Iván Basso, el único arrepentido
Por @pmpalermo
Día a día, casi como si estuviera estipulado por un cronograma, un ex ciclista confiesa su dopaje en la pasada década, como sucedió con Michael Rasmussen y Grischa Niermann en las últimas horas.
“Usé EPO, transfusiones, hormonas, insulina..”, detallan los arrepentidos deportistas. Pero, ¿por qué confesar ahora?¿por qué no hacerlo cuándo estaban en la cima?.Los pocos corredores que admitieron sus pecados aún en actividad lo hicieron luego de ser cazados por un control o por un arreglo conveniente, tal como sucedió con los ex compañeros de Lance Armstrong.
Rijs, Zabel, Thomas Dekker, Rasmussen, Millar, Hamilton, Hincapie…por nombrar un ínfimo porcentaje de retractados que quieren hacer las cosas bien, estar limpios según dicen, pero luego de haber lucrado toda su carrera, y ni hablar de devolver una moneda.
El caso de Rasmussen es curioso, ya que se defendió con la misma ferocidad que Armstrong y aún tiene pendiente un juicio en el que reclamaba casi 6 millones de euros a su ex equipo a modo compensatorio, para hoy confesar que se dopó desde 1998 a 2010, o sea…que no escarmentó y luego de estar suspendido volvió a pecar. Una locura.
En este contexto, en el que no podemos olvidar el Juicio que se lleva a cabo por la Operación Puerto, la espantada en el ex Rabobank y el positivo de Frank Schleck (ya se habló bastante del caso Armstrong), vale recordar que el único que confesó estando en la cresta de la ola es Iván Basso.
Lo habrá hecho a medias, por conveniencia o arrepentimiento, pero lo hizo, y en la previa del Tour de Francia 2006, su Tour, perdiendo dos de sus mejores años, puesto que aunque luego volvió y ganó un Giro, nunca más fue el de antes.
El italiano se reconvirtió, dejó la senda de Armstrong, quién lo había nombrado como su sucesor luego de las grandes, robóticas y sospechosas prestaciones de 2004 y 2005 por parte del varesino, para retornar como un humilde, humano y sufridor escalador, amparado en la reputación de limpieza de Aldo Sassi.
Este mismo camino debieran recorrer todos los que aún no lo han hecho, si realmente quieren volver y que el ciclismo esté limpio, porque las confesiones luego del retiro o cuando el bolsillo está lleno son poco creíbles, como sucede con Rasmussen o Armstrong.
Porque gente como esta hizo que los espectadores presenciaran farsas y saltaran en el sillón por un ataque que finalmente fue borrado del mapa, o por un podio que no fue tal, ya que fueron modificados una y otra vez a punto tal que ahora siete Tours de Francia no tienen ganador.
Por eso, luego de criticar duramente a Basso en su momento, es justo destacarlo dentro de lo negativo de la situación, como el único que realmente se arrepintió y quiere un ciclismo diferente, limpio y lejos de los vicios de antaño, como queremos todos.
Pablo Martín Palermo
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