Por Oscar Trujillo Marín
El legendario ex campeón del Tour de Francia en 1988, y gloria española del ciclismo -Pedro Delgado- cargó desde sus redes sociales contra la medida del gobierno español, que estableció horarios para la práctica exterior de deporte de manera individual y supeditado a unas rigurosas e incomprensibles franjas horarias.
Por supuesto, Perico Delgado intercedió por su parcela, la que nos toca, el ciclismo. Lo hizo ironizando sin piedad: “Grande el ministro Illa, con esos horarios y dentro del municipio, es imposible practicar ciclismo”, dijo en un Tweet. Luego argumentó su postura: “Esto no es más que una invitación a salir todos a la vez, juntarnos continuamente y con la poca visibilidad de esas horas… ¿Tal vez es para dar más trabajo a nuestros saturados hospitales?”
La reglamentación española para salir a practicar deporte no parece, por supuesto, muy inteligente, o quizás está diseñada tan solo para las grandes ciudades, si no no se explica tanto despropósito y torpeza.
El texto español dice: “A partir de los 14 años se podrá salir en bicicleta, de forma individual y una única vez al día entre las 6 y las 10 horas y entre las 20 y las 23 horas en poblaciones de más de 5.000 habitantes y sin salir del término municipal”
Teniendo en cuenta que solo es en los límites del término municipal, que en España residen cientos de ciclistas profesionales, la mayoría de ellos en pequeñas aldeas o poblaciones en los alrededores de Girona, la diminuta y vecina Andorra, pequeñas localidades del País Vasco o las afueras de Madrid y Comunidad Valenciana en su mayoría, y teniendo en cuenta que en España por estas fechas suele amanecer sobre las 7:15 de la mañana, y anochecer sobre las 20:45 aproximadamente… desde luego, no parece un panorama muy propicio para hacer kilómetros decentes o aprovechar un tiempo favorable; en términos de luz natural y distancia posible.
Pero si en España llueve, en Colombia no escampa. Es aún más esperpéntica la medida: “se puede practicar deporte (en nuestro caso ciclismo) a no más de un kilómetro del lugar de residencia, de 5 a 8 de la mañana y mantener una distancia de unos diez metros, mientras se encuentra en esta rutina al aire libre que solo podrá durar una hora”.
Lo que duele no es lo ridículo del tiempo, la luz o la distancia que parece haberlos escogido un bot falto de luces. Son los “altruistas argumentos” con que se presentan las medidas. Es el cinismo con que se quiere vender la normativa como si fuera por el bien del sistema sanitario o evitar contagios, o lo que es peor para vender una imagen de implacable firmeza, la misma que no tuvieron en lo realmente importante que era, por ejemplo, cerrar aeropuertos al principio de la pandemia.
Si fuera de verdad por el bien del sistema sanitario, por no expandir el contagio y porque no colapsen los hospitales, esos cientos de miles que albañiles, trabajadoras domésticas, mensajeros, repartidores de comida, y operarios de la industria y otros ramos que SI han sido liberados de la cuarentena en aras “de no detener la economía”, que se desplazan en motos, o tienen que tomar cada día metro o autobuses donde comparten espacio con mucha gente o corren mucho más riesgo circulando en sus vehículos, es obvio que tienen infinitamente más peligro de contagio o accidente, con abismal diferencia, que un ciclista que ruede en solitario.
Podríamos enseñar estadísticas demasiado elocuentes para demostrar que los accidentes en bicicleta graves o mortales en vías urbanas o carreteras son ridículos, casi testimoniales -comparados con los de automóviles peatones y sobre todo motos-, bien sea en Colombia, Francia o España en cantidad y número de heridos o víctimas durante cada año. Pero las tablas estadísticas están allí en la red, son públicas y las cifras se hallan al alcance de cualquiera.
En términos generales, para no ir más lejos, los accidentes de moto o con una moto involucrada, suponen el 22% en España de los siniestros del país pese a que las motos no suman más que el 9% del parque total de vehículos. El año pasado murieron 269 motociclistas, (sin contar cientos de heridos de gravedad más) la mayoría de ellos yendo o viniendo de su trabajo. ¿Se va por esto a prohibir los desplazamientos en moto por parte de trabajadores autorizados durante este mismo tiempo de desescalada?
En Colombia es aún más dramático, el 58% del parque automotor son motos y esto, naturalmente, influye en la cifra de fallecidos; el 47 por ciento de quienes fallecen en las vías son motociclistas. En el país suramericano mueren al día al menos 7 motociclistas en promedio, y el número de accidentes con heridos graves o leves amarga solo contemplarlo, suele colapsar las urgencias. ¿Se les va a impedir durante estos días de “confinamiento inteligente” a los trabajadores autorizados para que rueden y acudan a su trabajo? Total, hay mucho más riesgo… No.
No por una medida o norma ser oficial, o nacer del gobierno, tiene que ser sensata o inteligente. Pero lo que más ofende la razón es que intenten presentar esa lamentable ineptitud como si fuera “por el bien común”.
Si es tan increíblemente riesgoso el contagio de quienes salgan a la calle aún, y tanto les interesa que no se propague el virus -y no colapsen los hospitales-, no deberían dejar que los más pobres y necesitados salieran en masa a exponerse obligándolos a ellos a mantener la rueda de la economía girando.
Porque los ciclistas, practicantes de yoga y pilates en un parque o corredores de atletismo, por decir algo, objetivamente y ante las frías cifras comparados con motociclistas y automovilistas, o con la altísima accidentalidad de los obreros de la construcción, no parecen representar peligro alguno. Si es extremadamente peligroso salir para una ínfima cantidad de ciclistas a rodar en solitario, lo es también para los demás que deben salir cada día a buscarse el pan. Esa incoherencia y desproporción es lo infame del asunto.
Oscar Trujillo Marín
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