Vuelta a España: análisis de los colombianos

Por @pmpalermo

Resultó extraño tras un año de ensueño para el ciclismo colombiano no ver a ninguno de sus exponentes brillar en la última carrera grande de la temporada, tal como sucediera en Giro y Tour con Urán y Quintana o en infinidad de clásicas y vueltas de una semana con Acevedo, Atapuma, Betancur y tantos otros.

Pero todo tiene una lógica y en este caso indica que tras un cargado y extenso calendario el cuerpo no responde del mismo modo y nuestros jóvenes colombianos no escapan a esa realidad, que quedó a la vista en desconcentraciones y pérdida de tiempo en situaciones en las que normalmente no sucedería.

Esto responde al stress y la fatiga que sólo dejan la alternativa de buscar objetivos acordes, tal como hizo Urán, quién por ejemplo no se cuidó de entrar en el corte bueno el día que Mollema sorprendió a los sprinters tras los abanicos de Saxo, cediendo tiempo sin preocuparse.

Sin ir más lejos y adaptándose a su realidad, llegó a una veintena de minutos en la Gallina, reservando fuerzas para el Formigal, donde poco le faltó para dar la campanada en un milimétrico sprint.

El hecho de estar clasificado a más de media hora del líder le permitió una libertad que no gozaría de ningún modo en otras circunstancias y evidentemente se quedó sin fuerzas en el tríptico montañoso que definió la prueba.

Tras un 2013 brillante y con la reciente confirmación por parte de Jenaro Leguizamo de la capitanía compartida con Quintana  para Toscana, es claro que el de Urrao tuvo la cabeza puesta en la chance histórica que representa el Mundial donde Colombia es candidato.

Pero no sólo el pelilargo ciclista defendió el honor de los escarabajos en la Vuelta, ya que Luis Henao también fue de la partida aunque su participación ha sido casi anónima, lejos de las expectativas generadas cuando SKY lo confirmó como jefe de filas.

La floja actuación de Henao respondió de igual modo a lo explicado en torno a Urán con la diferencia que éste último atesora una calidad tan grande que pese a no estar bien se las ingenió para destacar.

Carlos Betancur fue quizás la gran decepción tras una primera mitad de año para el recuerdo, aunque vivió una situación especial puesto que llegó a España sin competir desde Mayo y encima enfermo, por lo que su única preocupación en la ronda Ibérica era recuperarse y construir la forma que le permita ser competitivo en el Mundial.

Diferente es la situación del resto de los colombianos en liza, ya que no portaron los galones en sus escuadras y tenían funciones de gregarios, tal como sucedió con Anacona en Lampre.

El caso de Winner es para destacar ya que se perdió gran parte de la temporada por una seria lesión en navidad y recién pudo volver a la actividad en Polonia, para disputar luego el Eneco Tour por lo que arribó a la salida en Vilanova de Arousa con dos semanas de competición en las piernas.

Se lo vio activo en las primeras jornadas buscando la fuga, pero el resto del tiempo lo pasó trabajando en gran modo en pos de las posibilidades del argentino Maximiliano Richeze.

Con esto en perspectiva, no queda más que aplaudir al de Bogotá, quién con apenas 35 días de actividad en su haber llegará en plenitud de facultades al Mundial, transformándose en una pieza clave para su Selección.

Cayetano Sarmiento ha sido, tal vez, la gran decepción en cuanto a resultados, pero si se tiene en cuenta el largo periplo recorrido y los kilómetros que trabajó en favor de sus jefes, su temporada no es mala.

Su tarea en la Vuelta era ayudar a Iván Basso en la montaña pero con el abandono del varesino, Sarmiento quedó a la deriva y sin un objetivo claro más que terminar la prueba y mantener el estado de cara a su participación en Italia.

En resumen, la actuación de los pedalistas de Colombia no fue igual de brillante que el resto de la temporada pero esto era muy difícil si se tiene en cuenta los meses que llevan en actividad.

La otra arista es inevitablemente la cita en Toscana donde contarán con nueve plazas y una chance histórica de quedarse con la competencia, por lo que es casi imposible disputar una carrera de tres semanas con garantías si la cabeza está en otra parte.

Poco se les puede recriminar a estos jóvenes atletas que pese a sus vicisitudes demostraron su profesionalismo y se mantuvieron en competencia cuando lo más sencillo hubiera sido el abandono.

Pablo Martín Palermo