Por: Oscar Trujillo Marín
Al Tour Colombia 2.1, le queda un mes para echar a rodar. Es grato que al menos una prueba de esta categoría se mantenga viva en un país con tanta tradición ciclística; afición y enorme potencial contrastado para el ciclismo en ruta.
Nación con desatada pasión por este deporte que además, en los últimos años, se ha convertido en una de las más importantes canteras para los equipos del WT y segunda división (pro continental). Por no hablar de sus frecuentes podios en las tres grandes rondas (Urán, Nairo, López, Chávez) desde hace más de un lustro o las victorias del mismo Quintana en Giro y vuelta a España, y por supuesto, por tener al actual campeón del Tour de Francia, Egan Bernal.
Aunque quizás por méritos y resultados de sus corredores más destacados en vueltas menores y GV del WT; y por el protagónico lugar que lleva ocupando en el ranking de naciones el país cafetero, (dentro del top 10 desde hace más de 7 años) sin duda, merecería albergar siquiera una ronda en la máxima categoría WT.
Pero bueno, eso es otro asunto con trasfondo económico y político que se sale de nuestro alcance. Examinando el (desafortunado) recorrido escogido por la federación colombiana para este año, en cierta forma se explica el poco interés que ha despertado esta edición del Tour Colombia 2.1 en corredores europeos de postín, salvedad hecha de Julian Alaphilippe, cuya buena experiencia en las dos ediciones anteriores, ha coincidido con su explosión como ciclista versátil y ganador. Por lo que uno supone que debutar o correr en Colombia para el genial francés, se ha convertido en una especie de fetiche: un tema de repetir lo que le ha funcionado bien. Ojalá le siga dando frutos y por supuesto, siga viniendo.
Excepciones aparte, los equipos WT -seis en total en esta oportunidad- se presentarán en su mayoría con sus alineaciones “C” (debutantes juveniles y gregarios) o en exclusiva con sus corredores colombianos, o latinoamericanos en general. Reservando el debut o la participación de sus figuras más consagradas para pruebas europeas, o incluso para la vuelta a san Juan, Argentina, que se corre pocos días antes.
La prueba austral (única competencia “UCI pro series” del continente americano) en cambio, con buen tiempo contratado y un recorrido mucho más amable para todo tipo de corredores, y por supuesto para los líderes de escuadras que están dando los primeros pasos del calendario de la élite mundial, se presenta más acorde con lo que buscan las grandes figuras al inicio de la temporada.
Es loable que la federación quiera pasear la carrera por la geografía nacional, y que cada edición sea una incertidumbre hasta última hora a ver por dónde se va a transitar. Pero el recorrido de este año cuyo trazado en sus más de 800 km rara vez -o nunca para ser exactos- baja de los 2500 msnm; y transcurre siempre entre ese umbral y los tres mil cuatrocientos metros, se vislumbra excesivo y demasiado duro para cualquiera que apenas comience su rodaje anual con dorsal, o para cualquiera que tenga otros y más importantes objetivos a lo lejos en el calendario. Cosa que no invita propiamente a la euforia como comienzo de temporada. Recorrido desafortunado, poco equilibrado, descompensado, monótono por repetición de vías, altimetría constante y locaciones, (transcurre casi en un 80 por ciento entre Tunja y Duitama) y que a las claras se nota forzado.
Recorrido y altimetrías del Tour Colombia 2020
Más pensando en quedar bien politicamente, que en brindar una espectáculo ciclístico variado promedio de vuelta menor, y de calidad que pueda atraer a figuras europeas. Si lo que se quería era mostrar la diversidad geográfica y social del país, o de sus regiones, una carrera que parta, llegue y de rodeos casi en su totalidad entre Duitama y Tunja en 100 km a la redonda en el departamento de Boyacá, no es propiamente una vitrina muy grande. Y de este trazado y recorrido no tiene la culpa ni la gran afición boyacense, ni mucho menos sus hermosos paisajes.
Ojalá los jóvenes corredores locales que empiezan sus contratos con formaciones WT o pro continentales animen el asunto, por que desde luego con ese nivel de exigencia sostenida en altura en pleno comienzo de temporada, los pocos consagrados que van a correr no van forzar un ápice su milimétrica programación para picos de forma que necesitarán al final de la primavera o promediando un año que apenas comienza.
Si se quiere que esta carrera algún día sea más grande, acorde con el momento actual del ciclismo colombiano (el mejor de su historia, con diferencia) y convoque lo más selecto del pelotón WT, lo primero que hay que hacer es pensar una prueba con recorridos variados y atractivos, para todo tipo de corredores, criterio, y parámetros internacionales. No una sucesión de circuitos en excesiva altura hecha única y exclusivamente para el lucimiento de escaladores livianos quienes vivan, entrenen o hayan nacido allí; y no tengan responsabilidades de ganar grandes objetivos el resto del año.
Oscar Trujillo Marín
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