Por Oscar Trujillo Marín
Si hay un hombre que pudo respirar tranquilo tras la última pedalada ayer en París fue Christian Prudhomme. Contra todo pronóstico, por el difícil año de pandemia y los rebrotes en Francia pudo sacar el Tour adelante y dentro de lo que cabe, teniendo en cuenta las complicadas circunstancias y restricciones, con mucho éxito.
“Todos los años los periodistas me preguntan si me siento aliviado al final del Tour. Este año más que nunca he respondido con un categórico ‘sí’ ”. Así declaró el jefe absoluto de la carrera a Sud radio, medio de su país. El hombre fuerte de la ronda francesa además sufrió en carne propia los riesgos resultó positivo por Covid-19 en plena carrera en los primeros días y pudo regresar por suerte ileso solo hasta la última semana.
La mosca detrás de la oreja por miedo a que se desataran los contagios, la posibilidad de retirar a uno o varios equipos si daban dos positivos por Covid-19, las 5 regiones de Francia en alerta roja que atravesaron… objetivamente habían muchos riesgos de que el Tour pudiera salir mal: “Al final, las estricta normativa que instauramos funcionó, esto aseguró que pudiéramos continuar hasta París. Los equipos apretaron aún más el tornillo. Todas las medidas que se habían tomado para correr fueron interiorizadas por toda la caravana”, dijo el director de la ronda gala.
Prudhomme se mostró autocrítico y demasiado objetivo (para la corrección política corporativismo y diplomacia que suelen mostrar los altos cargos). Resaltó como brillantes o realmente interesantes la etapa de Lavaur (ganada por van Aert), la de Champagnolo, con final tipo clásica donde venció Kragh Andersen; la lucha por la camiseta verde, pero no alabó en absoluto ninguna jornada de montaña donde, por supuesto, no hubo ambición entre la inmensa mayoría de los aspirantes a desbancar al líder.
Lo que sí mostró fue su desconcierto por el poco interés y la poca determinación por proponer espectáculo que se vio en la mayoría de las jornadas llanas, así lo manifestó sin eufemismos: “La lucha por el verde ha sido lo más interesante de principio a fin. Gracias en parte a Peter Sagan, Sam Bennett y sus equipos. La batalla por los puntos fue la mejor en mucho tiempo. Pero es difícil sacar conclusiones definitivas. Lo cierto es que tenemos que reducir el número de kilómetros en las etapas llanas. Si son muy largas los equipos y la audiencia pierden interés, nadie se mueve y esto hace que todo se concentre en los km finales haciéndolos muy complicados y peligrosos”.
Con la misma franqueza Prudhomme -a pesar de el apoteósico e inesperado final de la crono del pasado sábado que coronó a Pogacar, no ha considerado que esta edición más emocionante que la del año pasado. “En el 2019 fue más animado, hubo más lucha y variables desde la primera semana, en parte debido a la actuación de nuestros corredores franceses, Pinot y Julian estaban bien, atacaron mucho y pusieron en aprietos a los grandes favoritos. Por un momento soñamos en Niza que este año iba a ser parecido, pero la fuerte lluvia inicial jugó un papel importante para mal en muchos. Aunque continuó con valentía, Thibaut Pinot fue eliminado de la clasificación muy pronto, al igual que Romain Bardet y Nairo Quintana. El derrumbe de Egan Bernal fue la mayor sorpresa para mi. No esperaba su espectacular derrota”, explicó el máximo responsable de la Grande Boucle.
De esta manera, el director de la carrera más importante del mundo hizo un balance general y desde ya estará junto a su equipo intentando buscar las claves para subsanar los errores que desde la organización se presentaron en esta edición restándole atractivo o provocando muchos accidentes y caídas. Quizás en la elección del trazado los km y los perfiles que le quitaron algo de lustre y emoción a buena parte de un Tour que, por suerte, fue salvado in extremis para el recuerdo con una victoria heroica e inesperada de un corredor muy joven y ofensivo como Pogacar.
Prudhomme echó de menos más rivalidades por la general y solo le gustaron -aparte del desenlace en la crono- dos etapas con perfil de clásica. Quizás la clave sea volver a darle protagonismo a las desdeñadas cronos llanas, incluir una cronoescalada para que los poderosos trenes no tengan utilidad allí y tratar de ofrecer un recorrido más compensado e interesante. Ahí puede estar ser la ansiada piedra filosofal que recupere una competencia real entre los favoritos más constante durante las tres semanas. Antes eso ya lo tenían pero ellos mismos en un alarde de incomprensible disparo en el pie lo han ido suprimiendo.
Oscar Trujillo Marín
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