Dumoulin y Tony Martin temen por la cantidad de gente que anima en las aceras sin mascarilla

Por Oscar Trujillo Marín

El bloque de carreras cortas este mes de agosto en territorio francés no solo sirvió como test para poner a punto a los participantes al Tour de Francia. También fue vital para comprobar su real nivel post parón, definir alineaciones en los equipos, y fue un banco de pruebas para los protocolos sanitarios que se seguirán en la ronda gala ante un evidente riesgo de contagios, con un virus que no está, ni mucho menos, controlado aún.

Tom Dumoulin hizo explícito hoy su temor -como el de sus compañeros de pelotón- para denunciar la entusiasta y militante  irresponsabilidad de buena parte de la afición, -inmune a la razón y a ejercer una mínima sensatez-  en unas delicadas circunstancias que realmente lo ameritan. Tanto en Occitanie, como L’Ain y el Dauphiné, muchos aficionados (demasiados) arengaban gritándoles en las aceras de las estrechas vías sin usar mascarilla: “Normalmente nos gusta mucho que nos animen y eso, pero ahora no es el momento, corres el riesgo de esparcir gérmenes en el pelotón”, dijo Dumoulin en una de las conferencias de prensa oficiales pre Tour.

Tener que recordar algo tan básico, tan elemental que se ha pedido, machacado y exigido hasta al hastío como requisito este año para disfrutar de las carreras (y que sea posible realizarlas y disfrutarlas como aficionado y espectador) solo habla del elevado grado de necedad pueril e inconsciencia en un porcentaje nada desdeñable de la población; da igual en el sitio del planeta que estés: “Es una situación complicada, nunca se puede crear un 100% de seguridad, pero mi mensaje a los aficionados es: ¡Siempre use una mascarilla cuando venga al Tour! eso debería ser obligatorio”, dijo el ganador del Giro de Italia 2017.

Dumoulin, no se queja de la organización de dichas carreras, ni de los protocolos en hoteles, salidas y llegadas: lo hace de la gente, del público en la totalidad de los puertos y más en los definitivos: “Allí estaba muy bien organizado en el hotel y al principio y al final”, dijo. Pero en las montañas fue diferente. “Ciertamente, en las subidas aproximadamente la mitad de los aficionados no tenían máscara bucal, y los aficionados, por supuesto, se entusiasman y empiezan a gritar y gritar, muchas veces a correr cuando pasamos a muy poca distancia de ellos. Así que espero que eso esté mejor organizado en el Tour”.

Si la humanidad en su conjunto no actuara tan a menudo de forma estúpida, irresponsable, y necia este planeta sería un edén armonioso, carente de fanatismos, sostenible y pacifico. Por desgracia esas virtudes escasean y la mayoría de las personas solo puede demostrarlas en sociedad obligadas, mediante normas imperativas y con autoridad represiva al lado para que ejerzan algo tan de sentido común como su propia adultez.

Tony Martin secundó a su compañero de equipo en tan lógico y necesario reclamo. De poco sirve que a los corredores los tengan en una burbuja y los cuiden de manera minuciosa para que las carreras puedan seguir, si una caterva de desaprensivas y necios insisten en gritarles en la cara a pocos centímetros y correr tras ellos por que no pueden evitar actuar de manera estúpida, esto dijo el alemán que fue aún más categórico que su colega de la escuadra neerlandesa:

“Las preocupaciones de que se interrumpa el curso están ahí. Cuelga sobre nosotros como la Espada de Damocles, cada día puede ser el último. Eso es muy lamentable, y lo es más que aún sabiendo todo lo que ha pasado tanta gente se niegue a obedecer unos simples protocolos  sanitarios”, dijo Martin a la agencia de noticias alemana.

“Preferiría haber visto un Tour sin espectadores que ningún Tour. No soy un experto, ni puedo juzgar cómo se dividen las 5.000 personas (N.d.r. esa es la cantidad máxima de personas permitida este año en los grandes puertos del Tour) entre las zonas de salida y llegada, pero creo que es un número muy elevado para apelar a la responsabilidad personal de tantos, sobre todo cuando está ha faltado tanto en estas pasadas carreras. Y la situación empeora día a día”, dijo Martin.

Bueno, no tranquiliza en absoluto que mal de muchos sea consuelo de tontos. Se supone que la ciudadanía francesa, Suiza, Belga y neerlandesa, alemana… quienes suelen ser espectadores mayoritarios a pie de vías durante el Tour de Francia poseen un nivel de civismo más acusado y generalizado; no en vano su nivel de desarrollo cultural, social y económico es más elevado que en la mayoría del planeta. Visto lo visto, no se nota tanto al menos en este apartado.

Pero este urgente reclamo en boca de sus propios ciclistas nos permite comprobar que la estupidez y necedad es increíblemente democrática: omnipresente, robusta. Que esta lejos aún de abandonarnos como homo sapiens que deberíamos honrar el latinismo ejerciendo esa mayor capacidad para pensar, para razonar, que en teoría es lo que nos concede esa supuesta categoría superior en el reino animal. Privilegio evolutivo que por desgracia, a menudo se nota tan poco.

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