Ciclismo Internacional

Opinión: EsceptCiclismo

Por @pmpalermo

Gonzalo Najar ya es dueño de la Vuelta a San Juan 2018 y celebra en la intimidad. Pero su estratosférica actuación en el Alto Colorado todavía repercute, dividiendo las aguas entre quienes lo admiran, maravillados, y aquellos que no creen en absoluto lo acontecido.

Foto: Franco Xavier Videla

Lamentablemente, el ciclismo actual sufre por décadas de desmadre en lo que al dopaje refiere. Y el hecho de que uno de los íconos del presente -Chris Froome- esté al borde del abismo, empeora el asunto.

Más precisamente, se trata del escepticismo reinante, tanto dentro como fuera del pelotón. Así, toda performance por encima de la media pasa a ser escrutada instantánea y rigurosamente, acabando con los últimos vestigios de romanticismo en el deporte pedal.

Está claro que las gestas de antaño eran posibles, en gran medida, gracias al uso de sustancias dopantes. Y es entendible, tras presenciar carreras que luego ven su clasificación modificada en un escritorio, que el público dude.

Pero la balanza se ha inclinado en exceso hacia el otro lado. Antes, al menos, se respetaba la presunción de inocencia y se creía en el espectáculo hasta que se demostrara lo contrario. Ahora, en pleno desarrollo de las acciones, y gracias a las redes sociales, el juicio comienza en tiempo real.

Es una pena que un gran porcentaje del mundo del ciclismo ya no disfrute -porque no lo hacen- y sólo estén a la espera de la siguiente violación al reglamento. Aunque luego la misma no suceda.

Las víctimas son los corredores limpios y los fans que quieren creer y vibrar junto a sus héroes. Porque el fin último de cualquier deporte es entretener, y en el ciclismo eso es cada vez más raro.

¿Qué sentido tiene entonces, para el corredor, prepararse para ganar? Más conveniente ser uno más, cobrar un sueldo y no sufrir acusaciones sin pruebas, que intentar ser el mejor. ¿Y cuál es la “gracia”, para los espectadores aquí en cuestión, de perder su tiempo en mirar algo en lo que no creen?

Que hay tramposos es un hecho, y que deben ser castigados en caso de comprobarse el “delito” también. Pero sería beneficioso para todos no estar al acecho, cual cazadores, pensando todo el tiempo que los atletas cometieron un pecado.

Porque detrás de cada actuación, por más que sólo se trate de llegar en el seno del pelotón, hay miles de horas de sacrificios personales y familiares que se ven ensuciados gratuitamente.

En el caso de Najar, válido por ser el más reciente, es conveniente analizar diversas aristas antes de condenarlo a la hoguera:

En primer término, se trata de un pedalista que hizo de San Juan su Tour de Francia. Por dicha razón, llegó a tope, proveniente de una concentración en altura y como miembro de una escuadra en condiciones similares. Además, conocían el terreno a la perfección, contaban con un corredor más que los extranjeros y la altitud del Colorado no fue un problema, acostumbrado a rodar a 2.500 msnm.

Si se añade que los rivales estaban de pretemporada, que el puerto era de fuerza -Ganna y sus 80 kg son una buena referencia de ello- y que llegaron a la base de la trepada destrozados por los abanicos previos, no resulta tan ilógico lo visto.

Aún así, quienes no confíen, tienen la seguridad que ofrece una competencia 2.1 cuyos tests se realizaron en tiempo y forma. Y en el caso del SEP, antes y después de las etapas. Los resultados saldrán de un laboratorio acreditado, que sería el de Madrid.

¿Más? Quien les habla trabajó en la transmisión de TV con casi 30 monitores a disposición, entre los que había cámaras de helicóptero, motos y hasta un drone. Ninguna reveló irregularidades, es decir, ayudas hacia Najar.

Franco Xavier Videla, corresponsal y fotógrafo de esta redacción, tuvo el privilegio de viajar en una moto a metros del jujeño, mientras este volaba hacia la gloria. Huelga decir que tampoco presenció anomalías.

Finalmente, quienes piensan que pudo haber empleado un motor deberían visitar el país y conocer los orígenes de este chico y la realidad socioeconómica general. Difícilmente haya tecnología de esa índole en una región donde los tramposos están una década por detrás de lo que se escucha desde Europa.

Con todos estos datos, hubiera sido mejor gozar con una jornada de ciclismo del bueno. Y en todo caso, si más adelante surgen malas noticias, “lincharlo” virtualmente, como ya se hizo.

No somos ajenos a la historia, pero no vendría mal que se aplique un poco de la misma confianza que se deposita en tantos otros apartados cotidianos, menos placenteros y más riesgosos que el ciclismo, un hobby.

O incluso, la que se tiene en otros deportes. Sin ir más lejos, en Australia se han estado disputando partidos de tenis maratónicos, bajo un sol abrasador y sin que a nadie llame la atención en lo absoluto las prestaciones de los jugadores.

El ciclismo agoniza. Por culpa de sus intérpretes primero, y de la prensa y los aficionados después. Y tratar de hallar cosas antes que pasen no ayuda. Triste, pero moneda corriente en los tiempos del EsceptCiclismo.

Pablo Martín Palermo

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