Homenaje a Chava Jiménez a diez años de su partida

Por @pmpalermo

Un día como hoy pero de 2003, un trágico suceso golpeó el mundo del ciclismo cuando José María Jiménez Sastre falleció de un paro cardíaco a los 32 años mientras se recuperaba de una profunda depresión.

Conocido popularmente como Chava, fue uno de los mejores escaladores de la historia del deporte pedal, primer ganador en l’Angliru y dueño de una clase que quedaba a la vista en cada uno de los habituales y furibundos ataques con los que hacia vibrar a los aficionados.

Nacido en Ávila, donde hoy reside su cuñado Carlos Sastre, fue profesional durante una década enrolado en las filas del Banesto, al que regaló nueve etapas de la Vuelta a España, prueba en la que además fue podio una vez y rey de la montaña en otras cuatro oportunidades.

Señalado como el relevo de Indurain, el atleta abulense fue en realidad el último rebelde, puesto que corría según se sintiera y atacaba sin medir las consecuencias, hecho que le reportó alegrías y tristezas pero que, sin dudas, lo diferenció del resto.

Campeón nacional en 1997, dueño de un carácter fuerte y decidido que lo llevó incluso a enfrentarse con algunos de sus compañeros por la capitanía de la escuadra, Jiménez marcó su época, por lo menos en lo que a la gran ronda de su país refiere.

También supo ser octavo en el Tour de Francia, y dejó su impronta en algún que otro parcial, pero nunca estuvo a la altura de lo conseguido en su tierra donde por cierto dio sus últimas pedaladas como profesional en 2001, antes de emprender un camino sin regreso.

Hoy, diez años después, el querido Chava sigue vigente en la memoria de la familia del ciclismo, que llora la partida antes de tiempo y de un modo inesperado de uno de sus ídolos máximos, un virtuoso que se ganó un lugar en la posteridad a fuerza de trabajo, pero sobre todo, alguien carismático que plasmó su huella para siempre en los anales del deporte.

Pablo Martín Palermo