Por Oscar Trujillo Marín
Miguel Ángel López “Superman” reina sobrado entre los limitados terrícolas, pero en el planeta World Tour, (que es Kriptón) es un superhéroe más, entre varios de su especie, algunos de ellos alienígenas superiores.
En la vuelta a Colombia que acaba de concluir arrasó de manera humillante. Dominó a su antojo en todos los terrenos: Sprint, crono y montaña. Ganó ¡9 etapas de 10 posibles y fue segundo en la otra! Los demás aspirantes al título parecían de categoría infantil. Demostró que su talento es un desperdicio para ofrecerlo en una parroquia que se le queda diminuta, ante contrincantes tan voluntariosos, aunque modestos, muy lejanos a sus privilegiadas condiciones.
Y sí, esta exhibición impúdica ha dejado una conclusión difícil de ocultar y digerir: el nivel doméstico del ciclismo colombiano -que es la potencia regional de este lado del planeta…- está a años luz del circuito profesional World Tour. Es lo que hay, y no invita al optimismo.
Esta contundente evidencia no es obstáculo, ni es incompatible, para que salgan de vez en cuando (casi que por osmosis o generación espontánea o debido a la gran pasión que genera el ciclismo en Colombia) grandes figuras que destaquen a nivel mundial. Bien sea de los Andes ecuatorianos o colombianos. Detrás del éxito de Quintana, Bernal, el mismo López, Carapaz o Rigo no hay nadie más que su coraje, tesón, familias, o mecenas particulares que los descubrieron, creyeron y apostaron por ellos. Nada más. El 99 por ciento de los corredores de este lado del mundo vienen de familias muy pobres, entre otras cosas, porque la mayoría de la gente lo es. 12 mil dólares que cuesta una bicicleta de alta gama y competencia significan 4 años de salario mínimo en Colombia.
No hay políticas serias de gobierno para apoyar el ciclismo que es la fuente de mayor “gloria nacional” (ni ningún otro deporte) Tampoco ayudas estatales institucionalizadas. El circuito de carreras nacionales es pésimo, mal organizado, descompensado, poco ambicioso y menos versátil, históricamente proclive y permisivo con el dopaje y, para colmo, naufraga desde hace tiempo en las últimas categorías de las pruebas UCI, o simplemente ni llega. No atrae participación internacional.
Para entenderlo con un símil futbolero, las ligas chilena, peruana o colombiana tienen un nivel triste, lamentable comparadas con la Premier inglesa, el Calcio italiano o el torneo español. No obstante, eso no impide que surja de vez en cuando un Claudio Pizarro, Iván Zamorano, Marcelo Salas, Tino Asprilla o Falcao García que brillen en clubes y competencias europeas. Jugadores con nivel top, venidos de países con nivel local paupérrimo. Es esa la realidad con los corredores y las competencias ciclísticas locales, con la diferencia que un chico con buenas condiciones para el pedal necesita 12 mil dólares de entrada para lograr un nivel exportable y un futbolista tan solo un balón.
Es evidente que, en el caso de López, exhibirse así en pruebas de muy baja categoría como la Vuelta a Colombia, es un desperdicio de ese talento nato para el ciclismo por etapas y la escalada. Sus excelsas condiciones reclaman plazas y competencias a su altura. Situación a la que ha llegado no por gusto: no tuvo opción. Esta especie de “degradación” laboral, sucedió por causas extradeportivas, en las que el mismo corredor, de manera torpe y voluntaria, se metió.
El ciclista colombiano -según testimonio del mismo médico Marcos Maynar implicado en un mediático caso de dopaje en España- solo le pidió “apoyo nutricional” sic, y, puede que así haya sido. No sabemos aún si ilegal o no, la investigación contra el galeno extremeño que ha salpicado a varios deportistas, entre ellos López, está en curso. Maynar, tristemente célebre en materia de casos de dopaje, es un cuestionado doctor español especialista en rendimiento deportivo con históricos nexos y condenas en esta materia desde hace más de 20 años.
Ustedes comprenderán que, con indiferencia que Maynar solo le hubiera vendido a López vitamina “C” efervescente, complejo “B” o plátanos de Canarias, fue una idea bastante mala acudir a él. Hubiera sido mejor pedir dicha misma “asesoría nutricional” a otro especialista en rendimiento deportivo sin un prontuario tan reconocido por infame y vergonzoso.
Siempre hemos alabado las excelentes condiciones como ciclista de Miguel Ángel, pero durante su trayectoria ha demostrado pocas luces para tomar las decisiones correctas en momentos cruciales. En cuanto a su valía deportiva de eso si no hay dudas. Un corredor que, de doce grandes vueltas que ha empezado, cuando no ha tenido accidentes, ha logrado terminar 7 y en ellas no ha salido del top 8, pertenece por méritos propios a la élite mundial.
Ha sido podio dos veces (una en Giro y otra en Vuelta a España) luego 4°, 5° y 8° en la misma ronda ibérica; 6° en un Tour de Francia; y séptimo en un Giro más. Está demostrado que tiene un nivel muy, muy elevado a la altura de los mejores jefes de filas que no sean Roglic, Vingegaard o Pogacar. Ese palmarés está al alcance de pocos. Además, durante ese tiempo ha brindado espectáculo con su valentía, sus victorias de etapa son prestigiosas y casi siempre con ataques valientes y lejanos.
Por todo lo anterior, no se entiende una decisión tan riesgosa y contraproducente para su prestigio como buscar acercamientos, asesoría o lo que sea a un personaje tan marcado por su falta de escrúpulos o ética. No solo hay que ir limpio en el ciclismo posmoderno, también habrá que evitar la más mínima relación con médicos condenados por fomentar las trampas que conduzcan a la desconfianza.
López está en su madurez como ciclista de élite, pero aún es joven. A sus 29 años, tiene todavía mucha dinamita en sus piernas y viene destacando y ganando desde su mismo debut profesional en 2015. Hay muchas escuadras sin un líder que le garantice victorias y puntos en el escalafón UCI. Lo que no se entiende es que, siendo agente libre, ningún equipo del World Tour se haya atrevido a contratarlo, cuando es un corredor ganador contrastado, demasiado fiable en cuanto a resultados en carreras por etapas. Es difícil de encajar. A menos, que ese cerrado gremio de directores deportivos y técnicos con tantos nexos endogámicos (demasiados con turbio pasado también) tengan información comprometedora que les haya hecho evitar su contratación.
Y, por favor, esto no es un complot contra corredores de países pobres en vías de desarrollo en un deporte mayoritario de naciones ricas europeas más Australia y USA… no, en absoluto. Superman, al igual que su paisano Nairo Quintana, tomó decisiones puntuales desafortunadas, poco inteligentes. Decisiones que han terminado condenándolos al destierro del gran circo mundial de manera abrupta y prematura. Lugar al que por nivel, palmarés y condiciones deberían aún permanecer, pero donde ahora mismo, por lo visto, no los quieren llamar. Ojalá encuentren solución para evitar una salida indecorosa, por la puerta de atrás. Sería un final profesional triste para dos de los mejores corredores colombianos de la historia.
Esas malas decisiones puntuales o reiteradas (como en el caso de López con los problemas y desencuentros que ha tenido con sus antiguos equipos) generaron consecuencias. El ciclismo es un deporte manchado de forma justificada por la histórica y colosal sombra del dopaje casi masivo hasta hace muy pocos años. Los mecanismos de detección han mejorado y los tiempos han cambiado. La tecnología hace que los secretos terminen saliendo a la luz. Casi todos los equipos se esfuerzan por demostrar una limpieza superior o alejar cualquier sombra de duda. Aunque sea de cara a la galería, o de dientes para afuera. Solo el futuro dirá si realmente los cracks de hoy iban limpios. Al menos, yo lo espero y me gustaría que fuera así. Como también me gustaría que lo de López solo fuera candidez o torpeza en la elección del médico y no tuviera mancha en su proceder.
El reciente ganador de la ronda colombiana que acabó hoy domingo, es de los pocos corredores que disputando la general de una gran vuelta ha logrado ganarles etapas de alta montaña a los dos grandes cracks generacionales del último lustro: Primoz Roglic y Tadej Pogacar. También es de los pocos ciclistas contemporáneos que siempre corre de manera ofensiva y arriesga en montaña. Cosa que se agradece después de los dos infumables últimos Giros de Italia y no pocos Tours en la era de Froome.
Este año de ostracismo obligado para Miguel, está demostrando un nivel superlativo y se hace más flagrante su ausencia en la gran carpa mundial. Aunque, en este momento, ganar de manera tan sobrada y aplastante es un derroche de vatios que se queda sin la gloria y quilates que merecen. Es como si pusiéramos al Elvis Presley -en su época de esplendor- a competir en un concurso de karaoke en el bar de mi pueblo. No hay mucho mérito en ganarles a mis paisanos que, para colmo, beben mucho y tampoco le va a aumentar su prestigio, por el contrario.
Superman ha demostrado con creces, desde que debutó en el profesionalismo europeo en el 2015, que es un excelente escalador y de los más ofensivos y fiables vueltómanos. Lleva mucho tiempo entre los 5 mejores trepadores del mundo sustentado con victorias de oro en etapas reina de pequeñas y grandes vueltas, pero eso, -al igual que al Elvis de principios de los sesentas en el karaoke del bar de mi pueblo- si no deja de cantar en antros que no le supongan esfuerzo, va conseguir que su talento se desperdicie y sus mejores años se diluyan sin el reconocimiento que merece, sin poder demostrarlo en un sitio acorde con su enorme calidad. Suerte para regresar a tu planeta Super… la tierra no es un buen lugar para los nacidos en Kiptón, tanta superioridad hace que los poderes se aburguesen, se extravíen en la mediocridad terrícola.
Oscar Trujillo
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