Ciclismo Internacional

Opinión: El gran bajón e impotencia en la segunda línea de figuras mundiales del ciclismo

Es evidente que los tiempos cambian que el influjo de la tecnología ha trastocado para siempre el mundo en menos de 20 años y que la realidad no admite nostalgias. Dicho esto, cuesta acostumbrarnos a ver un ciclismo sin ataques por parte de los llamados a desbancar al típico favorito a ganar el Tour, que venga de la escuadra más poderosa de rigor. Privilegio que, al parecer, este año lo tienen dos: Jumbo-Visma, quienes parten como el equipo a batir, e INEOS, que por historia y campeón vigente (más no por nivel actual) merece ser tenido en cuenta.

Sin ahondar en las razones más probables (que ayer expusimos en esta nota) lo cierto es que con esta evidente dinámica ultra predecible -cuando menos impotente, conformista o resignada- de la “nueva normalidad” ciclista mundial, no ve uno por donde sin ataques se pueda soñar con alternancia en la hegemonía de esta carrera. El Tour de Francia desde hace 8 años (quitando el extraordinario y accidentado de 2014, alterado por múltiples caídas la primera semana) es dominado por el que sale de favorito desde el inicio, que por supuesto hace parte del equipo más poderoso, el mismo que suele tener una segunda espada de lujo y superior también a todos sus contrincantes.

Y no, no hay que confundirnos: no tiene que ver con las secuelas del singular parón este año por la pandemia. Desde hace años ya, ese abismo, esa ostensible diferencia entre el gran capo candidato y los demás es muy grande: Froome ganó sus cuatro Tours sin apenas oposición partiendo como gran favorito (quitando el 2015 con Quintana, que aunque fue admirable no alcanzó), Thomas en 2018, era producto de la misma factoría también, de esa escuadra dominante, era su segundo hombre y triunfó igual con pasmosa facilidad haciendo ver a sus demás adversarios muy pequeños.

Lo de Bernal fue algo más complicado, pero venía también de la formación más fuerte y favorita, sus rivales no tuvieron fuelle para eliminarlo antes. Este año el equipo que pinta usurpador de ese dominio británico y luce como más poderoso, presenta también al candidato 1A para todos los especialistas mundiales, casas de apuestas y directores deportivos. Bueno, a juzgar por el nivel que trae desde el mes pasado, que mantiene y el que han demostrado sus contrincantes; y a juzgar por la pasividad en esos mismos rivales, salvo que Roglic enferme o se caiga, no ve uno por donde se pueda romper el predecible guión o le puedan hacer daño. ¿En el llano? ¿En la crono? ¿Llegando con él al último puerto? ¿Sin forzar temprano para diezmar sus poderosos gregarios?

Siempre han habido atletas fuera de serie en todas las generaciones, es una obviedad. Pero por mucho que su superioridad fuera manifiesta también siempre han habido contrincantes que lo intentaban, que le hacían incómoda la victoria, que preferían morir matando. Merckx o Induraín  ganaban casi siempre en el Tour, pero J. Manuel Fuente, Ocaña, Chiappucci, Rominger y compañía los atacaban e incordiaban desde lejos cada que podían, los fastidiaban buscando una flaqueza. En los ochentas se daban leña los 5 mejores del mundo en el Tour que venían de escuadras distintas. No son mitos, ahí están los vídeos y estadísticas. Eso ya no existe, no en este Tour solamente sino desde hace varios años ya. No es culpa del fuera de serie de turno, que siempre los ha habido: los secundarios y demás aspirantes han renunciado a la posibilidad de siquiera intentarlo.

Ese bajón, quizás manifiesta impotencia para siquiera lanzar una ofensiva en la segunda línea de ciclistas de la élite mundial -que no sean el gran cyborg completo superior-, (los Landa, Pinot, López, Buchmann Quintana…) es lo que realmente preocupa, y no que el más fuerte en el mejor equipo gane, lo cual obedece a la lógica. Viendo los últimos Tours -y lo que va corrido de este-, queda la sensación que hoy hubieran podido correr tres duros puertos y 100 kilómetros más y nadie se hubiese atrevido a moverse para perturbar al Jumbo-Visma y su líder. Por parte de esa segunda línea de figuras mundiales, con la autoestima minada, prevalece más el miedo a ceder sus lugares secundarios que la ambición por intentar causar problemas, forzar errores o por que no, lograr la hazaña.

Y el otro factor (más inquietante aún) es que nunca como en esta época, los cuatro o cinco fuera serie del pelotón, los más fuertes y versátiles del mundo estuvieron concentrados en uno solo -o como mucho dos equipos-. Ese es el gran problema. No hay variedad y si no hay variedad no hay placer.

Oscar Trujillo Marín

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