Se retiró tras múltiples contusiones: “Una caída más y me convertía en vegetal”

La caída de Fabio Jakobsen en el Tour de Polonia de 2020 (Getty Images) (Getty Images)

¿Con el casco alcanza? No, cuando hay fuertes golpes en la cabeza. Son múltiples los casos de ciclistas cuyas contusiones les dejaron graves secuelas. Taco van der Hoorn estuvo un año y cuatro meses sin correr tras una caída en el Tour de Flandes 2023, Jonas Vingegaard vivió semanas de calvario tras su accidente en la última edición de París-Niza con dolores en la cabeza que le impedían entrenar, Stefan Kung terminó la contrarreloj de los Campeonatos Europeos 2023 con el casco roto y totalmente ensangrentado. A simple vista los golpes en la cabeza pueden no parecer graves y no son pocos los casos, como el sucedido con Vingegaard, en donde los ciclistas continúan compitiendo completando la jornada pese al grave peligro al que se exponen.

Desde 2021, la UCI incorporó un protocolo obligatorio para los ciclistas en casos de que los médicos de carrera sospechen que han sufrido algún tipo de concusión. Sin embargo, no siempre se aplican y, en el caso de los jefes de fila, menos todavía porque implica perder tiempo en carrera. Una complicada aplicación en un deporte que, por motivos obvios, no se puede frenar. Uno de los que tuvo peor fortuna fue Marc Sarreau, ex velocista francés de Groupama y AG2R que tuvo que retirarse anticipadamente a los 32 años a fines de la temporada pasada, debido a las secuelas neurológicas de sus múltiples caídas.

“Antes, no olvidaba nada. Ahora, mi pareja tiene que recordarme muchas cosas. Entendí que el cerebro es como una licencia de conducir por puntos. Poco a poco fui consumiendo puntos en mi cerebro. Y casi no me quedaba ninguno”, admitió en una entrevista con Le Parisien. No fue una sino varias caídas violentas las que sufrió el ganador de la Copa de Francia de 2019, incluyendo una en el Tour du Limousin en donde casi mata a un espectador.

Siguió compitiendo para tener un contrato

Y si no fuera por alguien más, Sarreau se arriesgaba a seguir compitiendo. “A fines de septiembre de 2024, Marc Madiot, el jefe del equipo, quien me llamó para decirme que, con los problemas de cabeza que tenía desde junio y que no mejoraban, preferían mantenerme a salvo porque temían que otra caída pudiera empeorar. Así que cancelaron mi extensión de contrato de dos años. No me lo esperaba. Desde el 13 de junio de 2024, cuando sufrí mi última caída en el Giro de Eslovenia, había vuelto a correr. En ese momento, estaba como en un vacío en casa, descansando para recuperarme. Y de repente, sonó el teléfono” reveló.

Las múltiples caídas lo dejaron con secuelas: dolores de cabeza diarios, falta de atención, fatiga e incuso una anécdota insólita: al final del Gran Premio de Denain en marzo de 2024 se subió al coche equivocado. Sin embargo, siguió intentando volver a competir para lograr el nuevo contrato. “Ya no podía entrenar ni ir a las carreras como era debido. Mirando hacia atrás, creo que me puse en peligro al volver después del Tour de Eslovenia. Seguí el protocolo para conmociones cerebrales: dos semanas sin competir y siete días sin entrenar. Sin embargo, las cosas no iban muy bien, aunque noté una ligera mejoría. Pero cuando volví a correr, los síntomas empeoraron. Los dolores de cabeza aumentaron. En cuanto me esforzaba, me subía la presión arterial” señaló.

Se retiró tras múltiples contusiones: “Una caída más y me convertía en vegetal”

Admitió que si paraba, temía que las conversaciones con Groupama se hubiesen terminado. “Pero a medida que avanzaban las carreras, más fatiga acumulaba. La situación empeoraba cada vez más. Hubo momentos en los que pensé que me iba a caer en cualquier momento. No me sentía capaz de reaccionar. Nada iba bien”. Hasta que fue con una cita con un especialista en impactos deportivos donde las pruebas fueron “muy malas”, según indicó.

“El cerebro no se recuperaba adecuadamente. Entonces comprendí que era grave. Le pregunté si esto podría ser una contraindicación para practicar ciclismo profesional. Y me dijo que sufrí demasiados golpes en la cabeza. Me dijo que cuanto más me cayera al suelo, peor sería. Entendí que, si volvía a caer, podría quedarme en estado vegetativo o algo peor”.

“No se toman en serio”

Su caída en el Tour de Polonia 2020, aquella provocada por Dylan Groenewegen y que dejó a Fabio Jakobsen en coma, fue “el principio de los problemas”, admitió. “Era solo la primera de las conmociones cerebrales. Y ahora entiendo que ya no absorbemos los impactos de la misma manera. Normalmente, si te caes de cabeza, te vas al cabo de una semana. Paradójicamente, en Polonia, tuve la suerte de haberme roto la clavícula y la rodilla. Así que el descanso más largo fue obligatorio”.

Sarreau lamenta que las contusiones no son tomadas seriamente en el ciclismo. “Para mí, no se lo toma en serio en absoluto. En Eslovenia, un mecánico me devolvió la bici. Quise quitarme el casco y vi que estaba completamente destrozado. El médico de nuestro equipo no estaba en la carrera. Salí de nuevo de todos modos. Pero en un momento dado, me salí del pelotón al darme cuenta de que apenas estaba lúcido. Terminé los últimos 40 kilómetros solo. Por la tarde, vi al médico de otro equipo, quien me dijo que los síntomas eran mínimos. Aun así, ni siquiera podía escribirle un mensaje de texto a mi compañero. Al día siguiente, no quería empezar”, señaló.


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