Opinión: Peter Sagan entierra sus fantasmas - Ciclismo Internacional

Opinión: Peter Sagan entierra sus fantasmas

Por @pmpalermo

Peter Sagan es campeón mundial en Richmond y resulta curioso tener que hablar respecto a otras cuestiones que no sean su logro y el soberbio modo en que lo logró, pero el exitismo reinante no perdona a nadie y, por ello, se hace necesaria la aclaración respecto al ciclista aquí bajo escrutinio.
sagan eslovaquia

No descubrimos nada al decir que Sagan es una estrella, un distinto que llegó al pelotón para marcar diferencia desde sus inicios, cuando levantó los brazos en citas como el Tour de Francia y dejó su sello festejando de los modos más diversos y extravagantes pese a ser un desconocido. Tampoco es ningún secreto que el eslovaco es criticado por todo lo que hace o deja de hacer, en una suerte de daño colateral aparejado con la fama y su alto perfil que debe sobrellevar cada día de su existencia.

Pero sí hay una realidad, que marca que el hombre de Tinkoff Saxo tenía una cuenta pendiente con la historia: ganar una prueba de un día prestigiosa. Es curioso, pero con más de 80 dianas en su palmarés, se echan en falta allí los denominados Monumentos, carreras destinadas a unos pocos que no permiten margen de error de ningún tipo y ponen a prueba los límites de los atletas.

Con 25 años, Sagan estuvo cerca en varias ocasiones, pero su talento y facilidad para ganar lo convirtieron en una de las figuras más vigiladas del pelotón mundial, a punto tal, que se repite una y otra vez la misma situación, con el eslovaco llevando un ejército de chupa-ruedas detrás, todos pendientes de él y dispuestos a perder antes que llevarlo en carroza.

Así, pasó de sumar en dos dígitos por curso a casi no hacerlo en las más recientes temporadas (2014 y 2015), perseguido por una auténtica maldición que lo llevó a ser 2° en incontables ocasiones. Dicho apartado estadístico le granjeó el injusto mote de “segundón”, cuando el 99% del pelotón daría un ojo por lograr algo parecido.

Peter no logró aún su Monumento, pero se hizo con lo más parecido a ello, el título mundial, tanto o más prestigioso y significativo que las clásicas que tanto se le reclaman y que, tarde o temprano, caerán en su poder.

Nadie le regaló nada en Richmond y sólo él fue responsable de su éxito, lanzando un único pero tremendo ataque en la trepada a 23rd street, que fue demasiado para sus rivales. Se exhibió en la bajada, donde no sólo mantuvo sino que aumentó la brecha, y apretó los dientes en el interminable repecho final rumbo a meta para concretar su victoria más grande.

Después, fiel a su perfil de estrella de rock, se bajó de la bici casi de inmediato, tiró el casco al público y paseó su melena rubia por la llegada, entre incrédulo y satisfecho, para gritar al mundo sus verdades. “He leído muchos comentarios de que no soy bueno en carreras largas, pero ahora tengo este maillot”, tiró contundentemente.

Dicha expresión, fue el primer atisbo de un desahogo harto merecido, tras dos campañas en las que se lo tildó de perdedor y hasta se dudó de su capacidad. Es tanto su talento, que hace parecer fácil lo difícil y se le pide que gane como si el resto no corriera.

Paciencia. Eso es lo que tuvo el flamante campeón del mundo, sabedor de sus cualidades y seguro de sí mismo, expectante para lanzar el zarpazo letal en un mundial donde apostó todo a un único movimiento y tuvo éxito.

De hecho, ese es el modo en que se ha ganado la vida desde siempre, porque rara vez sus equipos lo apoyan plenamente, más enfocados en otros menesteres. En una jornada en la que corrió prácticamente solo, se escondió durante 255 kilómetros para explotar con todo en los últimos 5000 metros. Y esa fue la clave. Porque logró pasar inadvertido durante horas, para emerger en el cierre.

Paciencia, tuvo también, para tolerar agravios, burlas y comentarios respecto a su capacidad especial de salir 2°. El eslovaco les puso un tapón color arcoíris en la boca a sus detractores, que verán al portador del maillot más distintivo del ciclismo festejando por todo el planeta.

Quizás, como pocas veces se ha visto, Sagan sea el campeón mundial más popular, y un embajador magnífico que ya inició su tarea con un discurso propio de los líderes de la ONU. “Para mí era una gran motivación ganar aquí en el Mundial y poder hablar de la difícil situación que vivimos en Europa. Como población mundial tenemos que cambiar, la situación es muy dificil, espero que en el deporte podamos ser ejemplares y seguir haciéndolo, para hacer un mundo mejor”.

De este modo, por más que no debió dudar de él, Sagan enterró cualquier tipo de fantasma presente en su cabeza, uniéndose al club de los más grandes del deporte pedal. Y mejor aún, con una década por delante para seguir engrosando su palmarés, que amenaza con ser de los más nutridos y variados de la historia.

Pablo Martín Palermo

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6 pensamientos sobre “Opinión: Peter Sagan entierra sus fantasmas

  1. Que lindo es ver este tipo de ciclistas !!!! Es el sucesor de spartacus , atacando donde duele más duele . Las dos curvas después de esa terrible bajada fueron espectaculares.

  2. Gran artículo, y gran victoria la de Sagan. Quizás el campeón del mundo con mayor mérito de los últimos años. Lo único que no me cerró completamente, de Sagan, fue el último comentario político, me recordó un poco a Lance.

  3. Un grande de verdad!!! el festejo estuvo para recordarlo por años, tira la bici, el casco, los guantes y recibe el saludo de todos sus compañeros-rivales de ruta. El carisma de este chico es único.-

Los comentarios están cerrados.

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