Por @pmpalermo
La imagen que viene de inmediato a la cabeza al leer el título, es la de Tom Dumoulin cortado en los compases iniciales de Piancavallo, sufriendo por su cuenta y tratando de limitar daños. Completamente solo cuando explotó Geschke, el holandés no tuvo aliados como en el resto del evento y, encima, padeció su primera crisis física en casi tres semanas.
Pero lejos está de haber sido el holandés el único que tuvo una jornada mala, ya que sus inmediatos perseguidores no sólo no brillaron, sino que abrieron hueco (poco) a ritmo de gregarios y, en ciertos momentos, dando pena con su ritmo cansino y falto de ataques.
Empecemos por el, hasta entonces, puntero. Es cierto, no lució bien nunca en toda la jornada, incluso dejando dudas cuando debió perseguir tras haber quedado cortado por un error que, a estas alturas, debería ser considerado una estupidez.
A días de la que podría ser su consagración en este deporte, partir relajado como lo hizo y quedar relegado ¡por su propio equipo! es de lo más absurdo que ha sucedido en mucho tiempo en el ciclismo. Más, con el recuerdo tan fresco de Formigal rondando el pelotón.
Salvada esa situación -que minó sus reservas-, pasó lo que muchos esperábamos desde que se vistió de rosa: una crisis cuesta arriba y sin compañeros. A su favor, el modo en que gestionó pérdidas y las pocas fuerzas del resto, que dejaron pasar la chance de rematarlo.
Y eso da pie al siguiente punto del análisis. ¿Qué hizo Nairo Quintana? Lo que pudo. Creer en teorías que hablan de reservarse para el Tour o de que apostó todo para la etapa 20 es no haber visto el Giro.
Repasemos: salió con todo en Blockhaus y, junto a su escuadra, regaló una gran imagen. Así y todo, apenas metió 24 segundos a Pinot y Dumoulin, quien luego lo contragolpeó en su terreno, ganándole en Oropa.
Movistar Team corrió muy bien casi todos los demás parciales, preparando el lanzamiento de Nairo, con Amador y Anacona esperando el puente y los demás imponiendo el ritmo. El día del Stelvio (y la diarrea de la Maglia Rosa en su descenso), los citados gregarios esperaron un intento que nunca llegó.
Esa misma jornada señalamos que, una vez que tuvo vía libre para correr al ataque debido a que Nibali rompió la tregua que algunos quería imponer para esperar al holandés, Quintana respondió bastante justo los saltos del siciliano. Además, perdió contacto en la bajada.
La historia se reiteró en la monumental etapa 18, donde los de Unzué volvieron a hacer casi todo bien. El colombiano fue la pieza más floja del tren azul, porque sus intentos (al menos los esfuerzos de Anacona y Amador no fueron vanos) lejos estuvieron de generar el daño acostumbrado.
El último capítulo fue en Piancavallo, donde recuperó el rosa sin lanzar una sola ofensiva, quedando cortado unos momentos cuando se movieron sus contrincantes y aprovechando la debacle de Dumoulin al 100%. El mérito del tunjano es su nivel de base, tan alto, que le permite estas cosas aún en sus versiones menos agraciadas.
Ahora bien, el repaso fue para exponer que lo de Nairo no fue ninguna táctica como muchos quieren creer. De haber estado reservando fuerzas para el Tour no hubiera reventado a sus gregarios tantas ocasiones ni atacado él mismo, enseñando flaquezas.
Como bien indicamos previamente, es humano y no tuvo con qué. Eso no es una crítica sino un hecho y no debe avergonzarlo a él ni a nadie.
Aclarado esto, este Quintana terrenal tiene una dura misión en la etapa venidera. El ahora líder dejó con vida a Dumoulin, el hombre que, salvo por hoy, ha estado más sólido en lo físico y cuenta con la crono final a su favor.
Nairo y compañía pueden apostar por repetir lo de Piancavallo si lo descubren tocado, cortándolo a ritmo de trenes. Pero el detalle es que la general está apretada y los otros gallos -excepto por Pozzovivo- son una amenaza latente debido a su superioridad sobre la cabra.
Estas son las diferencias:
1. Nairo Quintana (Movistar Team)
2. Tom Dumoulin (Team Sunweb) a 38″
3. Vincenzo Nibali (Bahrain-Mérida) a 43″
4. Thibaut Pinot (FDJ) a 53″
5. Ilnur Zakarin (Katusha-Alpecin) a 1:21″
6. Domenico Pozzovivo (AG2R La Mondiale) a 1:30″
7. Bauke Mollema (Trek-Segafredo) a 2:48″
Dicha situación no sería un problema con el Quintana dominante de siempre, pero con sus recientes prestaciones, no tiene nada hecho. El sudamericano no puede ceder un metro a nadie, como mínimo tiene que conservar la brecha y, si es posible, incrementarla para rodar tranquilo en Milán.
Pensar que el Giro está ganado es un error y apostar por estrategias conservadoras también. Habrá que ver si aún hay energías en el seno del bloque telefónico, aunque si las encuentran, deben ser agresivos como las tres semanas anteriores.
Muchos apreciarán otro podio, pero correr buscando el cajón puede dejar al de Tunja sin nada. Es hora, si puede desde lo físico, de correr a lo grande, como un campeón, y realizar un asalto en regla a la Maglia Rosa.
Sí, la fórmula de la paciencia y la calculadora le ha dado réditos y puede repetirlo, así como también darle vida a un top 7 que le respira en la nuca y que, en su mayoría, va a más. En cambio, en su máxima expresión no tiene rivales cuesta arriba y eso sentenciaría las cosas.
En definitiva, el colombiano afrontará una dura misión y, si aspira a ser el sucesor de Nibali, debe ser el de sus mejores días. Está por verse si puede, y también si quiere, porque ya acumula un largo historial de decisiones cautas que, en esta ocasión, podrían ser insuficientes.
“O revienta él o lo hago yo”, aseveró Quintana. Ojalá haga honor a tamaña declaración de intenciones y no se apague en amenazas vacías. Fundamentalmente porque, a diferencia de otras grandes vueltas precedentes, esta acaba en una especialidad que es el “Talón de Aquiles” del escalador boyacense.
Para completar el panorama, hay que marcar a un Nibali que tampoco luce sobrado, mientras que Zakarin, Pozzovivo y Pinot asoman con fuerza. Pese a ello, el “Tiburón”, el ruso y el galo ostentan lauros sobre la cabra que intimidan y no pueden ser subestimados.
En el cierre es bueno decir que, habiendo sido reveladas debilidades en todos los bloques, encontrarán premio quienes sepan sufrir y tengan el coraje de ir a buscar una carrera que está al alcance de quien quiera ganarla.
De sostenerse la misma tónica conservadora y/o falta de piernas de la semana conclusiva, es incierto el futuro de la tabla principal, que irá a manos del menos débil y, sin ánimos de ofender, será coronado entonces como campeón poco glamoroso. Aunque campeón al fin.
Pablo Martín Palermo
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