Por @pmpalermo
En las últimas horas surgió un rumor respecto al posible traspaso de Chris Froome. Obviamente, elevado a la décima potencia por tratarse de la estrella máxima del ciclismo y, más aún, por la sequía informativa reinante debido a la pandemia del coronavirus. En tiempos de necesidad, todo vende. Y Froome mucho más.
Tras algunos contactos con equipos, obligados por la verificación de fuentes, este servidor no encontró respuesta afirmativa en ningún caso. Claro está, bien podrían mentir. Pero, si a las negativas se añade la crisis generalizada, en la que pocas formaciones no han recortado salarios, es bastante lógico pensar en que nadie -o casi nadie- esté pensando en una inversión (expansión en términos empresariales).
Al margen de ello, el análisis no trata sobre la veracidad de la posible salida del británico del Team INEOS. Si tuviéramos que dar una opinión, diríamos que no sucederá. No en los términos que circulan por las redes, es decir, antes del Tour de France venidero.
Aquí se trata de traer a colación otra cuestión, una que sí es concreta, y que es lo que realmente sustenta las tonterías que se leen sobre el “keniata” liderando al Movistar. Froome está en claro declive desde antes de su accidente, y el mero hecho de que su nombre suene en el mercado es evidencia de debilidad.
¿O acaso creen que INEOS hubiera llegado al punto de discutir (o no hacerlo en este caso) un nuevo vínculo a escasos meses de la finalización del contrato en vigencia? Cuando un pedalista está en plenitud y las finanzas del equipo están saludables, no se llega jamás a estas instancias. Por citar un caso fresco, hace unos días, UAE extendió la relación con Tadej Pogacar hasta 2024. No tenían necesidad ni apuro de hacerlo.
Froome, el vueltómano más brillante de la última generación, viene en bajada desde 2017. En esa temporada ganó Tour y Vuelta apelando a una mezcla de meticulosa matemática para retrasar la forma de julio con el temor que los demás le tenían. Las brechas por las que primó en la Grande Boucle explican el resto.
En 2018 se sacó un “Finestrazo” de la galera. Y claro, cuando hay un gran campeón en el medio, a poco que tenga el día (sumado a las dudas y errores de Dumoulin en la cacería) puede hacer daño. Tuvo muchísimos méritos en la obtención de sus tres últimas grandes, donde no descolló como supo hacerlo entre 2011 y 2016.
Hoy parece cosa de otra historia, pero 2019 tampoco era un camino de rosas para el británico. Quienes siguen todo el calendario seguro recuerdan que, a excepción de algún destello en Tour de los Alpes, la campaña del líder de INEOS era de discreta a mala.
Encima se accidentó, con lesiones que bien podrían haber acabado una trayectoria deportiva. De no haber mediado el coronavirus, Froome jamás hubiera luchado por el Tour 2020. Al menos así lo analizaron algunos expertos para esta redacción.
Y, para colmo de males (para él), Thomas volvió al podio de la ronda francesa y Bernal ratificó lo que de él se esperaba con un título magnífico. Arrojen la insultante juventud del colombiano a la ecuación y no hay mucho más que pensar. Ni siquiera por la nacionalidad del tetracampeón del Tour. Eso ya no es escudo, ni tampoco razón suficiente para que los dos campeones más recientes de la cita magna trabajen para él.
Entonces, retomando el hilo que motivó estas reflexiones, ¿qué equipo invertiría millones de euros para contratarlo, en plena crisis? Próximo a cumplir 35 años, con ninguna evidencia -por culpa de la pandemia- de que aún tiene una grande en las piernas, y varias pistas de una debacle física de -al menos- dos años, sería una locura.
Quizás propia de un Oleg Tinkov o, actualmente, de los israelíes, que no dejan de gastar dinero para publicitar su país de un modo menos negativo del que lo hacen las violaciones a los derechos humanos por todos conocidas.
Froome ya tiene su lugar en la historia y es un atleta que siempre fue admirado por esta redacción. Pero una cosa no quita la otra, y no perderá ese respeto por lo que hizo sólo porque reconozcamos el paso del tiempo. Porque ese no espera por nadie. Y en términos deportivos, luego de casi una década en la cima de las grandes vueltas, “Froomey” tiene que entregar el testigo.
Quizás salga de INEOS, quizás no. Se dice que está molesto porque Brailsford no se ha comunicado con él para negociar, o porque no respondió a los comentarios de Bernal sobre la capitanía compartida en el Tour. Pero Froome no volverá a primar en una ronda de tres semanas y va en caída. Eso es lo que está detrás de todo este humo.
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Pablo Martín Palermo
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