París – Roubaix: historia y curiosidades
Por @FXavierVidela
La París – Roubaix no es un Monumento más, se trata del “Infierno del Norte”, apodo que le valió por el estado de sus tramos tras la Segunda Guerra Mundial y los cuales se siguen transitando en las ediciones actuales. Disputada por primera ocasión en 1896, este año se organiza la 115° “Clásica de las clásicas”.
Sus tramos adoquinados son calificados con estrellas (este año con colores), según su dificultad y su extensión, siendo el tramo de Mons-en-Pévèle, el Bosque de Arenberg y el Carrefour de l’Arbre los únicos con cinco estrellas.
Sus inicios
Al igual que el Tour de Flandes, la París-Roubaix fue impulsada por un diario deportivo, en este caso Le Vélo. El director de dicho matutino, Paul Rousseau, recibió la idea por parte de dos empresarios de la localidad de Roubaix, Théo Vienne y Maurice Perez.
Estas dos personas vieron en esta carrera un buen entrenamiento para otro evento más famoso por aquellas épocas, la Burdeos-París. Tras inspeccionar el trazado, la prueba se puso en marcha un 19 de abril bajo el nombre de La Pascale, “Pascua” en francés.
La primera edición
Aquella edición inicial, allá por 1896, partió en Bois de Boulogne, al norte de París, cubriendo poco más de 280 kilómetros con Roubaix. En aquel entonces, muchos corredores desistieron en tomar la partida, por lo que solo iniciaron 51 ciclistas -45 profesionales y 6 amateurs-.
El alemán Josef Fischer fue el primero en completar la extensa prueba, tras 9h17’00”. Vale mencionar que solo tres corredores entraron dentro de la hora, con el danés Charles Meyer 2° a 25′, el galo Maurice Garin 3° a 28′ y el británico Arthur Linton 4° a 45′.
Fischer, quien fue el único germano hasta 2015 en triunfar en el “Infierno del Norte”, recibió la importante suma de 1000 francos franceses, equivalente en su época al salario de siete meses de un trabajador minero.
Curiosidades
¿Por qué se la denomina “El Infierno del Norte”?
Para quien no conoce, la mítica cita transcurre entre tramos adoquinados y rutas llenas de baches, en la antigua región de minas de carbón, en el norte de Francia, dejando a muchos corredores llenos de barros y arena.
Sin embargo, el término ‘Infierno del Norte’ se utilizó por primera vez para describir el recorrido de la carrera después de la Primera Guerra Mundial. En 1919, organizadores y periodistas salieron de París para ver qué tramo de la ruta había sobrevivido a los cuatro años de bombardeos y trincheras.
“Cuando iniciaron el camino, todo parecía estar bien al principio. Pero, mientras se acercaban al norte, el aire comenzó a oler a drenajes rotos, aguas negras y el hedor de la descomposición del ganado. Los árboles tenían sus ramas ennegrecidas, con sus ramas retorcidas. Estaba todo embarrado”, informó en su momento ProCycling. Esa situación fue calificada por los medios, quienes habían visto el ‘Infierno del Norte’, lo que le valió el actual apodo a la carrera.
El gendarme inoportuno
En la edición de 1907, Georges Passerieu se escapó de un grupo reducido antes de Douai para evitar un sprint, donde sería derrotado con seguridad. El ciclista nacido en Gran Bretaña, nacionalizado francés, aguantó ferozmente hasta el velódromo de Roubaix, donde la gente esperaba ansiosa. Sin embargo, aunque se indicó que estaba a metros de la victoria, nadie ingresaba a la pista.
Luego se supo que el corredor había sido detenido en la puerta por un gendarme que quería verificar que tuviera el plato correcto y obligatorio. Una pelea a gritos zanjó el problema y Passerieu pudo obtener la victoria.
Georges completó los 270 kilómetros tras 8h45’00”, superando en un minuto al belga Cyrille Van Hauwaert y en tres minutos a su compatriota Louis Trousselier.
Una edición, dos campeones
La mencionada situación fue resultado de varios meses de discusión, incluso con dos conferencias internacionales. André Mahé alzó los brazos en el velódromo de Roubaix en la edición 1949, pero su triunfo fue cuestionado ya que tomó el camino equivocado.
El trío fugado, en el que se encontraba Mahé, entró al óvalo en vanguardia, aunque por la puerta equivocada. Mahe ganó el sprint y fue declarado ganador. Sin embargo, a los pocos minutos llegó Serse Coppi -hermano de Fausto-, quien entró en el cuarto lugar, y realizó un reclamo por lo sucedido.
Después de una protesta y varios meses, Serse Coppi fue nombrado ganador de la París-Roubaix 1949, de manera conjunta con Mahé.
“A la entrada del velódromo había multitudes en todas partes, que bloqueaban el camino. Busqué por dónde ir y me dirigieron alrededor de la pared exterior de la pista, donde tenían que aparcar los coches de los equipos”, dijo el primer vencedor. “La gente decía que debería haber conocido el trazado. Pero, ¿cómo saber una cosa así al final de la París-Roubaix, cuando has corrido todo el día por caminos de esa manera? Un gendarme me marcó el camino a seguir y así es como llegué”, completó, para entrar por una puerta que llevaba a los periodistas hacia dentro del velódromo.
Hinault: “París Roubaix es una mierda”
Uno de los más grandes corredores de la historia, Bernard Hinault, no era un gran amante del pavés, pero sus ganas de triunfar podían más, por lo que él mismo se exigía alzar los brazos en el velódromo de Roubaix.
“La París-Roubaix” es una mierda”, fue la frase con las que se desahogó el ‘Tejón’ tras hacerse con la victoria en la edición 1981, en su tercera y última participación en el “Infierno del Norte”, una prueba que no era de su agrado.
Vale mencionar que Hinault se cayó en siete oportunidades durante su estreno en el pavés del segundo Monumento de la temporada, lo que le valió críticas que desataron su furia y “obligándolo” a levantar su imagen al año siguiente.
El tren maldito
En la edición de 2006, con el suizo Fabián Cancellara encaminado a la victoria, un trío de perseguidores se encontró con las barreras bajas en un paso a nivel. Conocedores del reglamento, los pedalistas decidieron cruzar igualmente, antes que el tren hiciera su aparición.
Leif Hoste, Peter Van Petegem y Vladimir Gusev, los implicados, fueron descalificados por romper las reglas, dejando sus posiciones a Tom Boonen y Alessandro Ballan, que treparon al podio, quizás sin merecerlo.
“En Bélgica hubieran detenido el tren”, dijo Van Petegem, bastante ofuscado por la decisión de los organizadores. Mientras que su compañero de aventura, Leif Hoste, mencionó: “Para mí, siempre seré 2° de esa edición”.
Vale mencionar que dicha situación se repitió en la edición 2015. Sin embargo, en aquella ocasión se trató de una fracción del pelotón la que rompió las reglas, influyendo en la decisión de los organizadores, que no tomaron cartas en el asunto.
Franco Xavier Videla
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vaya carrera. no me la pierdo.