Por meses hubo un ciclista cuyo destino se desconocía en el pelotón. Se trata de Robin Orins, joven belga del Lotto y su historia la contamos meses atrás. El año pasado había obtenido a fines del año pasado un contrato para ingresar en el equipo principal luego de grandes resultados en la formación de desarrollo: quinto en la crono del Mundial sub-23 de Zurich, segundo en Lieja-Bastoña-Lieja sub 23, campeón belga en crono sub 23, y ganador de la Omloop juvenil. “Su trabajo duro le hizo ganar un contrato como profesional y un futuro prometedor”, había dicho el equipo. Todo hacía parecer que estaba listo para una prometedora carrera como profesional.
Historia de superación
Pero desde mediados de diciembre del año pasado, Orins mantuvo silencio tanto en redes como en Strava. Las escasas fuentes que se contaban en ese momento es que estaría “afuera por un largo tiempo”. En una carta, meses después, rompió el silencio y afirmó que vivió un difícil momento en cuanto a salud mental, afirmando incluso que perdió las “ganas de vivir”. El 26 de julio, en el Tour de Valonia, pudo volver a competir y en Lombardía marcó un nuevo hito: participó de su primer monumento. A través de un video en conmemoración del Día Internacional de la Salud Mental, Lotto y Orins aprovecharon la ocasión para brindar más detalles de lo sucedido tras vivir estos momentos oscuros.
“Tuve ataques de pánico y lloraba por horas”
“Mientras otros celebraban su temporada baja, yo sufría ataques de pánico y lloraba durante horas, intentando reencontrarme conmigo mismo. Tenía miedo, incluso de mí mismo”, afirmó sobre lo que le ocurrió en la post temporada. El belga requirió de psicólogos, un psiquiatra y medicación para salir. “Después del mundial, mi cuerpo estaba constantemente sobre estrés y me di cuenta que algo no estaba bien. No podía aceptar que no podía tener buenas actuaciones nunca más porque estaba enfermo. En un punto, estaba durmiente más de lo que estaba despierto. Tenía miedo de estar solo en casa y se lo dije a mis padres”. “De repente, todo me golpeó diez veces más fuerte”, recordó. “Pero una vez que tuve una experiencia positiva, me di cuenta de que aún podía sentir algo bueno”.
Cerró la temporada corriendo su primer monumento
La primera vez que volvió a la bicicleta, se sintió extraño, confesó: “Me sentí como un extraño en el mundo. Pero volvió a ser familiar. Aprendí a vivir con mis miedos. Mi papá vino conmigo porque no podía hacerlo solo. Tenía miedo que algo pasara como que un auto me chocara. Paso a paso, inicié de nuevo y gané motivación”. “Estaba en mi último año como ciclista sub-23; fue el año de ‘tener que'”, explicó. “Esa presión venía de mí mismo, no de los demás. Quería ser profesional, así que, en mi cabeza, tenía que vivirlo obsesivamente. No creo ser el único con esa historia. Hoy sé que hablar de ello ayuda. Y espero que cualquiera que esté pasando por un momento difícil pueda ver, a través de mi historia, que no está solo”.
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