Por @pmpalermo
Mark Cavendish ganó el primer sprint del Giro de Italia y demostró que su renacimiento de 2021 no fue casual ni se terminó. El británico, que volvió por sus fueros al reingresar a QuickStep -tema aparte, el del rendimiento de quienes entran y salen de ese bloque- penaba desde hacía años y estaba al borde del retiro. Pero Patrick Lefevere, mánager del equipo belga, le dio una oportunidad y “Cav” encontró una segunda juventud que se tradujo en victorias.
No sólo eso, sino que lo hizo en el escenario más grande de todos, el Tour, donde quedó a un paso -literal- de superar a Eddy Merckx en cantidad de triunfos de etapa. Y eso no es poca cosa, porque al margen de los méritos del “Caníbal”, sus gestas tuvieron un contexto diferente, en el que corrían más y no siempre contra adversarios top.
La cuestión es que, de cara a 2022, Lefevere dejó en claro que, aún pudiendo romper las marcas mencionadas, Cavendish sería llevado al Giro, dejando la Grande Boucle para el joven Fabio Jakobsen, piedra angular del proyecto por presente y futuro.
Sin dudas, Fabio es un diamante en bruto, posiblemente el mejor sprinter del momento. No obstante ello, con 25 años tiene todo por delante, mientras que Mark está al borde de las 37 primaveras y cursa sus últimas pedaladas en el pelotón.
El resto de la ecuación es muy sencilla y no hace falta ser experto en ciclismo para llegar a la siguiente conclusión: con un récord histórico al alcance, la juventud y futuro de uno y el calendario apremiando al otro, ¿cómo no modificar los planes? Porque además, los vatios están respaldando a “Cav”. Sería poner al de la Isla de Man en los libros, pero también al equipo con el que consiguió un gran número de esos triunfos y, especialmente, que le dio otra vida cuando el atleta lloraba frente a las cámaras.
Lamentablemente, lo que Lefevere tiene de bueno en algunos casos, también lo tiene de egocéntrico. El experimentado directivo quiere más protagonismo que sus pupilos y se ha plantado en una posición ridícula en la que le molesta que el británico vuelva a ostentar su carácter arrogante, que es cierto lo tiene.
No es por justificar a nadie, pero muchos de los grandes campeones son así y llegan a esas cotas justamente por su confianza interna, que siempre roza el límite con la soberbia y muchas veces se confunde con la misma. No somos pocos los que no comulgamos con los modos de Cavendish, pero dejarlo fuera del Tour es absurdo.
Se mire por donde se lo mire, la determinación no tiene un sólo justificativo. En lo deportivo, está a la vista que el veterano sprinter sigue ganando. Sin ir más lejos, con la de hoy, acumula cuatro conquistas contra las seis de su compañero. Además, llegó a las 16 en la Corsa Rosa, 53 en rondas de tres semanas y 160 como pro. Impresionante, y algo con lo que cualquier otro que la dirigencia mande a Francia soñaría sin -más que probable- llegar a alcanzar.
En lo publicitario, hoy despertaría más interés que él rompa el récord a que Fabio se estrene en la que sería su primera participación. Los sponsors, con los que luego pagaría salarios, estarán a la orden y pendientes. El impacto mediático sería monstruoso y todos se beneficiarían de ello en la estructura.
El polémico “Pat” dejó claro su punto de lo que Cavendish le debe al renovarle el contrato. El año pasado el ciclista corrió casi gratis, este año pedía más y el patrón fue tajante al negociar. Vaya y pase, Mark no necesita engrosar su billetera, aunque estaría en su derecho si lo enlistan para responder en el escenario magno (tal vez lo que quiere evitar el mánager). Pero no dar el brazo a torcer con la decisión del calendario es un error que todos van a lamentar: él, sus patrocinadores, el pedalista y los aficionados. Porque de aquí a que alguien más vuelva a estar en posición de firmar 35 dianas en la Grande Boucle podrían pasar décadas.
Ojalá las partes pongan el tema sobre la mesa -desde este espacio lo estamos haciendo- y puedan encontrar un punto de acuerdo que no prive a nadie de la que quizás sea la noticia ciclística del año. Por más que Cavendish y su carácter no nos cuadren del todo, deseamos que así sea y que su jefe no cometa el pecado de impedir un momento histórico.
Pablo Martín Palermo
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