Un rompecabezas sin espacio para la UCI y los organizadores de carreras

Por Oscar Trujillo Marín

La UCI tiene pendiente una reunión crucial con los principales organizadores de pruebas para tratar el devenir de lo que pueda quedar de temporada ciclística, en el mejor de los escenarios y un cálculo optimista, a partir de finales de mayo.

Así lo ha anunciado el diario belga Het Nieuwsblad, y aunque aún no hay fecha de regreso a la normalidad, hay que trazar un plan de mínimos para cuando eso ocurra. Una vez agotemos los necesarios (en este momento) lugares comunes cuando los acontecimientos nos superan como: “hay cosas más importantes en la vida”, “el deporte no lo es todo”, etcétera, tendremos que pensar que toda esta radical restricción de movimiento, cuarentenas y confinamientos si van a dar resultado, como efectivamente dieron resultado en China y algunos de los países que primero padecieron la llegada del virus, o que primero tomaron medidas radicales de control de expansión como Rusia y hoy tienen curva decreciente controlada reducida a la mínima expresión.

En esos términos, y una vez haya luz verde para que las actividades del mundo que requieren interacción con la calle y la afluencia o reunión de mucha gente (y no solo el deporte) vuelvan a la normalidad, hay que pensar que la vida debe continuar y en ello empieza a trabajar la UCI y los organizadores de competencias.

Porque de no ser así, si la situación se extendiera mucho tiempo y de forma indefinida, el coronavirus sería lo de menos, la pandemia del mundo ya no sería esta, sino el hambre, la ruina, el desempleo masivo, la depresión, los suicidios, la delincuencia desatada y el colapso total de la economía como nunca antes lo haya visto la humanidad.

La UCI y los principales organizadores tienen un rompecabezas demasiado complicado con cientos de piezas por acomodar, unas de mayor importancia y prestigio, con mayor tamaño que otras, pero tienen también una mesa, una superficie claramente más pequeña para intentar encajarlas.

Muchas carreras se quedarán sin hacer. Pruebas de un día o una semana sin mucho pedigrí es muy probable que se vuelvan a ver, -si sus castigadas finanzas lo permiten-, solo hasta 2021. Incluso varias del World Tour suspendidas en estos primeros meses no hallarán hueco o lo perderán en detrimento de otras con más músculo financiero, rating y jerarquía.

El ente mundial rector del ciclismo no ve con buenos ojos que las grandes vueltas se solapen, incluso con vueltas de una semana. Un escenario Giro de Italia y Dauphiné en simultánea es impensable para Lappartient y sus muchachos. Un Giro de Italia que empiece a finales de mayo y termine justo antes de empezar el Tour es improbable.

“Si una competencia quiere una nueva fecha, debe hacerlo sin invadir los espacios de otras ya programadas en ese momento”, comenta en Het Nieuwsblad  Tom van Damme, presidente de la Federación belga de ciclismo y al mismo tiempo miembro importante de la comisión de carreras de la UCI. Esto va a traer tensiones entre los mismos organizadores que disfrutarán de trato selectivo favorable o discriminatorio según como les vaya, con todo el mal ambiente que eso provoca.

Pero es que, si el Giro de Italia no se corre entre finales de mayo y junio, con el Tour de Francia, Juegos Olímpicos, La Vuelta a España y los mundiales de ciclismo casi consecutivos, el único hueco medio posible sería octubre para terminar casi en noviembre, llevándose por delante la temporada de clásicas de otoño en Italia.

Por otro lado, están los corredores. Los hay entusiastas que, con tal de correr las clásicas del norte que tanto les apasionan, les daría igual extender la temporada hasta noviembre, como es el caso de Oliver Naesen y Sep Vanmarcke.

Sin embargo, otros compañeros expertos en duras pruebas de un día piensan exactamente lo contrario: “la solución es reanudar el calendario desde el día que corresponda, seguir adelante con lo vigente que está programado y ya pensar en el 2021”, declaró en la misma publicación belga Yves Lampaert. “A octubre siempre llagamos sin fuerzas, con lo justo, si el calendario se concentra será peor y afectaría la preparación para la temporada siguiente”, explicó el corredor belga del Deceuninck, que suponemos si fuera organizador y hubiese puesto todo su dinero y esfuerzo durante un año para realizar su prueba, con varios empleados a su cargo, no pensaría igual.

Cuando todo vuelva a la normalidad, porque algún día lo tiene que hacer, (o si no este  espacio dejará de llamarse Ciclismo internacional y cambiará a “ganchillo, bordados y manualidades para paliar el encierro mientras morimos de hambre”) hay que asumir que muchas carreras se cancelarán de manera definitiva, que muchos pequeños organizadores lo perderán todo y puede peligrar su continuidad, ya no de este año sino a futuro, y que los organizadores de las carreras con más audiencia, más prestigiosas y poderosas harán hasta lo imposible por salvarlas para limitar unas pérdidas que en esos casos pueden ser millonarias.

Pero no solo perderían los empresarios si no la misma UCI, como gran ente recaudador y canalizador de patrocinios y mecenazgos que es. Además, los patrocinadores que se quedan sin sus más estratégicas y codiciadas vitrinas, marcas que este año no verán amortizada mayor cosa la promoción de sus productos en las carreteras y ciudades del mundo, viendo inútil su enorme esfuerzo económico.

Con lo cual amigas y compañeros siento decirles, y es mi opinión no editorial si no personal, que la inmensa mayoría de lo que no se corra hasta la incierta reanudación, se cancelará definitivamente este año por física falta de hueco en un calendario absolutamente saturado, y quizás la UCI intentará salvar la joya de la corona de los afectados, el Giro de Italia; y con suerte también los grandes monumentos, al ser pruebas de un día hay esperanza. Pero para lo demás es demasiado complicado, les quedará el hueco en la historia en el 2020.

Oscar Trujillo Marín¿Te gusta lo que hacemos? seguínos en Instagram y TwitterSumate en facebook: Ciclismo Internacional

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