París Roubaix 2024 Previa
Por @jmhers
Estamos a las puertas de la edición número 121 de la París Roubaix, el Infierno del Norte, el tercer Monumento del año y uno de los más esperados. Este año, con bajas de corredores notables, se plantea como una batalla de todos contra uno, pero es muy difícil predecir que puede pasar en los centenarios adoquines de esta carrera, reliquia viviente del ciclismo.
Si hace una semana decíamos que la Ronde van Vlaanderen era la reina de las clásicas flamencas, para muchos la París Roubaix es la Reina de las Clásicas, a secas. El nacimiento de las París Roubaix se remonta al año 1896 cuando el ciclismo era muy diferente a lo que es ahora, y a lo largo de las generaciones y los cambios que ha habido en el deporte ha permanecido allí incólume, siempre creciendo y de vez en cuando incluyendo nuevos pavés, nuevas rutas, pero siempre fiel a su dureza y estilo.
El pavé de Roubaix es un animal diferente al de Bélgica. Piedras más grandes, de superficie más irregular y más espaciada entre ellas hacen que el lanzarse por esos tramos de adoquines sea una crueldad mucho mayor a hacerlo en las carreteras de Flandes. Es principalmente por esto que esta carrera se distingue de las demás, siendo única en su especie.
La épica recorre las páginas de la historia de este Monumento, pasando por sus más míticos tramos de adoquín: el bosque de Arenberg, Mons-en-Pèvéle, el Carrefour de l’Arbre; pasando por la llegada al velódromo de Roubaix que ha acogido la línea de llegada desde 1943 (el anterior velódromo de Roubaix, construido en 1895 y destruido en 1924, acogió la llegada durante las primeras décadas de la carrera), las famosas duchas, y el sobrenombre de Infierno del Norte, que le otorgó periodista Victor Breyer en la edición de 1919 ante la desolación que había dejado la I Guerra Mundial. esta carrera es historia viva de este deporte.
La ruta
La París Roubaix 2024 tendrá una longitud de 260 km con partida en Compiegne, localidad vecina de París que acoge la salida por la 46ta vez, y llegada como ya se conoce en el mítico velódromo. Incluirá 29 tramos de adoquines, adoquines cuidados con mucho esmero principalmente por la agrupación Los Amigos de la París Roubaix, voluntarios que velan porque estas piedras, centenarias en muchos casos, se mantengan en las condiciones adecuadas (ellos son los responsables de ese encantador equipo de cabras que podan los tramos).
Cada tramo cuenta con su nombre propio y su calificación de dificultad expresada en estrellas: a más número de estrellas (de un máximo de 5) más duro es ese sector. Los corredores tendrán el primer contacto con las piedras cuando se hayan recorrido 96 km, en Troisvilles a Inchy que es un pavé de 3 estrellas.
Esos primeros 96 km que serán sobre pavimento no son tampoco un paseo en el parque: se suele rodar bastante rápido y no es extraño que se encuentren con viento cruzado que causa intentos de abanicos y el correspondiente desgaste.
Pero la parte realmente exigente y decisiva de la carrera comienza a 104 km a meta con el tramo de Haveluy a Wallers de 4 estrellas, que es complicado por derecho propio pero que es más significativo aún porque sirve de antesala al primer tramo de 5 estrellas y uno de los lugares más célebres del ciclismo mundial: La Trouée (bosque) d’Arenberg, una recta de 2,3 km de largo de adoquines terriblemente complicados donde no faltan las bicicletas rotas por el castigo de aquel terreno, los tubulares desechos y lamentablemente también alguna caída.
Solo los corredores más fuertes y habilidosos pueden salir adelante en Arenberg que comienza a 96 km de meta. Si bien es posible que el pelotón ya vaya algo reducido en este punto, la primera selección importante de quiénes van a pelear la victoria y quiénes no ocurrirá en este tramo.
Con el objetivo de precautelar la seguridad de los corredores, que alcanzan velocidades muy elevadas en la aproximación a Arenberg, la organización incluyó un desvío en el camino, una ‘chicane’ justo antes de la entrada de los adoquines que obligará a los ciclistas a dar dos giros de 90 grados y un giro en U antes de afrontar el célebre tramo del bosque. Una solución muy bien intencionada pero de la que todo el mundo ciclista está a la expectativa de su ejecución ya que el peor escenario posible es que se hayan cambiado las caídas al inicio del pavé (que son menos comparadas con las caídas más adentro del tramo) por caídas en la chicane.
Tras el tormento de tener que cruzar la Trouée no habrá descanso y los tramos de adoquines siguen sucediéndose, y en cualquiera de ellos puede haber un ataque decisivo o alguien importante puede perder la rueda; sin embargo, la siguiente gran prueba de fuego es el 2do tramo de 5 estrellas: Mons-en-Pèvéle que se caracteriza no solo por la dureza del adoquín sino por que es muy sinuoso y con varias curvas y contracurvas. Se atravesará cuando falten 49 km y en este momento la carrera seguramente irá muy rota y todo será bastante caótico, con grupos pequeños de corredores atacando o persiguiendo.
Cuando queden 20 km a meta aproximadamente los corredores se enfrentarán al asalto final, que empieza con el sector de 4 estrellas de Camphin-en- Pèvéle el cual, como pasa con Arenberg, es el preludio para el tercer y último tramo de cinco estrellas: el célebre Carrefour de l’Arbre. No solo el adoquín es lo que hace al Carrefour tan difícil sino también lo sinuoso que es, tras una larga sucesión de curvas el sector termina en con una larga recta que es donde en la edición anterior Van der Poel dio la estocada final y Van Aert sufrió el pinchazo fatídico. Aquí es donde la carrera terminará por definirse.
Una vez superado el Carrefour no quedan obstáculos significativos y, si hay algún corredor en solitario en cabeza de carrera lo que resta por delante es que entre los que vienen por detrás armen la persecución. Depende de cómo esté lanzada la carrera el último pequeño obstáculo antes de llegar al velódromo está en una curva cerrada ubicada en el tramo de Willems a Hem donde varios se han caído o han estado a punto en el pasado, a unos 9 km de meta.
Participación y Favoritos
Si bien todas las clásicas son difíciles de predecir, y ese es uno de sus principales atractivos, la París Roubaix es más que todas ellas un evento de pronóstico reservado. Inclusive los corredores de la fuga del día, que en otros Monumentos no tienen posibilidad alguna, si están en un buen día tienen posibilidades de quedar adelante y disputar. Nada está dicho en una París Roubaix y la situación de carrera puede cambiar de un segundo a otro.
Sin embargo, eso no nos impide identificar que el máximo favorito para esta carrera es Mathieu van der Poel, brillante vencedor en Flandes el campeón del mundo venció en Roubaix el año anterior y ahora vuelve para buscar el bi campeonato. La ausencia de Van Aert quien es uno de los pocos corredores en el mundo que le pueden plantar cara de tu a tu le deja con aún mejores posibilidades pero estamos hablando de Roubaix y en el caos que suele ser esta carrera hasta los mejores del mundo (van der Poel es el mejor clasicómano del mundo en este momento) pueden ser sorprendidos.
Casualmente otro de los importantes favoritos de esta carrera es compañero de van der Poel: Jasper Philipsen. Este corredor, que muchos reconocerán como uno de los mejores sprinters del mundo, es también un virtuoso para los adoquines como lo demostró al ser segundo en la edición 2023 y viene con buenas piernas y seguro que muy motivado tras la victoria en San Remo. Si es que la situación de carrera se le complica a van der Poel, Philipsen es una brillante segunda baza para el equipo Alpecin.
En las filas de Visma Lease-A-Bike llegan a este Monumento a traspié: no solo está la ausencia de Van Aert sino que en los últimos días anunciaron que Matteo Jorgenson, que se está formando un nombre propio en las grandes clásicas, también estaría ausente. Los líderes de este equipo para esta París Roubaix serán Christophe Laporte y Dylan Van Baarle, de los cuales el segundo ya sabe lo que es ganar en el velódromo, pero que llegan con varias dudas: Laporte que por temas de salud tuvo que saltarse toda la temporada de clásicas belgas y Van Baarle que ha demostrado muy poco del nivel que se esperaba en este año.
El otro equipo sensación de esta primavera ha sido Lidl-Trek pero que también llega con dudas: su gran líder Mads Pedersen todavía no refleja las mejores sensaciones después de que la caída en A Través de Flandes, y ya no cuentan con Jasper Stuyven que era un gran puntal de sus tácticas. Aún así Pedersen es candidato y el caos que es esta carrera juegan en su favor; en Flandes el danés probó atacando desde demasiado lejos y al final eso le pasó factura ya que la persecución del Alpecin le mantuvo siempre a raya. En París Roubaix lo normal es que los equipos ya queden mermados lejos de línea de meta así que es un mano a mano individual por muchos kilómetros, y de eso puede aprovecharse el líder del Lidl-Trek.
De Soudal Quick-Step, equipo que en el pasado tiranizaba las Clásicas pero que vive horas bajas, llegan a Roubaix con opciones Tim Merlier, que es un buen pedrusquero pero quizá no tanto como Philipsen, y Kasper Asgreen. Asgreen precisamente ha dicho a la prensa que ganarle a van der Poel es difícil pero no imposible, y justamente en esta carrera es donde se puede intentar pescar a río revuelto.
En el equipo UAE Emirates encontramos a otro de los opcionados: Nils Politt. El corredor alemán ya ha hecho podio en París Roubaix en el pasado y esta temporada en Bélgica ha mostrado que anda muy fuerte. Aún más que Tim Wellens quien se beneficia mucho de clásicas con colinas y desnivel, en un recorrido totalmente llano Politt puede tener mucho más que decir. Outsiders en este equipo son Mikkel Bjerg y Antonio Morgado, el joven portugués que causó sensación con el 5to puesto en Flandes, veamos que posición logra en su primer viaje al Infierno. Este equipo también alinea a dos latinoamericanos: Álvaro Hodeg y Sebastián Molano, aunque sus opciones de protagonismo son reducidas.
En el Ineos Grenadiers llegan con una importante novedad: le debut de Tom Pidcock en París Roubaix. La experiencia sobre los adoquines de Roubaix cuenta bastante a la hora de ser exitoso en esta carrera y Pidcock, que ganó en el pasado la versión juvenil de esta carrera, tiene un poco de eso y su expertise en terreno difícil por el ciclo cross.
Hay una larga lista de outsiders que pueden dar la sorpresa en este Monumento. Cómo decíamos, en una carrera tan difícil de controlar inclusive corredores de la fuga, si tienen la fuerza necesaria, pueden resultar incómodos para los grandes favoritos. De ese pelotón de outsiders uno de los que la afición más apoya es sin duda John Degenkolb, del DSM-Firmenich, quien ganó esta carrera en 2015 y que encontró el año anterior una segunda juventud y estuvo hombro a hombro con van der Poel y Van Aert en las partes decisivas. Una caída le privó de disputar el podio, así que esperemos que este año tenga las mismas piernas y un poco más de suerte para buscar volver a sitios protagónicos.
El duelo en el Infierno del Norte será, como siempre, imperdible y lleno de emociones, así que no se lo pueden perder.
Pronóstico
⭐⭐⭐⭐⭐Mathieu van der Poel (Alpecin Deceuninck)
⭐⭐⭐⭐Mads Pedersen (Lidl-Trek), Jasper Philipsen (Alpecin Deceuninck)
⭐⭐⭐Nils Politt (UAE Emirates), Christophe Laporte (Visma LAB), Tom Pidcock, Joshua Tarling (Ineos Grenadiers), John Degenlolb (DSM Firmenich)
⭐⭐Dylan van Baarle (Visma LAB), Oier Lazkano (Movistar), Laurenz Rex (Intermarché), Jonathan Milan (Lidl-Trek), Tim Merlier (Soudal Quick-Step)
Marcelo Hernández
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