Por Oscar Trujillo Marín
Mathieu Van Der Poel anunció que continuará en el MTB, en principio hasta 2024. Antes había dicho que lo dejaría tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, (ahora pospuestos para 2021) donde sin duda tiene grandes opciones de obtener medalla.
El corredor Alpecin-Fenix anunció en WielerFlits que su objetivo es seguir tres años más en sus competencias alternativas de Mountainbike. Una decisión que resulta un tanto paradójica si su intención, como lo ha venido diciendo, es centrarse en la ruta donde sin apenas competir mucho ya ha obtenido un puñado de victorias de prestigio (con exhibiciones incluidas), y una docena más, aunque la mayoría de ellas fueron en citas menores. Aún así, ya se le considera uno de los grandes, capaz de reinar en el ciclismo de ruta por su enorme potencial.
Desde luego, tirón mediático tiene a la altura de los más grandes, pero tampoco es un niño ya. A sus 25 años no ha debutado en una gran vuelta y es obvio que este año no va a ser tampoco, por lo que todavía no ha demostrado cómo se comporta en esfuerzos de tres semanas, y seguir atendiendo tres calendarios es admirable, respetable, pero no parece la mejor manera de consolidarse en ruta entre los top.
Porque, siendo un excelente ciclista, es un hecho que su brillante palmarés se sustenta en un 90 por ciento en Ciclocross, donde lleva ya casi tres temporadas siendo el amo mundial, y en ciclismo de montaña donde ahora mismo también está entre los más destacados del mundo.
Mathieu ha dicho que uno de sus grandes objetivos es lograr el maillot arco iris en las tres disciplinas. De momento solo ha reinado en Ciclocross tres veces a nivel mundial, en Mountainbike es asignatura pendiente, y desde luego en ruta, al menos este año no será, porque el recorrido -si es que finalmente se corren los mundiales de Suiza- no le favorece en absoluto.
Nadie niega que es un portento físico con enormes cualidades para el ciclismo en general, pero sinceramente, si no se centra en la ruta, ahora mismo es un buen corredor, es innegable, pero ni mucho menos se le puede considerar a la altura de los más grandes si a sus resultados en la carretera nos atenemos, y no a las sensaciones o predicciones de lo que puede llegar a ser.
Quitando su brillante triunfo en la Amstel Gold Race, la Flecha Brabanzona y A través de Flandes del año anterior, el resto de sus triunfos se han producido en carreras del circuito continental europeo, lejos del nivel de las clásicas y vueltas de élite; siguen siendo pocos en calidad y cantidad, aún están muy lejos de los grandes clasicómanos y caza etapas ya no digamos de la historia, sino aún vigentes, como Gilbert, Van Avermaet o Sagan. Mathieu es muy bueno, seguro, pero si no se centra en ruta, complicado para que llegue a leyenda a pesar de su enorme calidad.
Oscar Trujillo Marín
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