Por Oscar Trujillo Marín
Que Mathieu van der Poel es un portento de ciclista y genial clasicómano llamado a marcar una época y convertirse en leyenda nadie lo duda. Que es uno de los corredores más en forma del momento, tampoco. Pero que hoy se le escapó la Flecha Brabanzona por un incomprensible error de juvenil en su colocación para el reducido sprint que definió la carrera junto a Alaphilippe y Cosnefroy, eso, también es inobjetable.
En la zona de prensa de la línea de meta estaba francamente decepcionado el potente corredor holandés: “Podría patearme a mí mismo. Cometí un error de principiante que normalmente nunca cometo”, declaró a Sporza.
“Cometí un error que normalmente nunca cometo. Cuando Alaphilippe pasó a mi lado supe que había esperado demasiado. Entonces estaba medio libre entre los dos, pero ahí empezó mi derrota”, dijo el nieto de Poulidor, bastante enfadado y autocrítico.
“Nunca esperé que Cosnefroy tomara esa esquina. En realidad, tenía el plan de hacer lo mismo, porque me sentía muy bien para rematar pero terminé encajonándome yo mismo”, explicó así la penalización que supuso no haberse posicionado mejor en los últimos metros. Su rabia no cesaba y continúo relatando ante los micrófonos de la cadena belga: “¡Puedo patearme a mí mismo por semejante ingenuidad! Este fue mi propio error estúpido. La cagué y no puedo perdonarme. No voy a dormir esta noche, estoy seguro”. Poco que añadir a esta elocuente rabia.
Desde luego, feliz no estaba, a pesar de las ventajas que dio arrancando tarde desde atrás, remató fortísimo y en el último envión estuvo a punto de sobrepasar a Alaphillipe que ganó por muy pocos centímetros. El francés que viene de cometer un error infantil también el domingo pasado que le supuso perder la Lieja-Bastogna-Lieja (por celebrar antes de tiempo e ir muy sobrado haciendo eses) por poco vuelve a tropezar con la misma piedra y será mejor que se concentre en ganar primero -por un tiempo- y se olvide de levantar los brazos sobre todo en embalajes tan apretados ante monstruos de su mismo nivel y calidad.
Van der Poel tuvo que resignarse con el segundo lugar por muy poco y sigue demostrando que es el clasicómano más temible de cara a las clásicas del norte que ya se avecinan. Sin embargo el error de hoy le dolió más de la cuenta: “Veo esto como una oportunidad perdida. Tenía muchas ganas de ganar”. Lamentó sin resignarse el tres veces campeón mundial de Ciclocrós.
Mathieu debería estar tranquilo puede que la victoria la haya dejado escapar él mismo hoy, pero su estilo voraz, valiente y espectacular le está ganando el más absoluto respeto y conocimiento de la afición y prensa mundial. Ya quisiéramos un puñado más de vanderpoels en todas las carreras, su sola presencia pagaría la boleta y convertiría este deporte en el espectáculo que tantas veces se echa de menos en muchas carreras por etapas.
Oscar Trujillo Marín
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