Ciclismo Internacional

Opinión: Roglic y Nibali, donde querían estar

Por @pmpalermo

Las primeras nueve etapas del Giro de Italia 2019 son historia. Y a la hora de realizar un balance de lo sucedido para poder analizar lo que vendrá, la primera idea que viene en mente es que la general está -más o menos- como se podía esperar en la previa.

Foto: Bettini Photo

¿Por qué? Porque el evento dispuso dos cronos en dicho periodo y Primož Roglič (Jumbo-Visma) aventajó a todos allí, tal como se preveía tras sus espectaculares prestaciones en el Tour de Romandía. El hombre llegó volando e hizo lo que tenía que hacer: sacar rédito de sus piernas y terreno en previsión de la alta montaña venidera.

En todo caso, sólo Tom Dumoulin (Team Sunweb) había fallado en la apertura, en tanto que en la segunda fracción cronometrada, la decepción fue Simon Yates (Mitchelton-Scott). Miguel Ángel López (Astana) -infortunado, es cierto- siempre cede sobre la cabra y quienes aguardaban otro resultado no vienen siguiendo sus prestaciones en la especialidad.

Ya lejos de su época dorada, Vincenzo Nibali (Bahrain-Merida) todavía intimida. Globalmente, el italiano fue el mejor vueltómano top detrás de Rogla en ambas etapas contra el tiempo y hoy figura a menos de dos minutos. Poco para un atleta experimentado, ofensivo e impredecible que se conoce todos los secretos de este deporte.

Por respeto, hemos de hablar de los otros capos. Richard Carapaz (Movistar) fue de lo más selecto en los escasos tramos ascendentes de la primera semana, algo que -sumado a las grises performances de su compañero Mikel Landa- ya lo elevaron en la consideración de cara al podio.

Bauke Mollema (Trek) es un ciclista regular, aunque su historial en terceras semanas le juega en contra y, hasta que no pruebe lo opuesto, no merece más que una calificación positiva y nada más. Bob Jungels, Davide Formolo, Rafal Majka, Pello Bilbao, Ilnur Zakarin y el mencionado Landa son aspirantes al top 10 y, en su mayoría, lo conseguirán.

Veremos si alguno de ellos tiene para más, algo difícil de mensurar hoy sin que se haya escalado un puerto de primera categoría. Y lo mismo cuenta para Yates, el ciclista de las declaraciones estridentes y escaladas explosivas, que fracasó rotundamente en la segunda fracción de la crono de ayer.

Así están los márgenes entre los principales capos:

Ahora bien, hay varias aristas a considerar. Empecemos por Roglič, en su segunda experiencia como jefe de filas en rondas de tres semanas. Se antoja complicado pensar en fallos de preparación con la tecnología que hay en 2019, pero aún así, la historia de este deporte siempre invita a dejar abierta la ventaja a una debacle en la semana conclusiva.

Mucho más, si el atleta en cuestión llegó volando, como es el caso del ex esquiador. Entonces, si a su falta de bagaje ciclístico, se añade la baja de su mejor gregario -De Plus- y un desfallecimiento latente, no hay margen de tiempo que lo deje a resguardo. Ni siquiera los antecedentes lo respaldan, puesto que el último campeón del Giro que antes se coronó en Romandía data de 1995.

El escenario es más dramático con los perseguidores que hoy tiene a sus espaldas. Empezando por el “rey” a la hora de encontrar su pico de forma, Vincenzo Nibali. El vueltómano con más pedigree de su generación y también el más completo. Corre en casa, es de esperar que vaya a más e incluso, que maneje los hilos de la competencia cual titiritero con sus marionetas.

Ya mostró destellos de eso en los Alpes, donde se alió con Majka. Aquí, puede poner la maquinaria en movimiento para movilizar a los López, Landa, Carapaz y compañía, generando un aluvión de ataques difíciles de contener para el inexperto Jumbo. En la otra vereda, de producirse una alianza, sería entre pasistas como Jungels, Mollema y el propio Roglič.

Hablemos de Astana y Movistar. Los kazajos disponen de un bloque sólido y un líder que, a excepción de la última etapa, ahora se topará con terreno más favorable. Regular como pocos, el año pasado subió al podio a base de mantenerse mientras los adversarios caían como moscas.

Bilbao está arriba en la tabla, una ventaja táctica si lo lanzan, porque el resto tendrá que perseguir. En contra de “Superman” están los finales cuesta abajo o en ascensiones “sencillas”, algo que puede subsanar moviéndose de lejos, en los monstruosos puertos de paso.

Y la misma historia corre para Movistar, con Carapaz y Landa necesitados. Incluso para Yates. Todos estos se saben inferiores sobre la cabra y no debe olvidarse que no habrá paseo triunfal en Verona, sino 17 kilómetros planos contra el reloj.

La situación recuerda a la de 2017, cuando Dumoulin salió de la etapa 10 -CRI- con 2:23 sobre Nairo, su más inmediato perseguidor. Luego llegaron los puertos y empezó el descuento, saliendo de la última montaña con el holandés cuarto y a 53 segundos del puntero.

Más o menos, puede especularse con una situación parecida. Es que, al menos para este servidor, considerando el ciclismo actual, los recortes serán progresivos y no de a minutos, como sí metió el bueno de Primoz en su disciplina predilecta. Lo mismo que viene sucediendo en los últimos años: croners sacando minutadas en su especialidad y luego limitando en la ajena.

Tres factores más a poner sobre la mesa: clima, kilometraje y desnivel. Las condiciones meteorológicas han sido horrendas, algo que puede pasar factura a cualquiera de nosotros en nuestra rutina semanal y, con más razón, al organismo de un atleta que va al límite. No tardaremos en conocer los primeros casos de bronquitis.

En lo que al segundo punto refiere, señalar que -gusten o no- esta Corsa Rosa aguarda con nueve fracciones de más de 200 kilómetros. Y eso ha añadido horas de desgaste a los protagonistas. Más tiempo en movimiento, menos descansando. Más situaciones de nervios, de codazos por la ubicación, etc. El enemigo silencioso del corredor está siempre a la espera en las grandes vueltas.

Para cerrar, el desnivel. Así como se sabe de las virtudes de Landa, López o Nibali de cara a los tappones italianos, está por verse cómo reaccionan otros a la brutal acumulación de escalada. Específicamente, Yates y Roglic lucen como los más vulnerables y, hasta que cambien la historia y extiendan sus límites.

En conclusión, por lo sucedido y en terreno atravesado, el puntero es quien debía ser. Y, por esos mismos motivos, sumados a lo que vendrá y su bagaje en el mundo del pedal, Nibali es quien mejor parado está.

Frase hecha, seguro, pero el Giro lejos está de haber terminado. Cualquier “Finestrazo” puede acontecer, pero en caso de ir todo por carriles normales, lo aquí expuesto es lo que quien les habla espera.

Pablo Martín Palermo

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