Por @pmpalermo
Chris Froome correrá el Giro de Italia 2018 y es noticia. Es noticia porque él, casi que “acusado” de centrar sus esfuerzos pura y exclusivamente en el Tour de France, acometerá otro doblete -más complejo aún- apenas meses después de haber obtenido el primero.
Es noticia, porque a pesar de tener a tiro el récord de cinco victorias en la ronda gala, lo pondrá en compromiso desgastándose en la siempre brutal Corsa Rosa, cita con la que adicionalmente no guarda una estrecha relación, pues apenas participó de la misma dos veces, con una expulsión incluida.
Es noticia, porque lejos de dormirse en los laureles de su doblete Tour-Vuelta, afrontará una empresa todavía más difícil con el recuerdo fresco del “fracaso” de dos vueltómanos de altísimo nivel como Alberto Contador y Nairo Quintana, en 2015 y 2017 respectivamente.
Y es noticia porque, contra lo que muchos pensábamos, Froome se dejó tentar por el reto y, especialmente, por la jugosa suma de dinero que Israel y RCS pusieron sobre la mesa para concretar el pacto. Después de todo sí es humano…
Si alguien puede, es él
Lo concreto es que el “keniata” dirá presente en la primera ronda de tres semanas del calendario, la que menos conoce y tiene el clima más adverso para su organismo, afecto al calor. Pero así como enfrentará esos escollos, tiene a su favor que el trazado es menos montañoso que nunca -no se dejen engañar por la cantidad de finales en alto- y que contará con 44.2 kilómetros totales (escasos, pero más que en el Tour y mayormente llanos) de contrarreloj, un arma con la que podrá hacer mucho daño a los rivales.
Adicionalmente hay que marcar que Froome, por su versatilidad física y gregarios de lujo, es el ciclista más capacitado del pelotón mundial para enfrentar el doblete con garantías. Y, dato no menor, que dispondrá de una semana extra de reposo entre el final del Giro y el inicio del Tour, que modificó su partida para coincidir lo menos posible con el Mundial de fútbol. Aunque poco, ese descanso complementario será vital para su cuerpo.
En ese sentido, Alberto Contador dejó algunos datos interesantes cuando terminó su intento de 2015. Específicamente, indicó que el modo ideal de acometer el desafío con chances reales pasa por tener un equipo que lleve al líder en carroza para que éste se limite a rematar. Sky y Froome cumplen ese requisito como nadie.
En todo caso, para profundizar en sus análisis, seguramente tengan acceso a los valores de potencia o recuperación de Mikel Landa, quien con matices y algunos días “libres”, rindió a un nivel altísimo en las carreras aquí en cuestión, en la campaña 2017. Ni que hablar de su propia experiencia en Tour y Vuelta.
Un factor extra a considerar es que en julio pasado, pese a que llegó algo “crudo” pensando en la Vuelta, los rivales estuvieron más cerca que nunca. Y si arriba fatigado al verano, contra gente de mayor entidad que la suele apuntar a Giro y Vuelta, puede pasarla muy mal.
No sólo eso, sino que se cruzará con Tom Dumoulin en algún punto -y con respeto por el resto del cartel- encontraría un adversario con cualidades muy similares que, como él mismo reconoció, lo forzaría a cambiar su modo de correr.
Si se añade a un Quintana fresco, al valiente Bardet, a Riche Porte, Mikel Landa, Ilnur Zakarin o a Vincenzo Nibali, queda claro que Froome necesitará de todas sus facultades para salir victorioso en Francia, y los antecedentes históricos juegan en su contra, con un Pantani dopado como último en obrar el milagro, hace dos décadas.
Párrafo aparte para los contrincantes, que si no baten al nacido en Nairobi en la Grande Boucle de 2018, quedarán en deuda. Porque pese a las virtudes de “Froomey” en segundos esfuerzos, es obvio que llegará algo tocado.
A por el Olimpo ciclista
De realizar la hazaña, Froome se uniría a un grupo todavía más reducido que el de vencedores de cinco ediciones del Tour, ya que sería el tercer ciclista en la historia en alzar los brazos en tres grandes consecutivas, luego de Merckx y Hinault. Obviamente, se integraría al club de los campeones en Giro, Tour y Vuelta.
¿Más? Con sus chances disminuidas, igualmente podrá pujar por la quinta corona en los Campos Elíseos, y de alcanzarla, se incorporará al club de los máximos campeones. Por supuesto es una conjetura, así como también lo es pensar en que, una vez conseguido el pentacampeonato, le quedará el sexto a tiro y la oportunidad de ser el más grande del Tour.
Froome ya es parte de la historia y, si de aquí al final de su carrera no vuelve a ganar una grande, será el único con cuatro ediciones de la máxima cita del ciclismo, marca nada desdeñable.
¿Acierto o error?
Llegado este punto, hay que decirlo: el de Sky – primer corredor en conseguir Tour-Vuelta bajo el formato actual de calendario- cometerá el mismo error de preparación que Quintana en 2017, es decir, acumular cuatro Grandes Vueltas en un año. Y al igual que con el colombiano, quien les habla no cree posible dicho doblete, mucho menos con semejante castigo a cuestas. Al menos, debió probarlo tras concluir el curso previo en julio, no en octubre.
Así y todo, es difícil hablar de equivocación en este caso. Primordialmente porque, a diferencia de Quintana, Froome alcanzaría un récord impactante y, sobre todo, porque cuando el colombiano acometió su intento, no tenía (ni tiene) ninguna edición del Tour bajo el brazo.
Básicamente, sin desmerecer la competencia italiana o al escarabajo, Nairo no hubiera integrado ninguno de los clubes citados en el argot ciclista en caso de obtener el Giro, como sí de alzarse con la Grande Boucle. No así el británico, que ostenta cuatro y puede darse el lujo de no buscar más si lo desea.
La cuestión es paradójica, porque ver a Froome en el Giro será impresionante, y ganar tres vueltas seguidas en el ciclismo moderno, todavía más. Pero por otro lado, conociendo el valor de cada evento, es imposible soslayar la importancia de la cita francesa y el reconocimiento devenido de ser “rey” allí.
De acuerdo o no con su elección, es innegable que Froome continúa haciendo historia y, mejor aún, que no se relaja. El británico sigue en plan “Caníbal”, demostrando que es el ciclista más grande de su generación y que ya no se obsesiona con un evento, centrando todas sus energías en el mismo.
La necesidad de autoimponerse nuevos retos revela esa personalidad inconformista y perfeccionista, parte del instinto que sólo los grandes campeones poseen y que, por citar un ejemplo minúsculo, lo llevó a disputar el sprint de la etapa conclusiva de la Vuelta a España sólo para ganar la clasificación por puntos.
Ya sin nada que probar, Froome no se equivoca en acudir al Giro. Posiblemente esto le impida primar en el Tour pero, en simultáneo y de conquistar Italia, le permitiría diferenciarse de la mayoría de sus antecesores, firmando un registro más exclusivo y, hay que decirlo, quedando en las puertas de otro casi imposible como serían cuatro rondas de tres semanas seguidas, algo que sólo Merckx hizo.
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Pablo Martín Palermo
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