OPINIÓN: Tour de France 2025, el fin de una era y el inicio de una transición

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Este Tour significa más que un unísono de Pogacar. OPINIÓN: Tour de France 2025, el fin de una era y el inicio de una transición

OPINIÓN: Tour de France 2025, el fin de una era y el inicio de una transición

Este Tour significa más que un unísono de Pogacar. OPINIÓN: Tour de France 2025, el fin de una era y el inicio de una transición.

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Estamos finalizando la segunda semana de la edición 2025 del Tour de France e ingresando a la tercera. Parecía ayer el inicio en Ille pero, sin embargo, ya hemos llegado a la cuenta regresiva.

Una vez más, tal como en 2024, llegamos a la tercera semana con el ganador asegurado: Tadej Pogacar simplemente se mostró uno (o dos) niveles por encima del resto. No hay táctica, estrategia o planteo que pueda asustar al esloveno. El momento de mayor tensión fue una caída en la etapa 11 de la cual saldría indemne. Menos de 24 horas después, le sacaría más de dos minutos a Jonas Vingegaard en Hautacam, dejando atrás los fantasmas del pasado que lo aquejaron en esa subida. No hay motivo para pensar que los Alpes cambien este panorama: la batalla estará concentrada en el tercer lugar para abajo del top 10.

A mi personalmente -y siento que muchos lectores también- no me sorprendió el resultado. Difícil revertir una tendencia que inició en Dauphiné, competencia que actuó como un gran “spolier” de lo que iba a venir en este Tour. ¿Tal vez sea mejor que los favoritos se dividan de nuevo entre Suiza y Dauphiné como era hace no tanto tiempo atrás?

¿Pogacar es un fenómeno y uno de los mejores de la historia? Si, eso no lo vamos a discutir. Pero creo que la competitividad es necesaria. Los números de visualizaciones, tanto de televisión como de podcasts en general, recientemente bajaron en determinadas carreras. No cuesta mucho dilucidar el motivo: poca atracción genera saber el resultado de antemano. Con excepción de Milano – San Remo, París-Roubaix (gracias, en estos dos primeros casos, a un majestuoso Mathieu van der Poel que nos sigue deleitando en este Tour de France) y Amstel, Pogacar ganó todo lo que corrió. Con grandísimas diferencias de estilo, es un retorno al tren Sky. Solo que esta vez ese tren sólo tiene una persona y nadie a bordo.

Más allá de esto, creo que hay que aplaudir a Jonas Vingegaard, corredor que vivió un accidente terrible hace poco más de un año y que sigue demostrando estar un nivel por encima del resto. Fue el único, después de todo, en poder ganarle, no uno sino dos Tours a Pogacar. Históricamente, al final de su carrera, va a ser algo más que significativo. Muchos tras lo de Hautacam hubieran bajado los brazos.

Del mismo modo, hay que darle un chapeau a Primoz Roglic -al que algunos lo dan por acabado-, Remco Evenepoel -quién intentó darlo todo hasta que su cuerpo dijo basta- y nuevos ciclistas que van a empezar a dar que hablar como Florian Lipowitz, Oscar Onley y Kévin Vauquelin. A mí, personalmente, me gustan los ciclistas que tienen altibajos, que llegan a la meta sufriendo, que tienen debilidades y no solamente fortalezas. ¿Pero cada uno tiene su gusto, no?

Es que Pogacar ya no tiene fisuras. Ya ataca sin moverse del sillín y llega sin sudor. Se que no es una opinión “mainstream” la mía y que va a contracorriente. A muchos les podrá gustar el quiebre de récords y nuevos logros, lo cual es totalmente razonable. Para mí, son sólo números.

Pero no es solamente por su invencibilidad actual que, a mis ojos, perdió un poco el aura que tenía. Sino por otro motivo. Pogacar era un corredor que, hasta hace poco, tenía una gran clase fuera de la bicicleta con una humildad que era de destacar y sumamente respetuoso de sus rivales. Esto, sin embargo, de a poco comenzó a crujir. En este Tour de France realizó declaraciones que despertaron cuestionamientos. Y yo soy uno de ellos. En ciertos momentos, parecía molesto de que sus rivales intentaran derrotarlo. E incluso cayó en la contradicción: por un lado, crítica a los que anulan los intentos de fuga. Por otro lado, declara que quiere ganarlo todo y que le pagan por ello. Esta última es una actitud razonable y una mentalidad de gran campeón, que no la pongo en cuestión. Pero, entonces, no puede criticar que otros corredores o equipos hagan lo mismo. La actitud de marcar fugas por cuestiones extradeportivas es insólita. Basta ver como Pogacar marcó a Matteo Jorgenson en dos oportunidades en la etapa 15 sin ningún motivo aparente.

En sintesis, parece ser que la “lista negra” de corredores mencionada por Nils Politt el año pasado es más que real, y sinceramente no me simpatiza en nada. Se extraña al Pogacar “humano” que competia de igual a igual frente a los demás.

No es de sorprender que recientemente Lance Armstrong se haya identificado con estos aspectos. En este Tour, Pogacar exhibió actitudes “Armstrong-escas”. Enfatizo para evitar errores de comprensión: actitudes. No hablo de todo lo otro del estadounidense que, pese a hacer retroceder el deporte 20 o 30 años, sigue hablando impunemente a tal punto que la NBC ahora transmite su propio podcast por streaming. Atención a la “rehabilitación” de estas figuras.

En cierto sentido, me parece necesario para el ciclismo que Pogacar vuelva a perder. No solamente por la necesidad de competitividad, sino también porque lo necesita él mismo. Para que vuelva a ser ese Pogacar que cautivó a todos tanto sobre la bicicleta como fuera de ella hace no mucho tiempo atrás.

Dicho esto, este Tour de France es significativo por muchos motivos. Creo que hemos llegado al final de una época y a los inicios de otra, donde aun no sabemos con claridad a donde llegaremos. Algo así como una transición, un concepto que Escape Collective utilizó en un reciente artículo. Una transición como la hubo entre Puerto y el tren Sky con Schleck y Contador de por medio, o ese 2019 donde comenzaba el ocaso de los británicos y se daba puntapié a lo que fue la época dorada de estos últimos años. Esta era -en donde Pogacar y el Jumbo Visma influyeron en diversas formas- de ciclismo de ataque y donde los “big” se enfrentaban de igual a igual comenzó a cerrarse a fines de 2023. Este Tour no es más que una confirmación que hemos ingresado a otra cosa. Un duelo fundamental de esa era, el de Vingegaard y Pogacar, ya no es más un duelo. Pogacar está en neta diferencia por encima. Y, a sus 28 años, suena dudoso que Vingegaard mejore en su condición. De hecho, el propio Pogacar parece haber ingresado en una plateau o “meseta” en términos de números, los cuales le sobran, de todos modos, para ganarle a todos. Vale mencionar un dato: ningun corredor aún pudo mejorar los números de 2024 y es una constante no sólo del Tour sino, en general, de toda la temporada.

Será momento de reagruparse en Visma y redefinir objetivos. Ni al equipo ni a Vingegaard les sirve que el danés siga teniendo como único objetivo en la temporada el Tour de France frente a esta brecha que se abrió con el líder de UAE. Contusión cerebral de por medio, Vingegaard corre el riesgo de terminar su temporada con una única victoria en la Volta ao Algarve. Su calendario está desaprovechando la mejor condición de su carrera y es momento de diversificar y engrandecer el palmarés antes de que sea tarde. ¿Su preparación fue la correcta? A mi modo de ver, la escuadra deberá revisar dos cuestiones: la cantidad inusual de “malos días” que está afectando su consistencia, y si la priorización en su explosividad -que le podría servir mucho si, en algún momento, quiere correr otro tipo de carreras- fue en detrimento de su resistencia.

Otro capítulo aparte corre por el equipo. Pese a las múltiples criticas de analistas que solo saben criticar (y no proponen otra cosa), Visma hizo lo correcto en hacer la carrera complicada desde el inicio: Pogacar no le sacó un sólo segundo (más allá de las bonificaciones y en la crono) en la compleja primera semana de media montaña. Sin embargo, no puede pasarse por alto que algunos corredores rindieron por debajo de lo esperado, más que nada en el departamento de escaladores: ni Sepp Kuss, ni Simon Yates, ni Matteo Jorgenson se destacaron en las etapas donde se tenían que destacar. En el caso del estadounidense ex Movistar, puede que Visma esté sobrevalorando sus capacidades al intentarlo colocar como último gregario e, incluso, pensar en un proyecto de líder de grandes vueltas cuando Vingegaard está ausente. Es una pena que, a veces, los equipos colocan a sus corredores en compartimentos y estanterías a las cuales no pertenecen, en detrimento de aquellos en los cuales tienen ventajas comparativas. Dos ejemplos rápidos: Thymen Arensman demostró en este Tour con INEOS que suele ser letal para cazar etapas en fuga, como lo hacía en el ex DSM en la Vuelta a España, pero, en los últimos dos años, INEOS lo metió en un rol de líder en el que mentalmente no estuvo preparado. Otro ejemplo: creo que Remco, tras el accidente de principios de año, no estaba listo para venir en este Tour de France. Al igual que Vingegaard, el joven belga -que tiene un gran potencial y una enorme capacidad de resiliencia frente a sus múltiples setbacks- deberá reevaluar sus objetivos. Desde ya, para Remco, muy probablemente este Tour implicará el cierre de su etapa en QuickStep. Ni Vingegaard ni Remco son merecedores de los cuestionamientos que reciben en redes cuando son derrotados. Por detrás del teclado, cada uno puede decir una maraña de estupideces. Y he notado una agresividad cada vez mayor hacia los ciclistas en general. Innecesario y para repudiar.

También este Tour será un antes y un después en las jerarquías internas y de líderes dentro de INEOS y de Red Bull. Pero, para ese tema, probablemente dedicaré otro artículo de análisis.

Este Tour no sólo es un parteaguas para los objetivos personales de las grandes figuras y para el inicio (o más bien, reafirmación) de un periodo opaco para la competitividad. Sino que también es el puntapie para algo muy positivo: aquellos ciclistas que, en dos o tres años, tal vez, serán capaces de hacer resurgir la batalla contra el ahora invencible Pogacar. Aquellos que nos podrán regalar de nuevo etapas como Granon 2022. En cortas palabras: momentos que quedarán grabados en la memoria que este Tour mayormente careció hasta el momento, al menos en la batalla de la general. El elenco de segundos protagonistas cambió radicalmente: ya no están más los Vlasov, Hindley, O´Connor, Thomas y Gaudu de hace poco tiempo atrás.

Ciclistas como Lipowitz y Onley tuvieron su bautismo de fuego en este Tour y se están coronando como potenciales corredores que pueden luchar por podios y victorias, sumándose a los Ayuso y Del Toro. El potencial es enorme. Y todo esto sin mencionar la gran generación de talentos que corren en la categoría U23 y algunos de ellos en el WorldTour: Widar, Seixas, Nordhagen, Torres, Omrzel, Finn, Pericas. El Tour de l`Avenir de este año desde hace bastante que no tenía una startlist de esta clase, y hace dilucidar el retorno pronto a una nueva era dorada. Tal vez con otros nombres y otras dinámicas, pero que promete mantener el mismo estilo que nos regalaron las actuales figuras del pelotón.

Será un periodo de transición y como transición no estará exenta de dificultades y temas que se pondrán sobre la mesa. No solamente en cuanto a la seguridad -las muertes en carrera ya no pueden ser normalizadas y olvidadas- sino también en el aspecto político y financiero. Se está abriendo una brecha enorme entre formaciones sin ningún tipo de fair play financiero como es el caso de UAE -algo que, precisamente, impacta sobre la competitividad de las carreras- y otras que sufren por encontrar sponsor, incluso teniendo éxitos deportivos, como es el ejemplo del Alpecin de Van der Poel y Philipsen. Los sponsors, en general, cada vez ponen más dinero sobre la mesa y los retornos son similares a los de siempre, generando una distorsión que se hace cada vez más evidente. Los proyectos separatistas cada vez se escucharán más y los que están en el poder del deporte deberán flexibilizar sus ideas y ser menos “dinosaurios” para evitar que el castillo de naipes se caiga en un caos que afecte a todos por igual. Esperemos que esta transición, tanto deportiva como de lo extradeportivo, sea constructiva. Y que el ciclismo esté en el lugar donde merece estar.

Nahuel Londeix

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1 pensamiento sobre “OPINIÓN: Tour de France 2025, el fin de una era y el inicio de una transición

  1. Cuando quieran, un debate, últimamente estas haciendo lo que Pablo no hace, hablar en base a la subjetividad en lugar de la objetividad. Antes de que uses la típica excusa de que ” dice Opinión” pero medio artículo hablas en general o directamente generalizando.

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