Por @amatiz12
La repentina salida de Dylan Groenewegen del Jumbo-Visma ha sido la muestra de los ‘extremos’ a los que lleva un sistema de jerarquías muy estricto como el de los neerlandeses, donde corredores que perfectamente gozarían de plena libertad en otras escuadras, quedan relegados al servicio de otros o calendarios de menor nivel al haber líderes todavía mejores que ellos. Y el tema es que pese a que la norma opere perfecto para los intereses del equipo, castiga los de ciclistas con aires de jefatura.
Que sea relevante aclarar que desde este espacio se comprende que no todos llegan al ciclismo para ganar y ser capitanes en toda carrera a la que acudan. Unos están contentos con quitarse esa presión de los hombros y disponer todo su trabajo para el beneficio de sus patrones. Si nadie está dispuesto a hacer ese trabajo sucio, esto se convertiría en una lucha de egos insoportable en cualquier estructura.
No obstante, en el tema en cuestión, al igual que Groenewegen -hasta fin de año-, hay varios ruteros que militan en las filas de las ‘abejas’ que ya han expresado públicamente su deseo de tener galones o que, ya han gozado de eso en otros equipos y que por ahora están relegados a un segundo plano por el fenómeno de Roglic y Van Aert. Referencia específica a Sepp Kuss, Jonas Vingegaard, Tom Dumoulin, Christophe Laporte o Tiejs Benoot.
Acá el inconveniente para los mencionados es que sus aspiraciones son dependientes de una desgracia de esloveno o belga, bien sea caída o un inesperado bajón de nivel, porque mientras sea lo contrario, son el inamovible eje del proyecto, teniendo por ende la mayor de las libertades para definir un cronograma de competencia y exigir a otros una labor para su beneficio.
Y claro, el tema es que ellos no son sólo una referencia del elenco, sino del ciclismo en general y eso condiciona mucho a sus compañeros, puesto que si un equipo nota que tiene a alguien con las capacidades suficientes para ganar un Tour de Francia, París-Roubaix o Tour de Flandes, con toda la razón va a enviar a su apoyo a lo mejor que tengan para proteger a ese líder y garantizarle que el bloque sea una herramienta para alcanzar ese título, sin importar si esos lugartenientes quieran o ya hayan liderado en algún momento.
Entonces, por ejemplo Kuss, Dumoulin o Vingegaard -al margen de su progresión- van a estar atados a ser ruedas de auxilio en el Tour para Primoz hasta el día que demuestre que ya no está en condiciones de hacerse con el Maillot Jaune o como en este año, que sufra alguna adversidad que lo deje fuera de combate. Lo mismo con su calendario, donde deben delinear todo alrededor de una cita a la que con casi total certeza van a entregarse por otro.
Se entiende el espacio de crecimiento que poseen estadounidense y danés, el cual los puede catapultar a liderar en el medio plazo, haciendo menos dramática esta experiencia. Sin embargo, ¿qué pasa si ahora mismo están en su techo? ¿Van a desperdiciar sus mejores piernas por la gloria de Roglic? Esto, teorizando no más, aunque no se descarte por lo visto en esta era moderna, con procesos de chicos que eclosionan muy jóvenes y que en algunas oportunidades, tienen un brillo fugaz.
Incluso, si se profundiza en lo sucedido este curso con el de Maastricht con su súbito retiro temporal, una de las grandes causas de ese parón fue el verse víctima de ese sistema, donde en la jerarquía quedó desplazado al papel de un ayudante más, algo que para un vencedor de Giro es un golpe contundente. Estando al comando en otro sitio, a lo mejor el mazazo no hubiese sido de tal magnitud.
Jumbo es lo que es hoy por ese masivo sacrificio de talentos, o más bien, por aprovechar sus dotes para el beneficio del verdadero capitán. A esos pedalistas nadie los obligó a firmar con los neerlandeses, ni mucho menos, les habrán pintado un panorama irreal. Dumoulin sabía que era muy probable no ser el jefe indiscutido del equipo; Laporte y Benoot son conscientes de que su prioridad está en ser esos gregarios de lujo para Van Aert. Entonces, ¿por qué aceptan la propuesta de Richard Plugge? Allá ellos y sus motivos para hacerlo.
Dylan comprendió a lo que estaba sometido y por eso no se lo pensó ni dos veces cuando tuvo la oferta de BikeExchange. Con los australianos será una baza indiscutida para el Tour y las demás grandes carreras que se le antoje, contrario con los aurinegros, a los que les era imposible ofrecerle un programa del mismo calibre al ser prioritario ese lujo para sus estrellas. Sabia elección, que ya veremos, si motiva a algún otro a seguir ese camino si se les presenta la oportunidad.
Será una dura pérdida para Jumbo, pero no impactará en su funcionamiento. Al fin de cuentas, a ellos les sirve mantener el mayor número de atletas con esos pergaminos, porque así como les son útiles para hacer sólido un bloque que busque el título de las pruebas más importantes, son indispensables para apagar cualquier incendio, como sucedió en esta Grande Boucle, que pese al abandono de ‘Rogla’, les salió de maravilla con 4 etapas en el bolsillo, un podio y teniendo al único rutero que hizo ver una debilidad en Pogacar.
El problema va encaminado a todos esos ciclistas que, privados de esa ilusión de capitanear, no palpan la misma rentabilidad de todo este esquema. A lo mejor esta partida de Groenewegen los puede hacer reflexionar, replantearse si están en el sitio correcto para explotar su potencial. Trabajar en este sistema sale caro, porque si no se da un salto descomunal de rendimiento, la condena es ayudar a quien sí pudo darlo, así se tenga el motor para liderar en otro lado.
Alejandro Matiz
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