Utilizar criterios de las ciencias económicas y sociales puede ayudar a tomar de decisiones de mejor calidad en aras de defender el ciclismo, recuperar su buen nombre e incentivar su práctica y seguimiento. Ya visto cómo se puede utilizar el concepto de igualdad y su utilidad para zanjar decisiones del pasado, alentando mejores comportamientos presentes y futuros, es útil revisar los aportes de la noción de Justicia.
La RAE la define como “principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”. Para el mundo ciclista el concepto es importante puesto que ayuda a resolver otro dilema. ¿Tiene sentido deportivo declarar desiertos los títulos? ¿Es legítimo declarar desierto un campeonato por prácticas extradeportivas?
Si un ciclista pierde su título por acudir al dopaje, la primera parte de la noción de justicia pide “obrar respetando la verdad”. Esto implica reconocer que las competencias de los años que se encuentran en cuestión sí se realizaron. Parece una obviedad, pero no lo es para la organización de las carreras que se empeña en declarar desiertos los títulos tal como si el evento no hubiera existido.
Dejar el título en el aire equivale a decirle al planeta del ciclismo que lo que vivió fue una fantasía, apenas un sueño de competencia de siete años de vacas gordas [los de Armstrong], que luego, se volvieron muy flacas además de tristes.
Pero los seguidores del ciclismo y del deporte asistimos con tristeza a observar que los subcampeones de esos Tours incurrieron también en dopaje comprobado: Zülle [1999], Ullrich [2000, 2001 y 2003], Beloki [ 2002], Klöden [2004] y Basso [2005], fueron los exponentes de la peculiar situación que obligaría a acudir a los terceros puestos.
Opinión: La UCI requiere ingresar a las UCI (I)
El tercer cajón del podio estaba conformado por Escartín [1999], Beloki [2000 y 2001], Rumsas [2002], Vinokourov [2003], Basso [2004], Ullrich [2005]. Varios nombres se repiten y la probabilidad de dopajes es alta en todos ellos. Así que, llegados al caso, se requiere responder sobre la toma de decisiones acerca del deber ser cuando no solo tres, sino los diez primeros de la general acudieron al dopaje o a transgredir cualquier norma para obtener mejores resultados.
La UCI, al observar el tamaño del problema decidió que no hay poseedor de los títulos, lo cual para muchos fue salomónico. Pero al tomar la segunda parte del concepto de justicia, “dar a cada uno lo que le corresponde” se requiere aceptar al cuarto o al undécimo como campeón según sea el caso. Si los segundos y terceros estaban dopados y si las muestras y los testimonios no son concluyentes, los siguientes lugares deberían campeonar.
Es más evidente que esta es la decisión correcta si se retoma el concepto de igualdad puesto que, ante la fijación y aplicación de los mismos criterios para gestionar el proceso antidopaje, con participantes conocedores del marco de supervisión y un reglamento homogéneo, lo que corresponde es declarar al 11vo participante como flamante campeón. Dejar de hacerlo equivale a castigarlo por las irregularidades cometidas por otros participantes, lo cual pone en tela de juicio la decisión de la UCI.
Existe un argumento adicional más allá de los conceptos citados. Colocarse en los pedales de los rivales de Armstrong, Ullrich, Beloki y compañía ha de generar una alta frustración para los competidores que quedaron tras ellos sin reconocimiento alguno. Sucede que se prepararon al más alto nivel en aspectos variados y exigentes durante tiempos extensos y condiciones rigurosas. Todo deportista sabe de los múltiples costos visibles e invisibles de la preparación física y mental, así como del desgaste personal y familiar que implican. Al final de todo esto, la UCI informa con comunicados de prensa que vivieron un espejismo puesto que no hubo campeón. Un panorama insólito.
Es cierto que no será emocionante reconocer a un Carlos Sastre (8° en 2004) y otros terrenales como los grandes representantes que campeonaron en la prueba más emblemática. Pero esto implicará apenas un costo menor puesto que harán honor a la igualdad y justicia deportiva.
Reconocer a quienes respetaron los reglamentos y valores deportivos con base en el esfuerzo, trabajo, mentalidad, estrategia sin saltar a la esfera extradeportiva; recuperar credibilidad, coherencia, afición, patrocinios; así como eliminar los incentivos perversos, son metas deseables, pero también todas son factibles y lo mejor, todos los grupos involucrados se verían beneficiados. Pero también todo, se encuentra en manos de las organizaciones y sus directivos, del entorno político administrativo.
Se podría volver a creer. No es un beneficio menor en una época difícil en la que hoy solo se dan saltos de fe llenos de conformismo que además suelen tener malos finales -recordar el caso de Armstrong y todo el dolor que generó en la afición-. Por supuesto, se requiere de voluntad institucional y política de la UCI y de ASO, organizaciones que probablemente no han estudiado estas perspectivas; prefieran mirar para otro costado o; citen restricciones económicas y políticas que, si bien son reales, deberían poder solventarse si la meta es generar una nueva y mejorada imagen del planeta ciclista.
Una pregunta final de selección múltiple evalúa la argumentación basada en conceptos sociales y económicos. Si en la competencia de su municipio, localidad o club, usted o su hijo finalizaron 24vo y se revela que sus respectivos rivales cortaron camino, utilizaron implementos fuera de regla o, acudieron al dopaje:
- A. Se conformará con el resultado del campeón mal habido.
- B. Aceptará la declaración de torneo sin campeón.
- C. Solicitará el trofeo al considerar los principios de igualdad y justicia.
- D. Ninguna de las anteriores, tiene argumentaciones objetivas diferentes. ¿Cuáles?
Según las ciencias sociales, la UCI requiere de las UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
Economista y Magíster en Ciencias Económicas. Docente Universitario.
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