Gaviria en la encrucijada: ¿insistir como sprinter o cambiar de trabajo?

Por @pmpalermo

Fernando Gaviria llegó a ser el mejor sprinter del pelotón mundial allá por 2017-18, cuando ganó etapas en Giro y Tour, lideró las carreras en cuestión y no tenía rival ni siquiera entre los velocistas top del momento. Hoy, acaba de terminar la Corsa Rosa “decepcionado”, según declaró.

Y la realidad es que por su pasado, todavía él y sus seguidores esperaban más. Pero tampoco es una sorpresa que no haya logrado ganar un parcial en la ronda italiana, ni siquiera contra un cartel -con todo respeto- secundario de sprinters.

Antes de continuar con el colombiano más ganador, mencionar a los hombres rápidos que hoy dominan la escena y que, por supuesto, no estuvieron en el Giro: Fabio Jakobsen, Tim Merlier, Jasper Philipsen, Wout Van Aert, Caleb Ewan, Dylan Groenewegen, Sam Bennett, Olav Kooij…

El propio Gaviria se sabe inferior en los sprints desde el momento en que intenta anticipar los mismos con salidas lejanas que rara vez prosperan. Eso le sirvió alguna vez en su apogeo, cuando contaba con una potencia descomunal y se daba el lujo de no seguir a sus lanzadores. Ahora, con o sin tren, Fernando es aspirante al top 10 si no se cae por ir mal ubicado ante la falta de compañeros, o es arrasado por sus contrincantes al lanzar la volata.

Mucha agua corrió bajo el puente para el de La Ceja desde que tocara su pico. Y si bien puede tener el ejemplo de la segunda juventud de Cavendish de cara a su futuro, lo más probable es que el derrotero que tenga que elegir sea otro. Es que el ciclismo es un trabajo y si quiere seguir cobrando un sueldo deberá tomar decisiones. En el corto plazo, los Juegos Olímpicos de pista, ¿y después?

Las opciones son claras: o vuelve a ser el que era, o sigue bajando peldaños en el nivel de los equipos en los que corra o se transforma en otro tipo de ciclista. Analicemos cada apartado: en el primero, se antoja complejo que vuelva a manejar los vatios que otrora lo catapultaban a dominar a sus anchas. Hay pocos ejemplos de situaciones del género que no incluyan algo oscuro en el proceso. Quizás si ordena un poco más su vida personal crezca, pero eso ya debe haberlo hecho, porque no es ningún tonto y sabe que su futuro depende de los números y no del pasado.

La siguiente consideración es obvia, ya que salió de la formación ideal para los sprinters como era QuickStep, pasó al UAE que aún se defiende en la velocidad y recaló en un Movistar que casi no sabe lo que son los embalajes. El próximo peldaño, si no ofrece resultados y los telefónicos no lo mantienen por los intereses comerciales de la empresa en Latinoamérica, será un conjunto inferior. Tampoco es algo malo, pero para quien tocó el cielo con las manos sabe a poco y aún le quedan muchos años de trayectoria por delante.

Finalmente, el punto que puede ser clave: transformarse. Gaviria en parte lo entendió porque desde que dejó de arrasar volatas se lo vio mejorar en subidas de media montaña (y aún así sigue lejos de un Matthews, por caso) y empezó a implementar la táctica de anticipación antes descripta. Pero no le ha funcionado y el cambio quizás deba ser todavía más profundo. Sí, al igual que muchos otros que antes fueron hombres rápidos y mutaron en lanzadores o gregarios, el colombiano podría extender su periplo profesional durante una década, sin exagerar.

Los primeros casos que saltan a la luz son los de Maximiliano Richeze, Danny Van Poppel, Daniele Bennati, Matteo Tosatto, J.J. Rojas o Fabio Baldato. Todos -con más o menos suceso- era sprinters en sus comienzos y ganaron en pruebas importantes. Pero al perder la punta de velocidad -algo lógico en el envejecimiento, por cuestiones de fibras rápidas y lentas entre otras cosas- pudieron mantenerse en la élite y hasta forjarse un nombre mayor.

Richeze es hoy conocido como uno de lo mejores lanzadores que hubo en mucho tiempo, y no se recuerda que levantó los brazos en citas top y hasta se codeó con estrellas en los embalajes de Giro y Vuelta. Su gran mérito fue entender cuando debía cambiar el chip; lo hizo y se convirtió en una pieza vital. A tal punto, que Modolo no volvió a ganar cuando se separaron o Gaviria le debe un gran porcentaje de sus éxitos.

Tossato fue pieza vital en los últimos años buenos de Contador, protegiéndolo en el llano; Rojas hizo y hace lo propio en Movistar, Van Poppel es una de las razones por las que Jakobsen quiere ir a Bora, etc. No hay ninguna deshonra en bajar un escalón para subir otro, en una dirección distinta.

Gaviria es joven todavía, tiene 28 años, y quizás la cuestión suena más chocante por eso. Pero la realidad marca que en los últimos tres cursos sumó apenas cinco triunfos, y que en su mayoría fueron en pruebas de pretemporada o sin sprinters top al máximo de su condición. Una suerte de Andrea Guardini mejorado; Guardini, para quienes no lo conocen o recuerdan, sumaba dianas en calendarios random pero no daba la talla en el World Tour. Aún así, hizo una trayectoria relativamente extensa.

Suena a poco para Gaviria, que deberá encontrar su derrotero en el corto plazo. Tal vez en Movistar puede mantenerse un par de campañas más ya que una escuadra que no tiene velocistas ni lanzadores puede darse por servida con los top 10 que logre Fer, más algunos podios ocasionales y algún triunfo excepcional. Pero si no fuera el caso y debe cambiar de aires, ¿será mejor liderar formaciones pequeñas y ganar sprints secundarios o continuar en el World Tour como hombre de confianza de algún sprinter en apogeo?¿O quizás darle una oportunidad a las clásicas que tanto ama?

Sí, porque desde el primer momento en la máxima división, el sudamericano declaró que su sueño era la París Roubaix. Los resultados allí y en el resto de las competencias adoquinadas que hizo no fueron buenos, mayormente por falta de técnica para esos escenarios, pero quizás merezcan un intento. Complicado, no imposible.

También está la alternativa de continuar saltando de estructura en estructura gracias a su currículum y un gran agente. Vivir del pasado, empañando un poco su imagen y eludiendo involuntariamente el hecho de estar a la altura de las expectativas que él mismo generó con sus destacadas presentaciones de antaño.

Dicho esto, haber sido un gran sprinter no garantiza ser buen lanzador o encontrar habilidad para sortear adoquines de la nada. Pero con intentarlo no se pierde nada, porque si es por prestigio ya lo está oscureciendo un poco al penar por las carreras como una sombra de la estrella que supo ser.

Pablo Palermo¿Te gusta lo que hacemos? Puedes seguirnos en Instagram y TwitterSúmate en Facebook: Ciclismo Internacional

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