Por Oscar Trujillo Marín
Wout Poels cumple 33 años en octubre, una edad interesante para tocar el cielo. El nombre del holandés ha quedado asociado para siempre a esa poderosa armada de escaladores de élite liderada por él y Richie Porte, que han hecho célebre la foto fija en las duras cuestas del Tour de Francia encabezando el tren de gregarios al servicio de Froome primero, luego Thomas y Bernal.
Esos vueltómanos -tanto o más fuertes a veces que su propio líder en montaña- hacían el duro e ingrato trabajo sucio de demolición, control y selección para que Chris Froome en los últimos kms de los puertos -con unos rivales atemorizados, amedrentados, diezmados y con la moral por los suelos- rematara la faena y agrandara su leyenda. El mismo Poels le salvó la papeleta varias veces a Chris cuando este sufrió alguna debilidad o laxitud subiendo.
Pocas dudas ha habido desde entonces en que es un hombre que escala muy bien y siempre se decía que gente como él o Porte merecían -y tenían con qué- ir a liderar cualquier equipo, y que desperdiciaban los mejores años de su carrera tirando para otros y derrochando su talento sin gloria individual.
El caso es que cuando han salido de Ineos estos “gregarios de lujo” y asumen responsabilidades en otras escuadras, muchos de ellos -por razones inexplicables- sufren una considerable merma en su contundente nivel en la escalada. De aguantar tirando todo el ultimo puerto y no descolgarse al final mayor cosa, pasan a sufrir o reservarse en cualquier cuesta larga y dura. Le ha sucedido a Porte, a Sergio Henao, Leopold Konig, etcétera.
Este año por fin Poels, ya en las filas del Bahrain-McLaren, asiste al Tour por primera vez con cierta autonomía. El hombre fuerte que llevan es Landa, pero su nombre figura con libertad para moverse y segunda espada si la frágil regularidad del vasco le abre una ventana.
El caso es que salvo un 6° puesto en febrero la Vuelta a La Comunidad Valenciana, el neerlandés en lo poco que se ha corrido este año lleva un curso gris y sin tener presencia en ninguna de las cuestas tanto en el UAE Tour -donde pasó muy, muy discreto-, como en el pasado Tour de Polonia, donde se mostró francamente muy lejos de su mejor versión, para más Inri, en unas cotas muy cortas y flojas.
De hecho él mismo así lo dejó saber: “No, no estaba bien en Polonia, no iba bien, no estaba en el juego”, admitió a AD al final del evento. Luego partió para el último campamento de altura y la incógnita será que nivel va a presentar, si el de sus épocas del Ineos o el de este año más bien sombrío: “Es una apuesta extraña esta vez porque solemos tener muchos días de carrera en las piernas. Espero que las cosas vayan bien para mí “, explicó Wout en el sitio oficial de su equipo.
También Poels se refirió a su rol en este primer Tour lejos del Ineos: “Creo que tiene sentido que cuando Landa apunta a la general del Tour, le eche una mano. Al mismo tiempo buscaré mis opciones. Tal vez podamos crear una sorpresa”, opinó el holandés más pensando quizás en rascar alguna etapa que una buena general.
Mucho tendría que elevar su nivel Poels para cualquiera de los dos objetivos, si el ritmo en las subidas va a ser parecido al del pasado Dauphiné. Con que recuperara algo de lo que mostró en Sky entre 2015 y 2018 quizás sería suficiente. Pero ese precisamente es el problema de tantos ex Sky/Ineos cuando se marchan: que el nivel tan alto es prestado, se queda con los británicos.
Oscar Trujillo Marín
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