Ciclismo Internacional

Opinión: Era antes, Purito

Por @pmpalermo

El pelotón de la Vuelta a España superó el tríptico montañoso y espera por la tan comentada contrarreloj de Burgos, que se disputará luego del siempre peligroso día de descanso sobre un trazado plano, netamente favorable a los especialistas.

Y entre ellos sobresale un nombre: Tom Dumoulin. El holandés es la sensación del evento, marcha 4° en la tabla principal a 1:51 del líder y amenaza con atropellar a los escaladores en la etapa 17, donde se terminará de perfilar el destino del podio, con permiso de la jornada madrileña del sábado.

Pero, sin restar méritos al líder de Giant, hay otra cuestión que invita a opinar sobre el esforzado puntero de la competencia, el simpático y querido Joaquim Rodríguez, uno de los mejores corredores de la década que, debido a sus falencias en la lucha contra el tiempo, no ostenta una grande en su palmarés.

Rodríguez ya estuvo cerca antes, especialmente en 2012, año agridulce para él puesto que, Hesjedal en el Giro (por 16″) y Contador en la Vuelta lo privaron de trepar a lo más alto del cajón cuando había hecho méritos suficientes para eso. Pero la experiencia más agria aconteció en 2010, cuando atravesó por un panorama idéntico al actual en la grande de su patria, puesto que tomó la salida en la crono de la etapa 17 como puntero. Esos 46 kilómetros en Peñafiel le costaron más de seis minutos, echando por la borda dos semanas anteriores brillantes.

Siempre es más sencillo opinar desde el living de casa y sin estar metido en carrera, pero hay algunas cuestiones básicas que abren la puerta para criticar el modo en que han corrido los escaladores, sobre todo en la 16° fracción.

Si Dumoulin es un pasista que está pletórico, no hay error más grave que ascender los puertos a ritmo. La lógica indica que la mejor estrategia es sacarlo de punto y mientras más temprano mejor, para “cocinarlo” de a poco y rematarlo en el puerto conclusivo.

Hoy el ritmo que se ha llevado en Cobertoria y en meta era como para no moverse y aguantar“, dijo Purito en ese sentido. Probablemente así haya sido, pero con las tremendas rampas de las dos últimas trepadas, es imperdonable que el catalán haya aguardado hasta el kilómetro definitivo de la Ermita del Alba.

Claro, todos tienen dos piernas, son humanos y, en este periodo de la temporada la fatiga pesa, pero si Rodríguez no es campeón le quedará en su cabeza la sensación horrenda de no haber intentado todo, por más que hoy diga o sienta lo contrario. Él sabe que no es así.

Con 36 años, se topó con una última oportunidad real de obtener una grande por diversas razones que, rápidamente, repasamos: la ausencia de Contador, las bajas de Nibali y Froome, la debilidad de Quintana y Valverde, un estado de forma genial, un gregario de lujo como Dani Moreno y un recorrido casi ideal.

Si con todos esos atenuantes “Purito” no se queda con la roja, recordará que debió moverse antes en las etapas de montaña para llegar con más ventaja a la crono, su eterno Talón de Aquiles y, para colmo de males, principal fortaleza de Dumoulin. Si añadimos que Majka y Aru son superiores en ese apartado, entonces el de Kastusha podría hasta salir del podio pese a ser el más fuerte.

Joaquim mira a todos desde arriba, con un segundo sobre Aru, 1:35 respecto a Majka y 1:51 a Dumoulin. ¿Se siente realmente seguro? La realidad y los antecedentes invitan a pensar que no. Y lo saben todos, por lo que es imperdonable que el español no haya intentado siquiera una acelaración en la Cobertoria.

Ni que hablar del modo en que se desaprovechó la Ermita del Alba (6.6km al 11.1%), testigo de una ascensión que sólo Landa endureció en el desenlace y de una suerte de sprint largo donde Rodríguez hizo lo que mejor puede hacer sin lograr sentenciar, porque en ese punto, el portentoso tulipán limitó la sangría.

Pero, aún en el límite de las energías, ¿no es motivación suficiente que la vida le haya regalado una última oportunidad de obtener eso que tanto anhela y nunca le fue posible conseguir? Nadie hubiera criticado al de Katusha en caso de lanzarse y flaquear. Por el contrario, en tiempos donde mandan los directores miedosos, es de agradecer cuando alguien rompe la monotonía.

Además, la gloria premia a los valientes, y si no es con una victoria entonces lo será con un paso a la posteridad. Allí están los casos, opuestos pero igualmente épicos de Contador en Fuente Dé o de Andy Schleck camino del Galibier, todavía nítidos en la memoria del colectivo ciclista.

Purito ya tenía la Vuelta perdida antes de empezar y resulta que, a menos de una semana del cierre, es el líder. ¿Por qué no apelar a la valentía que tantas veces ha demostrado para deshacerse de sus oponentes? Más sabiendo que están un escalón por detrás a la hora de subir y temerosos de lo que el catalán haga en las cuestas de cabra que la organización tan generosamente dispuso para él.

Por ello, aún cuando es puntero de la carrera y podría salvarse en la crono, insisto en que Rodríguez debió moverse antes en los puertos, hacer gala de sus piernas escaladoras y deshacerse del heroico pero allí vulnerable Dumoulin, quien hoy respira aliviado y sueña en rojo gracias a que los oponentes le perdonaron la vida.

¿Habrá dejado pasar el tren Purito? Esperemos que no. Su trayectoria y simpatía merecen la frutilla del postre que implicaría imponerse en una grande en la que, al menos y como él mismo indicó bromeando, no perderá el maillot rojo mañana en el día de descanso.

Pablo Martín Palermo

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