Por @amatiz12
El Giro d’Italia se le presenta al INEOS Grenadiers como la carrera para salvar la temporada en grandes vueltas. Puede sonar cruel o apresurado realizar tal afirmación cuando apenas se trata de la primera cita de tres semanas del calendario, pero la misma planificación del equipo, potenciada por el infortunado accidente de Egan Bernal, es la fiel muestra de que están priorizando los resultados por encima de la osadía de batir a los eslovenos. Y esa presión va recargada a los hombros de Richard Carapaz, quien más que nadie sabe que la victoria trasciende a un concepto más profundo que el propio festejo.
Al momento de conocerse la gravedad de las lesiones del colombiano, la decisión de enviar a Richie a suplir o no su baja en el Tour se traducía en apostar todo por ganar la única grande a disposición (Giro) o no reconocer que son inferiores a Pogacar y Roglic e ir a darles guerra por mero orgullo, más que por la opción de triunfar. Está confirmado el carchense para disputar la Corsa Rosa, entonces ya saben qué es más importante para los ingleses.
Analizando con cabeza fría y bajando los humos o el ego propio, fue la decisión más inteligente, porque es la que menos riesgos implica. El vencedor de la edición de 2019 es garantía frente al tipo de ruteros que ansían el rosa. Si se estructura la jerarquía de vueltómanos a día de hoy, están en la cima los eslovenos, dos escalones más abajo el ecuatoriano y otros dos escalones debajo el resto, ósea, los adversarios que tendrá Carapaz en el asalto a la Maglia Rosa. Eso significa que ellos van a la fija, a derrotar a gente que en sí es más vulnerable que los eslavos y que en condiciones normales, no deberían de ser un escollo mayor para su jefe de filas. Sí, con el debido respeto, ni Simon Yates, Mikel Landa, Joao Almeida o Miguel Ángel López son contrincantes que pongan a dudar sobre si Richard puede o no hacerse con el Giro.
Por lo tanto, el presupuesto de carrera y único resultado contemplado en el plan es el título. Y si preguntan, quien redacta estas líneas tiene la absoluta convicción de que salvo caídas o factores anormales, ‘La Locomotora’ estará a la altura y cumplirá con la meta trazada. Sin embargo, no se puede desconocer que esta jugada -como todo en la vida- implica inevitablemente un riesgo, así sea menor, pero riesgo al fin de cuentas. Hay que dimensionar que el margen de error es diminuto, aquí caminan sobre una línea muy delgada entre la salvación y la debacle, por lo que en la interna no desean esta movida falle.
Estamos hablando de que en el cartucho tiene una sola bala, un único disparo que debe dar en el blanco. Dicho condicionante representa un lastre que deberá sobrellevar los 21 días, pues no se trata simplemente de ganar una carrera, es de redimir toda una temporada, guardando distancias con lo hecho en clásicas, que es una retribución positiva para una estructura que de todos modos tiene en las grandes vueltas su proyecto bandera. Como capo del elenco con más presupuesto de todo el pelotón se espera que sepa administrar ese estrés, pese a que ello no signifique que no sea simple. Jodido para cualquiera debe ser el saber que no hay tolerancia con el desacierto.
Ahora bien, muchos pensarán que hay otro chance en la Vuelta a España, donde a ciencia cierta se sabe que también contará con el campeón olímpico. Sin embargo, no hay que olvidar que por ahora Pogi también apunta al reto en tierras ibéricas y que en sí, no existen las mismas garantías de hacerlo igual corriéndola como segunda grande y más como un corredor que como jefe de filas, nunca ha demostrado rendir a la altura en dos pruebas de fondo en una misma temporada.
Elementalmente todo se reduce a demostrar esa diferencia en fuerza sobre los anteriormente mencionados, siempre con la agresividad y gallardía que lo ha convertido en uno de los ciclistas más queribles por la afición. Eso, con la añadidura de la fuerte mentalidad para que esa presión no lo consuma, aunque claro, también como todo gran campeón, uno asume que pondrá por delante el añoro y codicia de vencer y no esa responsabilidad tan compleja.
En suelo itálico cuenta Carapaz con un bloque muy fuerte que lo arropará en todos los terrenos, con un recorrido que invita al triunfo de un escalador ante su escaso y criticable kilometraje al reloj y con adversarios que no son los eslovenos, mezcla de ingredientes que tonifican esa exigencia de la victoria, una que por el contexto actual no sólo consta del propio prestigio que representa adherir al palmarés un Giro, sino del menester de pulir un año para el cotizado cuadro británico, que vería escandaloso -al igual que afición- no hacerse con ninguna de las grandes en 2022.
Alejandro Matiz
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