Opinión: Tour 2024: tres asaltos transalpinos que se empatan a los puntos, los favoritos ilesos
Por Oscar Trujillo
Las primeras tres etapas del Tour de Francia 2024, corridas en territorio transalpino mantienen intacto el suspenso. Como en un desolado paisaje donde solo silba el viento y la mirada se pierde en la estéril distancia, al estilo de un spagetti Western de Sergio Leone, parece que no va a pasar nada, pero en cualquier momento, tras el estrecho cañón o las escarpadas montañas, acecha la gloria, el peligro o la desgracia.
Los dos grandes favoritos Vingegaard y Pogacar, acuden con condicionantes que, a priori, podrían mermar hasta al más guapo ciclista terrenal, sin embargo en los albores de la carrera, no parecen evidenciar dificultad alguna en demostrar, a la primera oportunidad, que son -de lejos- los mejores. Recordemos que el primero regresa tras un grave accidente a mediados de abril, después de un parón de dos meses y medio, y el otro después de un reciente y ambicioso doblaje tras exhibirse en el giro de Italia. De momento, el guion de la fría lógica contrastada no cambia: las dos estrellas más grandes son las que más brillan.
Tampoco sus más inmediatos aspirantes al podio (o a la victoria final en una conjunción caprichosa del azar que eliminara a danés y esloveno) han perdido opciones. Están vivos todos. Luego de dos etapas insólitamente quebradas como abrebocas y una tercera como mesa de billar, no hay bajas que lamentar ni diferencias insalvables. Por suerte, a diferencia de las últimas ediciones, ningún cabeza de cartel ha tenido que irse de manera prematura.
Más parece esta ronda francesa 2024, (tras su inicial periplo de tres días por Italia) los dos primeros asaltos de un igualado combate de Boxeo. Como aquellos de la época más esplendorosa en ese deporte en los años 70, y principios de los ochenta, donde coincidieron algunos de los mejores púgiles de la historia por pegada, palmarés influencia mediática y técnica. No es fácil derrochar ínfulas, energía y aspavientos desde tan temprano, cuando enfrente tienes a Foreman, Mohamed Ali, Frazer, Sugar Rey Leonard, Carlos Monzón, Marvin Hagler, Mano de piedra Durán o Kid Pambelé. Si te pones muy alegre de entrada con este tipo de princesas, te puedes ir a la esquina al primer round, en el mejor de los casos sin dientes, con la nariz destrozada o besar la lona víctima de un súbito nocaut.
Albergando algo de escondida debilidad o miedo, ni Jonas, ni Tadej lo van a demostrar. En el fondo saben que, como alguno de los dos tenga el más mínimo fallo o laxitud, nadie como ellos mismos puede cobrar y pegar tan fuerte. Van a responderse mientras haya un gramo de fuerza, soldarse a la rueda del otro como si fuera lo más natural y proponer incluso por encima de sus posibilidades. Y ¡pobre del que esté cerca! mientras nos les fallen las piernas o la gravedad.
Mejor tomárselo con prudencia, observar, desplegar táctica, fintas, figuras, baile de piernas. Va a ser un Tour con menos fuerza bruta y más táctica. Cuando ya ha habido alguien igual o mejor que tú, que te ha hecho morder el polvo, cuando tu rival tiene dinamita en los golpes y fuego en la mirada, es mejor aprender de los errores o especular con indiferencia de la realidad interior, para que no se note el miedo o no castigue la soberbia y la prematura prodigalidad.
No hubo batalla en Italia entre los grandes, tan solo una tímida prueba en el fotogénico muro de San Luca por parte del portento esloveno. 500 metros de Tadej Pogacar con el turbo medio puesto, bastaron para corroborar el dejavú, lo que viene sucediendo en las tres últimas ediciones del Tour de Francia: tan solo los dos grandes monstruos generacionales son capaces de seguirse sus mutuas ruedas y aceleraciones en montañas, colinas o lo que se tercie.
Tadej no tenía otra opción que probar a su máximo rival: un neumotórax y tantas fracturas tienen una lógica de recuperación científica que vale la pena considerar, mientras la inteligencia artificial -aplicada a lo que antes conocíamos como humanidad- no diga lo contrario.
Y, quien crea que la buena reacción en la primera semana (tras venir de una lesión e inactividad importante por parte del danés) refleja la verdadera condición de fondo para tres semanas sometido a un estrés y ritmo tan brutal como el de la prueba más dura del mundo por etapas, es que no vio el Tour pasado. Donde Pogacar demostró pedalear por encima de sus posibilidades hasta el día 17, intentando no dejarle ver a Vingegaard… lo evidente.
A punta de clase y pundonor intentó seguir atacar y responderle a un Mohamed Ali que acudía ileso. Ese pequeño déficit, porcentaje ínfimo de preparación idónea y forma, efectivamente terminó por sepultarlo ante un pegador igual o mejor que él en combates a 15 asaltos. La ventaja o más bien incertidumbre de cara al espectáculo es que no es la situación ideal para ninguno de los dos. Si Pogacar no viniera doblado tras el Giro tras empeñarse en destrozar récords… no habría dudas.
Sigo pensando, con todo y lo superiores que son al resto, que el Tour se le va a hacer largo a ambos. Hermosa oportunidad para un corredor de esa élite “clase media” en estado de gracia. No es oro todo lo que brilla. Son los dos mejores del mundo, con diferencia, está claro, en pruebas por etapas, pero aún es prematuro para decir que a Pogacar no le va a penalizar haber roto todos los números de las ascensiones que pulverizó en el Giro de Italia pasado. Vale, que no tenía rivales de su nivel y categoría (el único en el mundo es Vingegaard) pero él con su voracidad se encargó de meterse presión yendo siempre tres minutos delante de los demás.
Como tampoco se puede acercar la mano al fuego por Jonas, que, por muy extraordinario que sea, puede acusar una preparación deficiente, no en los primeros días, ya no solo ante Pogacar, sino ante gente que sabe que tiene una oportunidad única pescando entre su encarnizada pugna con nada desdeñables incertidumbres.
Quizás en la cuarta etapa que se corre este lunes y pasa por el Galibier, ante esfuerzos de alta montaña más largos, ya se depure un poco tanta igualdad entre el top 10. Aun así, no se extrañen si este par de superdotados líderes de su generación, siguen sin hacerse mayor daño hasta la primera contrarreloj. Este año comparecen ambos con excusa por si faltan sus colosales fuerzas, nadie les va reprochar máxime cuando llegan los dos forzando la máquina y haciendo un esfuerzo sobrehumano para hacerse un hueco en la historia de grandes gestas.
Mientras más cerca permanezcan buenos pegadores (que, aunque no puedan noquear de forma tan contundente, son un verdadero peligro a los puntos) boxeando en ring revuelto como es el caso de Roglic, Evenepoel, Carapaz, Rodríguez, Bernal y compañía, más presión para este par de guerreros que hagan lo que hagan, ya son leyenda.
Mientras tanto, aparquemos la euforia que en este ring galo están todavía todos vivos y la campana está lejos de sonar. El bueno, el malo y el feo siguen sueltos en la inmensidad del oeste, el tesoro escondido tras la guerra de secesión aún no tiene dueño claro.
Oscar Trujillo
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Mi opinión ha estado en la línea de este artículo …como siempre ameno y excelente por parte de Oscár,…. ya pasado el esterrato, perdidas las opciones para unos y disminuidas para otros, sigo pensando que ni Pogacar, ni Jonas, ni menos Remco tengan asegurado el primer cajón, con Egán Bernal alejado pienso que va a ser de invaluable ayuda para que Carlos Rodríguez pesque en río revuelto…por lo menos podio y tampoco descarto el amarillo