Por @amatiz12
Con la confirmación del plantel del Arkéa-Samsic para el Tour de Francia, se ratificó a su vez que la clasificación general será nuevamente el objetivo de su máxima estrella, Nairo Quintana. Dicha decisión representa un desacierto para un corredor que pese a venir en alza comparado a su 2021, estará en una versión monótona por la misma dinámica que implica aspirar a una general con sus piernas actuales, a menos de que se replanteen sus metas.
“Intentará lograr una buena clasificación general. Nairo tendrá corredores dedicados 100% a él. Debe tener en mente hacer una buena general, al mismo tiempo que tiene la idea de aspirar a un éxito de etapa en la montaña”, fue lo afirmado por sus jefes respecto a lo que buscará en la ronda gala.
A estas alturas, con 32 años y un palmarés admirable, el colombiano no necesita sumar un nuevo top-10, que sería intrascendente para todo lo que ha logrado en su laureada trayectoria. Desde un panorama realista, se antoja casi que imposible que sea capaz de aspirar a una plaza de podio, algo por lo que sí valdría la pena luchar, no por hacer 5º o 10º cuando ha adherido 3 podios en la ronda gala y un sinfín de títulos en vueltas por etapas.
Cierto es que respecto a la temporada pasada, esta versión suya ha sido más lúcida, sin embargo, no puede resultar engañosa al punto de pensar que está todavía para hacer grandes cosas en ese apartado de la general frente a rivales de gran talla y en un recorrido donde las cronos lo lastrarán.
Y este camino no es el apropiado, no sólo por lo insignificante que resulta para él quedar en esas posiciones, sino por la forma de correr que se implica para lograrlo. Salvo contadas excepciones, los generales del Tour irán a lo que marquen Pogacar, Roglic y el apabullante tren de montaña del Jumbo, por lo que quedarán relegados a un segundo plano por su inferioridad respecto a los eslovenos, corriendo a rueda y viéndose opacos por su debilidad con tal de conservar los cajones que ellos dejen disponibles.
Suele ser esa una versión triste, porque al llevarse todos los faros los mencionados implicados, el resto que esté incrustado en ese interés de hacer algo en la general, pasará en su mayoría sin trascendencia, pues la única manera en la que pueden correr -y la más segura para atar ese puesto- es a rueda y sufriendo frente a la imposición de vatios de Pogi y Rogla.
Es algo que un Daniel Martínez, Aleksandr Vlasov, Ben O’Connor, Enric Mas o Jack Haig están dispuestos a hacer ya que lo vale, ¿porqué no a Nairo? Pues, los enumerados no tienen una plaza de decoro en el Tour y tampoco -ni cerca- el mismo palmarés de Quintana. Para ellos es un resultado que suma, para el boyacense, no tanto.
Él tiene que ir definiendo qué hará en este largo epílogo de su carrera. Y quizás, lo mejor es ser un ciclista que mantenga su brillo, aunque deba enfocarse en otras áreas donde sea capaz de hacerlo. Eso mismo, que se reduce a un sólo concepto: Reinventarse. Desde este espacio venimos insistiendo en lo mismo desde hace un par de años y la actuación de Quintana en suelo galo puede verificar la precisión de tal idea.
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A diferencia de 2021, este curso no se vio trastocado por la cirugía de rodilla e imposibilidad de hacer una buena preparación en invierno. Aquí llega con un buen respaldo de resultados, con los títulos en Provence y Haut Var o los top-5 en París-Niza o Volta a Catalunya, lo cual indica que su condición es mejor y podría cumplir con más honores esa labor de corredor caza-etapas que ya hizo en el último Tour.
Enfocándose en eso, ofrecería una imagen completamente diferente. Rivalizando frente a gente de nivel similar -algunos inferiores- hace que tenga el margen para hacer algo más que simplemente ir a rueda y en duelos que al ser de Tour, resultan ser más intensos y entretenidos, puede ser un corredor que dé más gusto de ver.
Escoger entre entregar una versión fría por amarrar un puesto de top-10 o una imagen más vistosa con tal de ganar algo, así sea menor a lo que estuvo acostumbrado hace varios años. Abro la incógnita, ¿cuál de los dos caminos escogerían?
Porque ese es otro punto, en lo personal, es mejor para Quintana luchar por todavía llenar su bolsa de éxitos que simplemente sellar su presencia entre los 10 mejores. Se será más recordado en esta edición -y en cualquier otra- por ser el mejor así sea un día, pasando por delante del resto de la competencia, que quedando detrás de 5 o 6 ciclistas sin siquiera poder hacer algo al respecto.
Incluso estos primeros días pueden otorgar una falsa ilusión de que el hombre del Arkéa está andando, pues al existir la trampa de los vientos y el pavés, curiosamente él será uno de los que mejor salga librado de ese embate que estresa a más de uno y esté bien acomodado en la general. Otra cosa será con la llegada de los colosos alpinos, donde el tren de vatios debería ponerlo en su sitio.
Y lo mejor sería no esperar hasta que eso ocurra, sino más bien, desconectar en los primeros días con tal de tener el aval de ya estar en esa porfía de las fugas para esas jornadas montañosas. Si se espera hasta el descenso en la tabla de los mejores, habrá menos parciales para tal consigna, si es que corredor y elenco quieren replantear. Ojalá no sea el caso, porque es un tipo que merece tener un ciclo final destellando, con fulgor y entreteniendo.
Alejandro Matiz
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