Confesiones extemporáneas: ¿arrepentimiento o conveniencia?
Por @pmpalermo
Uno tras otro se suceden en el ciclismo los casos de doping, ya no tanto actuales puesto que este deporte parece atravesar un recambio real, pero sí de la mano de atletas de antaño que se encuentran gastando sus últimos cartuchos o incluso de otros ya retirados que eligen confesar cuando poco importa o no les queda otra alternativa.
Pero en tiempos en los que muchos jóvenes se encuentran en el paro por la crisis, se antoja injusto que algunos cuarentones de dudoso prontuario sigan en el pelotón ocupando plazas que bien podrían ser para ciclistas nuevos y limpios.
Ante esta realidad, sólo cabe pensar que mientras los integrantes de la generación previa sigan en el mundo del ciclismo poco bueno pueden aportar; para ello basta con señalar casos icónicos como el de Bjarne Rijs, quien sigue negando que bajo su tutela haya habido dopaje en el CSC aunque sobren pruebas de lo contrario.
Pero tampoco son mejores ejemplos aquellos que una década más tarde se arrepienten, escupen su verdad y no devuelven un solo billete, a la postre, obtenido gracias a la ayuda de sustancias prohibidas.
Siempre es duro hablar de estos temas, sobre todo si los implicados son gente querida en el ambiente como Erik Zabel, quién contó su verdad en 2007, lloró frente a las cámaras y siguió su vida normalmente ya que, casualmente, su pecado remitía a 1996, fuera del tiempo punible; quizás el velocista de Milram olvidó en esa emotiva conferencia añadir que consumió todo tipo de fármacos pero hasta 2003, lo que le hubiera deparado otro final a su carrera.
Así, uno tras otro, casi todos luego de que alguna investigación irrefutable saliera a la luz, los ex dopados salieron del clóset pero ninguno devolvió un centavo y pocos sufrieron algún perjuicio socio económico, resaltando en este apartado lo sucedido a Olano, apartado de su empleo como Director Técnico de la Vuelta o el mismo Zabel en su rol de entrenador en Katusha.
Pero regresando a los arrepentidos, el último en sumarse al listado es Ryder Hesjedal, un atleta respetado que según la USADA acudió a declarar en el caso Armstrong hace un año y recién ahora, tras los escritos de Rasmussen, hizo público su mal accionar, aunque una vez más la tónica se repite y el error cometido se remonta a 2003 y es imposible de castigar.
Desde Armstrong y Landis hasta los acusados del Tour 1998, los señalados siguen tranquilamente con sus quehaceres, resaltando por ello pese a lo negativo, la honestidad brutal de Riccò, quien dice no arrepentirse de nada.
En este contexto, las supuestas confesiones por buena voluntad quedan bajo la lupa, ya que muchas o casi todas suceden una década más tarde con suerte y tan sólo unos pocos como Leipheimer se quedaron realmente sin empleo.
Horner es otro caso que bien podría vincularse a esta realidad, ya que aunque nunca dio positivo, se quedaría en la calle quizás por ser miembro de esta generación manchada, por su cercanía a la matriz donde Armstrong y compañía pergeñaron uno de los fraudes máximos del deporte y sobre todo por sus prestaciones sobre naturales en la reciente Vuelta a España.
Pero la peor parte de este azote habitual en el ciclismo es que gran cantidad de jóvenes no encuentran un hueco que sí ocupan esos que desaprovecharon su chance, ya que a fin de cuentas, nadie les apuntó con un arma para obligarlos doparse.
Así lo expresan muchos, algunos por lo bajo, mientras otros hacen público su malestar, como es el caso de los canadienses François Parisien y Hugo Houlé, quienes vertieron ácidos comentarios sobre su paisano Hesjedal luego de la “retrasada” confesión.
Lo cierto es que ninguno de todos estos personajes llamó a la prensa en el pináculo de su trayectoria para contar lo que pasaba, tampoco devolvieron lo ganado de mala manera y la mayoría no fue sincero, comenzando por el mismo Armstrong, quién montó un circo mediático cuando se vio acorralado pero así y todo sostuvo su limpieza en 2009 y 2010 pese a que el pasaporte biológico indique lo contrario.
Si bien nadie está exento de pecados y el doping era una practica habitual en ese período, hubo muchos otros que tomaron el camino indicado y por respeto a ellos y para el bien del ciclismo, es necesario un recambio total, ya que poco puede servir de ejemplo ese que otrora se benefició de las trampas.
Los verdaderos modelos a seguir son gente como Edwig van Hooydonck, quién ganó el Tour de Flandes dos veces y eligió retirarse en plenitud antes que tomar EPO o por citar un caso más actual, Marco Pinotti, pedalista que destacó en la élite hasta hace unos días y se mostró siempre como un feroz vocero contra la lacra de las drogas.
Por eso, y exceptuando a unos pocos que demuestran deseos de un cambio concreto como Jonathan Vaughters al mando de Garmin, el resto debiera estar fuera del sistema y pagar su deuda aunque más no sea con esa omisión a su supuesta grandeza, para cambiar las cosas de una vez por todas y que no se queden sin trabajo atletas como Linus Gerdemann, quién pasó un año en blanco, mientras otros siguieron haciendo usufructo de una posición ganada deshonestamente.
Pablo Martín Palermo
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