Por @FXavierVidela
Como si de una secta religiosa se tratara, el ‘Landismo’ rinde culto a una persona que consideran divina: Mikel Landa (30). Sí, parece exagerado hacerlo con un ciclista que apenas atesora dos títulos en su carrera. Pero, saben qué, empiezo a entenderlos…
No hay una definición concreta de lo que es el ‘Landismo’, pero sí está claro que hay ingredientes que no pueden faltar para que la adoración siga intacta: un líder -a veces inflado-, que proponga algo distinto y, sobre todo, que comience corriendo desde atrás, perdiendo tiempo en alguna etapa de la semana inicial de una gran vuelta -generalmente el Tour-.
Bueno, si consideramos un líder que ceda tiempo en las primeras jornadas, hay muchos. Pero, en este ciclismo actual, bastante conservador y amarrete, lo que lo hace distinto al jefe de filas del Bahrain McLaren es que propone. Mientras otros capos se encargan de mantenerse a rueda del equipo dominante, en este Tour el Jumbo-Visma, el vasco oriundo de Murguía busca darle la vuelta intentando algo distinto, animándose.
Que tenga piernas (o no) es otra cuestión. Pero, ¿cómo piensas ganarte la lotería si no compras un billete? Landa sabe que, si quiere subir posiciones en la general, debe probar otras estrategias, más que mantenerse a rueda del tren de vatios del Jumbo-Visma. Después de temporadas pidiendo por libertad y ser único líder en una escuadra para la ‘Grande Bouclé’, no se quedó en el molde conformándose con un 6° o 7° lugar.
Así mismo lo intentó en la etapa “reina” del Tour, con la única llegada en alto a más de 2000 metros. Puso a trabajar a sus hombres en el Col de la Madeleine y quitó del frente a la formación neerlandesa. Otro vasco, Pello Bilbao (NdR: sí, un poco ‘Bilbaísta’ me considero), puso un punto más en el Col de la Loze y seleccionó el lote, descolgando a gregarios de la talla de Wout Van Aert o George Bennett.
El daño estaba hecho y el líder Primoz Roglic (TJV) apenas tenía a dos hombres a su lado, todavía con 7 km para el cierre. Damiano Caruso tomó el testigo y marcó el paso en el lote de generales pero, cuando todos esperábamos la ofensiva de Landa… sí, ¡BUM! ¡Explotó!
Que no estuvo a la altura, principalmente de Bilbao, es cierto. ¿Darle palos por no responder ante la expectativa creada por sus seguidores, la prensa española y por él? No, de ninguna manera. Los directores de Bahrain McLaren sabrán en qué falló su preparación o cuál fue el error.
Pasamos dos semanas viendo al Jumbo-Visma manejando las acciones a placer, rogamos por alguien que probara algo distinto y no se escudara en el tren amarillo con negro. Y cuando Landa modifica el libreto, ¿lo vamos a criticar porque no salió? Bueno, entonces cierra y vámonos. Que nadie pruebe, que todos sigan a rueda de Jumbo, con miedo a desfondarse, y sigamos viendo etapas aburridas.
Este jueves, en la última oportunidad para los escaladores de mover la carrera y a pesar de no terminar en alto, mandó a Bilbao y Caruso en fuga. Por su parte, Poels le sirvió de lanzador en el Col d Montée du Plateau des Glières (HC), con sus 6 km al 11.2%, donde atacó a más de 35 kilómetros de meta. Sí, arriesgado. Sabía que lo tenía difícil, pero no por eso no lo intentaría. Con más corazón que piernas, llegó a tomar más de 30″ con el grupo de favoritos, quienes lo midieron y lo neutralizaron cerca de la cima, manteniéndose de allí hasta el final con los Roglic, Pogacar, López y compañía.
Desde este lugar, todos mis respetos para un distinto. Un hombre con las agallas de muy pocos en la actualidad, que no se calla ante los micrófonos y que dice lo que piensa, aunque a muchos les duela. No se puede negar la clase que tiene para escalar Mikel Landa y, aunque no sea de mis preferidos, creo que comienzo a entender a los fieles de esta divinidad, de esta religión, del ‘Landismo’.
SECCIÓN ESPECIAL TOUR DE FRANCE
Franco Xavier Videla
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