Gilbert: “Los corredores no son solidarios, y creo que eso nunca cambiará”

Por Oscar Trujillo Marín

¿Esta crisis, o más bien cataclismo socio-sanitario-económico, provocado por el coronavirus también ofrece oportunidades en el ciclismo? ¿O es un lugar común que se lanza al aire como hueca frase de autoayuda para no deprimirnos más de la cuenta? ¿Pueden los corredores sacar algo bueno de aquí en procura de mejorar sus condiciones laborales siempre frágiles inestables para todos aquéllos que no sean las mega estrellas? Si tuviéramos respuestas para estos dilemas habríamos predicho esta insólita debacle, pero igual no nos hubieran creído. Esto supera cualquier fatalista vacticinio apocalíptico.

Al respecto, en el programa especializado en ciclismo que realiza el medio belga Sporza, Philippe Gilbert, invitado esta semana tras su tonta multa por salir a correr en Mónaco cuando no estaba permitido, se despachó de manera pesimista y lapidaria. “Los corredores no son solidarios y nunca lo serán”.

El otro panelista invitado, el ex corredor, director técnico y ex seleccionador belga José De Cauwer, añadió: “La clave está en los equipos ciclistas. Espero que echen un vistazo a todo el modelo de negocio”. Por supuesto, el modelo de negocio del ciclismo no parece el más sólido y fiable ahora mismo.

Lance Armstrong había alborotado a principio de semana el avispero del (necesario) sindicalismo ciclístico exhortando a sus colegas a reivindicar sus derechos laborales y utilizar las crisis y el parón para unirse y mejorarlos. Gilbert apoyó al ángel caído, pero matizándolo de manera cruda: “Ciertamente Lance tiene razón, pero la realidad es diferente. La relación entre la UCI y los organizadores es muy difícil. Luego vienen los equipos y luego, solo al final, los corredores. Y los corredores no son solidarios, y creo que eso nunca cambiará. Llevo mucho tiempo en esto y ya lo entendí “.

Desde luego el pelotón internacional no es, ni mucho menos, una piña de intereses comunes. Hay equipos franceses (de élite y segunda división) claramente favorecidos siempre por ASO para sus pruebas (que suelen ser las más apetecidas y cotizadas del calendario) con invitaciones y tratamiento privilegiado en procura de darles siempre oxígeno y mejores chances. Es injusto, discriminatorio y tal, pero es así y los demás países han seguido esos pasos.

Hay también equipos muy poderosos, con patrocinadores por encima del bien y del mal como Ineos que la crisis no le asusta y se atreve a afirmar ahora mismo que podrían decidir no correr el Tour de Francia, si no lo ven 100% claro. Supone uno que 100% claro ahora mismo y nunca va a haber nada en esta vida. O bueno, sí la ruina para muchos si esto no cede rápido.

Para Brailsford, con presupuesto amarrado y asegurado, es fácil decirlo. Puede que la bajada del petróleo haya castigado a INEOS por un lado, pero sigue siendo el mayor productor de plástico mundial, y ha enfocado todo su arsenal empresarial para producir material y equipos en la única industria próspera del momento: la producción de insumos y equipos sanitarios para todos los hospitales del mundo, envases y reactivos para miles de millones de kits y pruebas para detectar el coronavirus o productos químicos necesarios para combatir la pandemia. Así sucede, los muy ricos se suelen caer para arriba. Habría que preguntarle a CCC y otros “parias” caídos en desgracia, si estarían dispuestos a hacer lo mismo. No parece propiamente un nicho de trabajo muy empático, unido y solidario.

“Hablo por experiencia”, añadió Gilbert.  “He trabajado durante más de 10 años con el comité de atletas y los sindicatos de ciclismo CPA y BPCA. Cuando hay una reunión, casi no asisten los corredores. A mí, la verdad con lo que he ganado y lo poco que me queda de carrera profesional, debería darme ya un poco igual. Pero a ellos, a los jóvenes, les diría: ¡Despierten! He intentado mucho, pero es muy difícil sin unión”, arengó Philippe a sus colegas.

¿Qué debería cambiar entonces? Es interpelado por el moderador: “Los ciclistas tienen que tomar más poder en procura de entrar más en el pastel financiero”, explicó el ganador en Roubaix el año pasado. “Pero el acertijo en el ciclismo no es fácil: esta inestabilidad es parte de nuestro deporte… ¡estamos en la carretera! Gratis, no hay estadio, no hay boletos… El ciclismo es un deporte muy popular, pero nunca será un deporte rico”.

En su turno de réplica, el ex seleccionador belga Jose De Cauwer se mostró algo menos escéptico, pero no por eso menos agudo y contundente. “Creo que los equipos de ciclismo deberían unirse en primer lugar. Los franceses, a menudo ASO, se ocupa de ellos favoreciéndolos siempre por un lado. Por otro, los patrocinados por gente y empresas muy ricas que les da un poco igual el hambre del vecino; y por el otro, los de clase media y baja que luchan cada año por mantenerse en la cuerda floja. Por eso nunca, realmente nunca, ha habido una colaboración con todos los equipos”, analizó quien lleva casi 50 años en este negocio, lo ha visto todo e imaginamos que sabe de qué está hablando.

“Los ciclistas individuales por separado no pueden cambiar esto. Si los corredores alguna vez quieren ser fuertes, creo que debe ser luchado e instigado al lado de los equipos. Tienen que ser fuertes juntos. Y luego, posiblemente, puedan exigir dinero para la televisión. Ese es un modelo de ingresos en mi opinión”.

Quizás esa ansiada y providencial catarsis, y profunda reflexión, que termine uniéndolos en armonía altruista-espiritual en comunión con el cosmos no se produzca nunca, y esto no sean más que delirios bien intencionados producto de tanto indiscriminado y obligado encierro.

Lo que si es cierto e indudable, es que esta crisis ha demostrado la terrible fragilidad y debilidad en que se sustenta el modelo económico del ciclismo (y ya puestos, del mundo en general) y urge introducir ingeniosos y alternativos mecanismos de financiación que lo hagan más sostenible y justo. Al ciclismo, y al mundo, por supuesto.

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