Por @pmpalermo
Por primera vez en algún tiempo -posiblemente desde el Giro 2017- los jefes de fila del pelotón internacional tengan la tranquilidad de tomar la salida en una ronda de tres semanas sin preocuparse por el rodillo Sky o la presencia de alguno de sus capos.
Mientras Chris Froome y Geraint Thomas se repartían las últimas cuatro Grandes Vueltas, los demás han sido testigos en primera fila de un dominio físico, táctico y psicológico de su parte. Es evidente que, guste o no, todos están supeditados a los designios de estos, y esa dependencia para ganar que el pelotón tiene respecto a lo que hace o deja de hacer el combinado británico, puede ser un factor. El factor Sky.
Sin embargo, eso puede cambiar en la Vuelta a España 2018, debido a la coyuntura de todas las partes. Con todo el respeto que merecen los ocho elegidos por Brailsford, es un hecho que la alineación no estará ni cerca de los cuadros que presentaron en el periodo antes mencionado. Y habría que remontarse a la ronda hispana de 2016 para hallar una formación tan “débil” del Sky, ocasión en la que fallaron estrepitosamente el día de Formigal.
Los ocho elegidos son superiores y acuden más finos a los nueve de aquella oportunidad, pero las individualidades rara vez ganan títulos, mucho menos en la escuadra aquí bajo la lupa. ¿Nombres? Comparemos: Froome, Boswell, Golas, Kennaugh, Knees, König, Kwiatkowski (en su peor versión), López y Puccio vs De la Cruz, Sergio Henao, Geoghegan Hart, Kwatkowski, Puccio, Castroviejo, Sivakov y Van Baarle.
Tampoco es que Sky ha ganado todas las grandes en las que participó, pero el destino de las mismas se decidió, en un buen porcentaje, por lo que hicieron o dejaron de hacer. Ejemplos de Grandes Vueltas fallidas -considerando 2013 y el primer Tour de Froome como fecha de inicio- de la estructura más potente del lote sin su estrella máxima, son el Giro 2015, cuando el desgraciado Porte se despidió de todo por un pinchazo y una caída. O la Corsa Rosa de 2017, moto mediante, que vio a Thomas y Landa disminuidos por un estúpido incidente. En ambos casos, las alineaciones tenían un gallo y buenos gregarios, y la falta de resultados fue producto del infortunio.
Con Froome en liza, los accidentes de éste en el Tour 2014 y la Vuelta 2015 abrieron la puerta a otros nombres. Sólo Quintana y Contador evitaron una conquista mano a mano en España, en 2012, 2014 y 2016. Nótese que se trata de dos de los mayores exponentes de este deporte en el último lustro, toda una definición.
¿Y los rivales?
En la vereda opuesta, ninguno de los cabeza de cartel son garantía de nada. Al menos no en el estado actual. Sobre todo porque los de mayor entidad generan más dudas que certezas. Vincenzo Nibali llega tocado y Nairo Quintana no termina de reencontrar sus piernas de la Vuelta 2016, última grande en la que destacó realmente y, dicho sea de paso, fue campeón. El resto son eximios pedalistas, pero con algo que probar y, salvo por excepciones como la de Aru o Valverde, sin títulos del calibre en cuestión en su haber.
Urán y Porte salieron lesionados del Tour, perdiendo parte de su estado de gracia. Volverán a rendir, aunque difícilmente a ese nivel. En el caso del aussie, debe añadirse su eterno problema con los intangibles, esos que terminan por estrellarlo cuando apunta como candidato, en tanto que “Rigo” nunca se llevó bien con la cita hispana.
Valverde, en el epílogo de su trayectoria, tiene el Mundial como obsesión y el trazado del mismo es el más favorable a sus cualidades, quizás, de todo su periplo deportivo. Por ello, salvo que se encuentre con la Vuelta de cara, no entrará en la zona roja durante los compases conclusivos.
López y Yates, de espectacular Giro, estarían entre los mejor preparados, pero el hecho de que nunca hayan conquistado una cita de esta índole es un handicap a considerar. Les sobra talento, y el colombiano dispone de un equipazo pero también tiene que superar la barrera física de firmar dos Grandes en un mismo curso, algo todavía inédito en su currículum.
Kelderman, que en su momento fichó como gregario en Sunweb, no llegó ni a disfrutar de su renovada condición de vueltómano. En 2018, pasó más tiempo en el suelo que sobre la bici, situación que acarrea frescura, pero también falta de ritmo y confianza ante la condición incierta.
Algo parecido -con los matices propios de cada individuo- puede comentarse de George Bennett, Steven Kruijswijk, Dan Martin, Rafal Majka, Davide Formolo, Thibaut Pinot, Ilnur Zakarin, David de la Cruz o Louis Meintjes. Todos son eximios atletas que aún deben dar un paso más (o dos) para colocarse al nivel de Froome y Dumoulin. Nairo es la excepción, puesto que él tiene que reencontrar sensaciones para retornar al escalafón de vueltómanos top.
Una Vuelta abierta
Paradójicamente, es esa falta de pedigree reinante, más la debilidad de Sky, la que invita a pensar en una carrera emocionante, abierta y reñida. ¡Lo que casi todos en el mundillo ciclista estaban esperando!
Para entender de qué hablamos, es conveniente conocer un poco más a los seleccionados por Brailsford. Lo más cercano a un jefe de filas tradicional es De la Cruz, alguna vez top 10 en la ronda hispana. Buen escalador y contrarrelojista, preparó el evento con cuidado y eso es una ventaja por estas fechas.
Kwiatkowski nunca corrió dos rondas de tres semanas consecutivas y, pese a sus espectaculares cualidades, no tendría con qué liderar en este tipo de carreras. Los antecedentes hablan por si solos. Geoghegan Hart dio un salto de nivel impresionante, pero no es Bernal y, por consiguiente, lo lógico es que continúe su aprendizaje y eche un cable en las ascensiones.
Henao -una garantía como gregario escalador- y un aprendiz como Sivakov completan el bloque para las cotas. Castroviejo también mostrará los dientes cuesta arriba, pero quizás goce de más libertades para escaparse o pelear por la crono. Puccio será el gregario tradicional y Van Baarle se dividirá entre eso y algún embalaje. Tal vez tengan una Vuelta más exitosa si dejan la general de lado o no se vacían sólo por la misma.
Así las cosas, entre lo que podría denominarse “factor Sky” y la carencia de capos a tope o con los pergaminos pertinentes, la competencia pinta abierta. Es más, hay muchas chances de que un nuevo intérprete se sume al elenco de corredores top, encabezado por el 1-2 del Giro y las flamantes confirmaciones del Tour. Sólo Nairo o alguno de los súbditos de Froome podrían evitarlo.
Pablo Martín Palermo
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