma para quedarse nadando siempre en el mismo sitio.

Oscar Trujillo Marín

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