Ciclismo Internacional

Primer tercio del Giro de Italia 2023: El aburrimiento robotizado como espectáculo y el abandono de Remco

Por Oscar Trujillo Marín

El Giro de Italia 2023 completa su primer tercio de competencia con exceso de lluvia y anemia de audacias o iniciativa competitiva entre los favoritos.

Acorde con la tendencia de últimas grandes vueltas -donde no acude Pogacar- ha sido una carrera prodiga en conservadurismo por parte de los aspirantes a desbancar al gran favorito de turno. Figura que, hasta ayer domingo fue el señor Remco Evenepoel. El belga, para más Inri, tras los primeros nueve días de carrera, habiendo ganado las dos cronos y siendo líder, abandonó en horas de la noche, tras su admirable triunfo bajo la lluvia. Inesperada partida por causa de un resultado positivo en Covid. Lo hizo de manera glacial, con un escueto y despreocupado comunicado que dejó abiertas las puertas a la más variopinta gama de especulaciones.

El aburrimiento robotizado como espectáculo

Si quieren culpables de esta desesperante tendencia de renunciar a atacar de lejos en grandes vueltas, a no utilizar estrategias de demolición, a la especulación y la resignación en procura de un lugar secundario en el podio, podrían empezar con un análisis integral más profundo. Explicarlo en buena medida, desde la aparición del pinganillo. Y, años después, del potenciómetro. La irrupción del entrenamiento estandarizado plagado de ayudas tecnológicas que miden hasta la náusea las prestaciones, parpadeos, aliento, sudor, semblante de los corredores y que le quitaron la espontaneidad a un deporte, cuyo mayor atractivo era la pasión de apostar las fuerzas “a santa Rosa o al charco” sin tenerlas todas consigo. Cuando el protagonista y gran nivelador es la tecnología, la medicina avanzada al límite del reglamento y unas bicicletas cada vez más caras y sofisticadas, la calidad y condiciones físicas pasan a un segundo plano.

Hoy en día, a la inmensa mayoría de los corredores les preocupa más no pasarse de pulsaciones vatios o calorías, la competencia por ser el mejor es lo de menos. No quieren riesgos ni audacias. Los mantiene la esperanza que el prójimo caiga en desgracia, se caiga o se derrumbe para subir en la general. Un concepto desvirtuado y deshumanizado de la inmemorial competencia.

Evenepoel: cuando aún siendo el mejor, se deja tantas dudas

En esta edición, -y antes de pensar en cualquier abandono intempestivo y prematuro- como favorito 1A entre periodistas, aficionados y casas de apuestas llegó Remco Evenepoel. El joven prodigio belga que, -según el clamor popular de su legión de fanáticos- desde Lieja, ya era el ganador anticipado de la presente ronda transalpina, nos ha demostrado en estos nueve días lo mejor que tiene, que es mucho. También lo peor, que no es poco y amenaza con aterrizarle en una realidad dolorosa para su “sutil” ego. O aplazarle sus pretensiones como vueltómano que aspira a ser el sucesor de su célebre compatriota antropófago… ya saben quién. Entre los dos abandonos que acumula en el Giro y su estado aun verde para medirse con Vingegaard y Pogacar en el Tour, tendrá que resignarse a ir a la vuelta a España, una carrera mucho más propicia para su lucimiento, más light y con clima más soleado y estable. Con una participación más asequible para aspirar al triunfo y salvar su objetivo en grandes vueltas.

Lo bueno: potencia descomunal para rodar en llano, unipuertos cortos o largos tendidos y sobre todo contra el cronómetro, ambición calidad superior y coraje, por un lado. Indudables. Lo no-bueno: una cabeza muy poco amoblada que lo hace proclive a declaraciones incendiarias, desconsideradas y arrogantes. Una facilidad natural -como consecuencia de lo anterior- para “hacer amigos” dentro del pelotón, indiscutible también. Cuando en el futuro se quede solo en las cuestas y necesite una mano amiga… una estepa oscura, fría y solitaria lo recibirá.

Es como si su ego de caprichosa estrella de rock, igual que su potencia superlativa para mover vatios, lo obligara a ser esclavo de un vedetismo repleto de aspavientos y sobradez, que, como sucede con aquel que escupe para arriba, le suele caer en la cara. Por no hablar del incomprensible endiosamiento que le han asignado –y él se cree ciegamente- antes de llegar al olimpo. Esa arrogancia que le juega malas pasadas y de momento luce incapaz de controlar su ímpetu desborrado para aprender a regularse en carreras por etapas con más fondo.  Igual la celebridad belga, tiene la suerte que, aunque se caiga, lo hace para arriba. Dar positivo en el test lo salva de cualquier desenlace no favorable y deja su mediática leyenda intacta. Fue una pena para él, pero más para la carrera.

Tendremos que esperar a otra ocasión para verlo medirse ante vueltómanos de mayor palmarés y entidad en un recorrido más exigente que la ronda ibérica. Nunca sabremos hasta dónde hubiera llegado si él y su equipo, hubiesen esperado un par de días más para tomar una decisión que es voluntaria, no es imperativa ni por parte de la UCI, ni de la organización. Nunca sabremos si en lugar de 1 y 17 segundos de diferencia en la última crono que ganó le hubiese endosado un minuto a Roglic y uno y medio a los jefes de Ineos. ¿Se habría retirado igual? ¿habría esperado la evolución del virus y mantenido silencio si este hubiera cedido en una semana especialmente suave hasta el viernes?

Remco, por azar o mala suerte no termina de demostrar ante los mejores vueltómanos del mundo que hace parte de esa reducida élite. Geraint Thomas si lo ha hecho, Roglic también. El esloveno es el segundo mejor especialista de 21 días por palmarés en este momento, habitual en lo más alto. Ante gente como esta, (por no mencionar a los cocos Pogacar y Vingegaard) de nivel realmente contrastado como vueltómanos top y recorridos exigentes en cuanto a variabilidad en la inclemencia climática y dureza del trazado es que se mide la jerarquía y superioridad de un hombre llamado a ser el rey de las generales. No pudo ser esta vez. Ausente el fenómeno belga, se abre un Giro con un panorama distinto, con clara ventaja para Ineos, que de no ganarlo sería imperdonable. Aunque mi apuesta se mantenga con Roglic.

El sucesor de Eddie Vedder y Chris Cornell, en su versión ciclista made in Irlanda

Lo mejor y único realmente destacable en el plano estrictamente deportivo de los primeros nueve días de la ronda italiana, lo exhibió Ben Healey. Un jovencito de 22 años, con pinta desprolija de bajista o guitarrista de una toxicómana banda de grunge de principios de los noventas. Cuya elegancia a la hora de pedalear es tan fotogénica como la que exhibía Froome, Dan Martin y Fabio Aru juntos, y eso, amigas -con o sin pene-, ya es demasiado atentado contra la estética sobre una bicicleta. Ah, pero, todo hay que decirlo, más eficaz que el Mossad a la hora de eliminar enemigos en territorio comanche.

Ojo con el desgarbado y desaliñado irlandés, que con sus exhibiciones desde la primavera en todo tipo de terrenos ya se ha afianzado como el prodigio precoz revelación de la temporada. El nuevo descubrimiento del zorro Vaughters ha demostrado una calidad extraordinaria, aguante, osadía y potencia inversamente proporcional a su lamentable elegancia sobre el sillín o aparatosa aerodinámica.

Si, damas, caballeros, no binaries, perros queer y gatas macho aficionados al ciclismo: están asistiendo a la graduación y presentación en sociedad del próximo gran crack versátil mundial: el skater Healey. Es una versión alternativa, menos espigada y sofisticada de Van Aert, Van der Poel y lo que se le antoje. Pero igual de espectacular, tiene motor de sobra. Quédense con este nombre que desde el final del invierno y las clásicas de primavera tiene en mi (y a todos los colaboradores de C.I.) a un entusiasta admirador. Tengo debilidad por los ciclistas valientes, rebeldes, sin complejos y fuera de la mediocridad conformista estándar.

La inexplicable actitud de INEOS, cuando más fuerte se muestra después de muchos años

Cuando en otras épocas -de un pasado no tan lejano-, sin ser los más fuertes, Astaná o Bora solían dinamitar las grandes vueltas con estrategias y ataques guerrilleros despertaban la admiración de todos los aficionados a nivel mundial. Excepto la de un señor de Extremadura -jubilado ferroviario- que prefería ver correr el tren del SKY, por aquello de la nostalgia y eso. Si Vasil Kiryenka, en plena disciplinada fila, hubiese echado humo por sus fauces, ya hubiese sido ¡la hostia! para don Artemio Postigo.

El despliegue de osadía que antaño ofrecía la entusiasta formación del angelito Vinokurouv, es justo lo contrario de lo que Ineos ha mostrado en estos primeros 9 días de competencia, (y en casi toda su historia) donde se ha mantenido fiel a las psicorígidas preferencias de don Artemio. La escuadra británica trae hombre por hombre la mejor plantilla, la más equilibrada de todas. En cuanto a nombres, experiencia, gregarios, cualidades para el llano, contra el cronometro y sobre todo en la escalada. De momento se han conformado con ser laderos de Roglic o el ya ausente Remco y han desperdiciado recorrido para jugar sus ¡4 bazas! (Aresmann, Sivakov, Thomas y Tao) que mantiene vivas con opciones de victoria o podio.

Nada, la táctica de siempre: ponerse uno detrás del otro en los momentos de tensión mirándose el culotte. Preservar el flequillo intacto tras el suave roce del molesto viento. Reservar, no darle relevos a Roglic en la única acción osada entre favoritos en nueve días, que propuso el esloveno. Especular y, solo hasta la crono de ayer… demostraron lo evidente: que son el equipo más fuerte con diferencia. Poco le faltó para meter a 4 hombres en el top 10 en una contrarreloj de 35 kms.

Quizás Thomas venía bajo de forma, querían que rodara en paz hasta tomar ritmo, tal vez  no forzaron para evitar dejarlo en evidencia y no perder sus dos grandes candidatos. O se tienen mucha confianza de cara a la última semana por la experiencia y fondo contrastado de su escuadra. Pero como el bueno y listo de Roglic les birle la cartera in extremis -cosa que me encantaría ¡por amarretas!- o les llegue a faltar una decena de segundos al final no tendrían perdón del Dios de las bielas. Lo siento INEOS, nunca has sido de mi simpatía y con lo que va de Giro, menos.

Una cosa no quita la otra en aras de la justicia. El nivel del equipo asusta de cara a las jornadas montañosas, y ahora más sin el temible factor Evenepoel. Siempre y cuando renuncien al lavado cerebral que los obliga a ir en tren. El nivel de Tao y G. Thomas asusta más, cuando sabemos que están acostumbrados a correr con cabeza fría y regularse muy bien de cara al último tercio. Si hay un equipo que puede someter a la trituradora (a cualquiera que vaya de líder) como los ataques a mansalva que el año anterior, en el Tour, le propinó Jumbo a Pogacar, ese es Ineos. Otra cosa muy distinta es que lo vayan a hacer, no es su estilo. Más bien veo a Roglic aprovechándose de esa disciplina marcial, cosa que el esloveno interpreta mejor que nadie para su provecho.

Al principio, en la previa de este giro, dije que los hombres de Ineos y Bahrain y un poco Bora, tenían la clave del de cara a la última semana. Remco necesitaba un colchón mucho más amplio de tiempo, por eso su primera parte, antes de retirarse, fue claramente insuficiente. Por debajo de las expectativas que él mismo y su equipo promulgaron y se fijaron.

Siempre nos quedará Roglic: No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que Remco vino a Italia, pero lo recuperamos hoy

Agradeciendo el anterior título, -la licencia poética- al dialogo final de Casablanca, la única emoción entre los favoritos en este primer tercio de Giro la puso Roglic mostrando con extrema facilidad las costuras de los aspirantes a la general y de Evenepoel que, o ya venía tocado o tuvo un mal día.

Roglic tiene la mala suerte de no ser italiano, colombiano, francés o español. Si no, sería valorado en su verdadera dimensión como el corredorazo y crack que es desde hace 5 temporadas. La prensa y afición lo miraría de una manera más justa. Ah, verdad que Remco vende más titulares y genera más clicks… sorry. Para no dar espectáculo el esloveno, según sus detractores, es una obra de arte verlo pedalear: luchar, levantarse, una y mil veces y poner en aprietos a cualquiera en cualquier terreno. Su virtud es la antípoda estética de Healey, una elegancia y garbo al pedalear solo comparable con la del inefable Mikel Landa, pero esta si, realmente efectiva. Una inteligencia superior en carrera y en conocer su cuerpo, sus virtudes y limitaciones. Además, de una clase y calidad sobre la bici fuera de dudas. Cuando terminó la etapa 8, en lugar de irle a reclamar a los dos jefes de INEOS su falta de colaboración y solidaridad para sacar más renta contra el coco belga antes de la crono, se acercó y les dio la mano. Ni un gesto, reproche ni lamento. Ni una mala declaración. Cada uno se construye santos a su medida.

Entre una cosa y otra, gracias a la incomprensible generosidad de INEOS lo dejaron tomar ritmo en paz durante este primer tercio de competencia. Primoz, venía corto y vaya que lo necesitaba. Ahora lo tienen a un segundo y es el peor rival posible, -incluso por encima del que se marchó- de cara a lo que queda. Su supuesto gran contrincante que le iba a meter dos minutos con la cabra le picó solo 17 segundos antes de esfumarse y de forma más bien agónica en la prueba larga de ayer y 45 en total. Su forma es ascendente y, aunque Jumbo no venga fuerte, tiene un fabuloso equipo británico plagado de figuras en que apoyarse para ir resguardado en la montaña y rematarlos a la hora de tener que jugárselas mano a mano.

Vale, Remco no está, la función debe continuar. Nos vemos la próxima semana sin el rock star belga, pero con un Giro abierto, esperando que la lluvia, el conformismo, el Covid y el tedio no sean los grandes protagonistas.

Oscar Trujillo

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