Ciclismo Internacional

Opinión: En el día (casi) perfecto de Italia, el oro era de Henao

Por @pmpalermo

Greg Van Avermaet entró en la historia grande del ciclismo y se colgó el oro olímpico a base de sufrimiento para aguantar con los escaladores en un circuito adverso para él,donde no gozó de apoyo alguno por parte de sus compañeros, vencidos ante la dureza del trazado.

Foto: Reuters

Sin embargo, con todo respeto por su victoria, hay que reconocer que los ganadores morales del día fueron Sergio Henao y Vincenzo Nibali, los dos más fuertes de la competencia, que sufrieron una caída en la última bajada a Vista Chinesa, justo cuando se encaminaban rumbo a un duelo por el oro. Con ellos, un tocado Rafal Majka que poco tenía por hacer en el llano más que aguantar.

Con la competencia rota, el podio estaba definido en favor del trío en cuestión. Y hubiera sido justo, ya que sus selecciones trabajaron en consecuencia: Colombia coló a Pantano en el primer corte y, cuando éste fue neutralizado, Henao hizo lo imposible por formar parte de la movida propiciada por Italia, con Caruso, a 70 kilómetros del cierre.

“Checho” consiguió sumarse a la peligrosa fuga y luego aguantó cuando Nibali y compañía -que hicieron una carrera perfecta- llegaron desde atrás. Ni que hablar del último y poderoso ataque del “Tiburón” en la trepada definitiva a Vista Chinesa, donde el de Rionegro siguió a su rival sin evidenciar la fatiga acumulada por marchar en escapada desde largo tiempo antes.

Los de Jaramillo tomaron la salida con la decisión de formar parte de cada aventura, aprovechando que sus cinco hombres tenían capacidad de remate, pero también, buscando la chance de no tener que tirar del lote. Y cumplieron.

Italia propuso siempre. Tiraron del mayoritario para capturar la fuga matutina, posteriormente enviaron a Caruso por delante y remataron con un formidable arreón en el circuito decisivo, donde coparon la vanguardia en una suerte de reunión del Astana: Fuglsang (Dinamarca), Zeits (Kazajistán), Aru y el propio Nibali.

De allí en más endurecieron, preparando el lanzamiento del campeón del Giro, que cerca estuvo de quedar solo y con la bajada y el llano por delante. No lo logró, porque Henao y Majka se retorcieron con éxito para sostener su estela, olfateando la histórica chance olímpica.

¿Y Polonia? Metió a Kwiatkowski en fuga y éste marchó en cabeza gran parte de la jornada, permitiendo a su compatriota un viaje en carroza, cortesía de España, Gran Bretaña y demás perseguidores. Escalador de pura cepa, Majka sólo tenía opciones de conseguir el oro descolgando a Nibali y Henao en el puerto, pero allí quedó claro que no iba fino.

Con terreno “accesible” (lo era, con los 4.500 metros de desnivel acumulados a sus espaldas) en el horizonte, las medallas estaban aseguradas para estos tres y sólo restaba por conocer el orden del podio. Y, en ese escenario, es indudable que el más rápido del trío de punteros era el cafetero.

Clasicómano de contrastada punta de velocidad, el escarabajo tenía todos los números para alzarse con el título, tal como sucedió luego con Van Avermaet y sus dos compañeros de circunstancias, que se sabían derrotados por el belga antes de cruzar por la llegada.

Lamentablemente, el hombre de Sky no pudo plasmarlo sobre el asfalto y todo quedará en conjeturas incomprobables. Las carreras se ganan, no se merecen, pero como pocas veces a lo largo de la historia, quedó la sensación de que el título tenía dueño, y era el sudamericano.

Evidentemente no debía ser, porque la desgracia se atravesó en su camino y del modo más inesperado. ¿O acaso alguien auguraba una caída -en su terreno- de quien es considerado el bajador más virtuoso del pelotón?

Henao, que no cometió errores, terminó desparramado junto a su rival, la rueda lógica a marcar en un descenso y principal responsable de lo que sucediera desde allí y hasta el arribo.

Van Avermaet es campeón por méritos propios, es cierto, pero la cuota de fortuna necesaria para toda empresa fue más generosa de lo normal en esta ocasión, permitiéndole quedarse con una presea que tenía dos aspirantes por encima del resto y, entre ellos, a uno con una leve ventaja debido a lo que restaba por transitar y sus características físicas.

Por ello, con permiso de los tres hombres que finalmente subieron al cajón de Río de Janeiro, es justo decir que Nibali y Henao fueron los verdaderos héroes del día y que si uno debía colgarse el máximo galardón, era el latinoamericano.

Pablo Martín Palermo

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