Por @pmpalermo
Pasó la primera mitad del Giro de Italia 2021 y los dos grandes nombres en liza encabezan todas las quinielas para lo que resta. Amén de ocupar posiciones de privilegio en la general y haber estado muy activos en estos 10 parciales iniciales.
En primera instancia, Egan Bernal (INEOS Grenadiers) y Remco Evenepoel (Deceuninck-Quick Step) -pues de ellos hablamos- han superado el test físico. El colombiano no se resintió de su espalda y hasta realizó escaladas aplicando mucha fuerza, a baja cadencia. El belga, que jamás disputó más de una semana de competición en su corta vida, puede estar incluso más satisfecho. Despejó dudas respecto a su lesión en la pelvis, acumuló 10 jornadas en el cuerpo, lo hizo peleando adelante y en una grande, que poco tiene que ver en términos de tensión y nivel con lo que él enfrentó hasta el momento.
Pero, frase hecha si las hay, el Giro aún no ha comenzado. Al menos no del todo. Sí, el pelotón ya carga una decena de etapas de fatiga en las piernas, muchas con mal clima, y alguno lo va a sentir. Incluso mañana llegará el sterrato. Y ni que hablar de la alta montaña y encadenados de la semana conclusiva. Territorio en el que Evenepoel aún debe probar su valía.
No obstante ello, no es considerado un prodigio porque sí. Ha entregado sobradas muestras de su potencial físico y eso incomoda al lote. Para contextualizar mejor esto, es oportuno recordar que la nueva generación que hoy domina el ciclismo ha cambiado los paradigmas de este deporte. Entrenan de modo perfecto desde niños y llegan listos a los 20 años.
Antaño, las apuestas hubieran sido respecto a qué día iba a reventar Remco en los puertos. Hoy, lo que él mismo hizo en su corto periplo profesional, más las gestas del propio Bernal o el más increíble Pogacar, han dejado a la vista que sus chances de título son reales. Le temen, y no lo esconden. Evenepoel condiciona este Giro.
Bernal es el caso más significativo (el resto se ha escondido, quizás esperando, tal vez por limitaciones). Él, que ya tiene un título en la mejor carrera del planeta, reconoció que necesita una brecha de más de un minuto de cara a la crono de la etapa 21, y lo dijo sabiendo toda la montaña por venir y en clara alusión al pupilo de Lefevere. Y lo aseveró incluso conociendo su propio talento escalador, quizás suficiente para cortar al de Schepdaal en las alturas. Porque hay antecedentes de lo que el de Ineos puede hacer subiendo, no tanto del cuco del evento.
También hizo evidente su respeto al contrincante moviendo la carrera desde tan temprano. Con abanicos en un puerto de 2° categoría, un ataque en el sterrato o un intento en un sprint intermedio. Acciones que sirvieron más en lo moral por descubrir su espalda sana, que en una renta deportiva suficiente, ya que apenas 14 segundos de margen los separan (recuperó los 20 cedidos sobre la cabra).
¿Hubiera corrido diferente el escarabajo de no haber estado Evenepoel? Probablemente no. Necesitaba probarse a sí mismo, y además ya mostró este comportamiento en el Tour que conquistó. Sus declaraciones más los hechos de los últimos años por parte de esta generación son los que llevan a la conclusión subyacente en torno a lo que inspira el capo de Deceuninck.
Evenepoel acudió con un buen bloque de entrenamiento, no vamos a caer tampoco en mentiras o leyendas como las de otros pedalistas del pasado (no muy lejano). Pero sí es irrefutable que no competía desde agosto de 2020, con lo que su organismo carecía del castigo propio de las carreras. En términos de preparación física, hay dos situaciones muy posibles: que vaya a más con el transcurso de los días. Pero también, que al no haber realizado la preparación ideal, acuse la fatiga y se hunda un día. Estará en él, si eso pasa, limitar el daño u ocultar el bajón.
En esa misma línea de pensamiento, superado el posible mal trago, es más factible aún que llegue más fuerte y supercompensado a la crono de Milán. Y como han revelado grandes vueltómanos a lo largo de la historia, el secreto para imponerse en rondas de tres semanas es disfrazar los días malos.
Si este niño, porque aún lo es, ratifica lo maravilloso que es, tranquilamente puede lograr todo esto. Y esta reflexión está en la cabeza de todos los presentes en la Corsa Rosa. Remco puede ganar el Giro, también -y sería más normal- puede perderlo, hundirse y continuar con su aprendizaje y desarrollo sin que eso signifique un fracaso. Pero hasta que suceda una u otra cosa, está muy vigente. Los contrincantes le temen, y se nota. El temor a Remco condiciona el Giro.
Pablo Martín Palermo
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