Siete años después, Brajkovic busca su lugar
Por @pmpalermo
Siete años pasaron desde la irrupción al mundo del ciclismo grande por parte del esloveno Janez Brajkovic, hoy líder de la Vuelta a España tras la brillante actuación del Astaná en la crono por equipos que inauguró la competencia.
Pero Brajkovic no es un novato en esto de encabezar la Vuelta, ya que se hizo conocido cuando portó el mismo maillot, dorado en ese momento, en la edición de 2006 corriendo en las filas de un Discovery que intentaba recuperarse del retiro de Armstrong, por lo que enseguida comenzaron las odiosas comparaciones.
El nacido en Metlika, en ese entonces de 22 años, surgió con su escuálida figura, esa que refrendaba sus prestaciones en la escalada, y punteó la competencia española durante dos jornadas, aunque luego cedió frente a rivales consagrados y concluyó en la 30º ubicación.
Brajkovic siguió su trayectoria ligado a la estructura de Bruyneel, que luego cambió por los colores kazajos, y pese a recibir galones en más de una oportunidad, pocas veces confirmó lo que se espera de él desde su auspiciosa Vuelta 2006.
Brilló en importantes eventos como la Dauphiné que ganó en 2010, el Tour de su país en 2012 y por supuesto en diferentes pruebas contra reloj, su gran especialidad, tal como demostró en 2005 antes de convertirse en profesional al batir a Thomas Dekker en el Mundial sub 23.
Pero pese a estos lauros a los que no muchos acceden, su gran deuda son las carreras de tres semanas, destacando únicamente su novena plaza en el Tour de Francia de 2012.
La mala fortuna en forma de caída lo visitó en más de una oportunidad, debiendo bajarse de la Grande Bouclé en 2011 y sin ir más lejos, hace un mes, cuando en el colmo de la honestidad declaró haber dejado “la renovación de su contrato en el asfalto”.
Lo claro es que tras su abandono en la etapa seis de la ronda gala, se recuperó de la lesión en la rodilla, entrenó en Boulder un par de semanas y volvió a la acción en Burgos, donde inició el camino de regreso a los primeros planos logrando hoy un desahogo enorme y necesario de cara al porvenir.
En plena madurez, rumbo a los 30 años, el esloveno llegó a la Vuelta con ansia de revancha y a trabajar para el indiscutido jefe de filas del equipo, Vincenzo Nibali, pero muy en su interior, y al margen de conseguir acomodo para el futuro, lo que busca es encontrar finalmente su lugar en el mundo del ciclismo.
Tal y como están las cosas, y con su palmarés en perspectiva, parece apropiado que intente ganar carreras de una semana y trabaje para otros en las grandes, ya que quizás sin la presión de liderar, afloren sus mejores virtudes, esas que alguna vez hicieron que fuera señalado como el sucesor de Armstrong y, al menos hoy, lo tienen en la cima del mundo pedal.
Pablo Martín Palermo
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