Ciclismo Internacional

Opinión: Jumbo-Visma, la desesperante versión 3.0 del mejor Sky

Por Oscar Trujillo Marín

La fórmula ya va camino de los 10 años funcionando en el Tour de Francia y nadie- mientras no surja algo mejor- la va a cambiar. Jumbo-Visma es la versión 3.0 del Ex Sky, -ahora deprimido Ineos-. Todas las ventajas de su antecesor némesis, pero con mucho mejores individualidades en torno a un líder sólido.

La tendencia predominante para ganar el Tour de Francia no tiene misterio: Un equipo hombre por hombre mucho más poderoso que los demás -con enorme diferencia- y un par de lideres de mucha calidad y altísimo nivel, excelentes rodadores, mejores contrarrelojeros y aventajados alumnos de la escalada a base de mucho trabajo en escrupulosa medición de vatios, demoledora cadencia de croner en los puertos, y tren de 5 o 6 figuras de élite contrastadas, siempre a su servicio y ritmo de control e inoculación de miedo permanente para los rivales hasta los últimos metros del puerto final. El equipo que reúna esas cualidades se lleva el Tour de Francia.

Se ha cambiado este año tan solo el logotipo de una empresa británica por el de un par de compañías neerlandesas, pero la estrategia es la misma: el líder elegido o de turno (que en el caso de Jumbo-Visma podrían ser dos o tres corredores con opciones) es llevado ultra protegido, ileso y sin gastar una sola caloría de más hasta el último km (al menos con Sky era hasta los últimos 6km, incluso eso ha ido a peor) hasta en la más dura de las etapas de alta montaña, mientras tanto sus poderosos lugartenientes secan a sus rivales solitarios, les torturan, y ponen ritmo de marcha sin tregua, eliminación de adversarios e intimidación en las etapas de montaña, en una clara exhibición de fuerza y derrumbamiento de moral ajena.

Todo esto suena fácil pero no lo es en absoluto. Solo es posible con gente de mucha, mucha calidad y altísimo caché y fiabilidad; y esta gente cuesta mucho. Figuras de talla mundial que renuncian a su gloria personal por bastante dinero, trabajando en exclusiva por un objetivo: ganar el Tour de Francia. La estética diversa de una competencia real, la épica, el heroísmo del débil, la fotogenia de un ataque lejano, la equidad, la justicia o “el espectáculo” para el aficionado y televidente, pasan a un último plano: estamos hablando es de dinero puro y duro y eficacia empresarial. Ya sé, es horrible aceptarlo, pero el mundo que hemos creado también lo es y nadie que viva bien parece importarle ni se rasga las vestiduras. Y no vale decir que hay muchos partidos de fútbol aburridos que quedan 0-0 o que la Fórmula 1 hace años es casi igual. Por lo menos esos “espectáculos” duran dos horas, pero es que una etapa del Tour puede durar mínimo 6 horas, mínimo 4, aquí se nota más el tedio.

No hay que olvidar que antes que deporte la gran carpa del World Tour -y su máxima prueba con diferencia el Tour de Francia- es un negocio, capitalismo salvaje puro y duro: lo que da dividendos se mantiene, y si es posible como en el caso de Jumbo-Visma frente al maestro Ineos, se mejora. Si mañana apareciera un oscuro y millonario fondo de inversión y les sonsacara a Van Aert, Kuss, Dumoulin , Kruijswijk y Roglic al equipo holandés, y además les contratara Tejada, Kiaktkowski, Porte, López para que les ayudaran a proteger a los dos lideres elegidos y controlaran la carrera… ¡el resultado sería el mismo!

La acumulación de demasiado talento por metro cuadrado en un solo equipo hace que la meta más codiciada del año para todos sea conseguida por demolición, -humillación-  y abuso en la dispar cantidad de virtuosismo atlético, calidad y fuerzas. No hay vuelta atrás. Un solo líder de gran nivel (por bueno que sea) por equipo con gregarios de nivel modesto no va a ningún lado, como mucho podio sería tocar el cielo. Salvo algún excepcional inspirado genio esporádico y circunstancial al que se le tiene que juntar todo empezando porque el líder más poderoso se caiga, enferme o le parta un rayo. Al menos desde la hegemonía de está formula con el Sky patentada en 2012, solo ganó alguien diferente (Nibali) cuando en 2014 se cayó en las primeras etapas Froome teniendo que retirarse.

Mucho tendrán que estrujarse la cabeza las lumbreras de ASO y la UCI para intentar devolverle algo de atractivo a la joya de la corona que es el Tour de Francia, para acercarla su esencia, a lo que solía ser: ¡una competencia deportiva,! reñida, -y no cualquiera- la más importante del ciclismo mundial a una enorme distancia de las demás. Una carrera donde al menos en la montaña habían ataques entre los favoritos, si, lo sabemos, aunque casi siempre ganara el crack generacional de turno, ¡pero al menos los habían! y muchas veces hasta de lejos. Este líder más poderoso era puesto en muchos aprietos cada día y de vez en cuando, a algún valiente rival chico le sonaba la flauta.  Lo de Sky ya era predecible y muy aburrido para el espectador imparcial y objetivo, o para alguien que no tuviera sus sentimientos en un connacional que tuviera chance al menos de hacer podio (que se convirtió en la única ilusión de todos los que no militaran en la formación británica).

Tendrán que introducir nuevas normas, regular el monopolio de la fuerza, como lo han hecho otros deportes no tan masivos e incondicionales en el masoquismo como el fútbol, donde uno o dos dictadores en cada liga (River, Boca, Juventus, Barcelona, Real Madrid, Bayern…) son los que casi siempre ganan. Ustedes podrán decir lo que quieran, si, los paisajes franceses, sus castillos y arquitectura son preciosos; la carrera tiene una organización impecable, la señal de TV es magnífica, pero el espectáculo deportivo es lamentable, sin sorpresas, sin variables, aburrido hasta la náusea la gran mayoría de etapas quitando el minuto del sprint, alguna fracción loca por casualidad y otra más de viento.

El Tour desde hace años ya se ha convertido en un muermo por predecible falta de competencia entre los convidados de piedra “adversarios favoritos” frente a los claros y únicos favoritos con verdaderas opciones, sobre el pape,l en las casas de  apuestas y en la cruda realidad que se corrobora cada día.

Competencia: “Disputa entre personas animales o cosas que aspiran a un mismo objetivo o a lograr la superioridad en algo” dice la RAE. Pues bien, aquí hay personas en las calles y las llegadas, animales a lado y lado de los hermosos caminos rurales, cosas de marketing por todos lados, objetivos que para la inmensa mayoría no es más que terminar el Tour, y para el Jumbo o Sky en su momento de rigor es ganarlo, pero solo para ellos; de eso hay. Pero lo que no hay justamente es !competencia real! no puede haber disputa posible con tal disparidad en las fuerzas.

Lo lógico, salvo debacle del favorito, es que gane el único aspirante que es de lejos por nivel propio y equipo el más fuerte de todos. No conozco un solo torneo o juego que con ese predecible  reclamo logre atraer más patrocinios adeptos o generar más audiencia. El ciclismo está en crisis por culpa de su propia impotencia para evolucionar. ¿De verdad se creen que por muy bueno que sea o haya sido Froome, Wiggins, o Bernal hubieran ganado tan fácil sus respectivos Tours partiendo en las filas del NTT o el CCC?

Puede que ocurra un milagro y ese verso anárquico suelto que es Pogacar (a quien debemos aprovecharlo por su temeraria e ingenua juventud antes de que el sistema resultadista lo devore, ya se notan los primeros amagos) logre quedarse con la victoria final si Roglic se cae o desfallece. Pero sería una anomalía, lo predecible, lo más probable, lo lógico es que un equipo como el mejor Sky o esta versión evolucionada, superior 3.0 del Jumbo-Visma gane. En el Tour como afuera en este mundo de fieras, el más fuerte pone las condiciones y se lleva el botín. Para los demás las migajas.

Oscar Trujillo Marín

¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en Instagram y Twitter

Sumate en facebook: Ciclismo Internacional

Copyright © 2012-2020 Ciclismo Internacional. All Rights Reserved

Exit mobile version